Aunque no prosperó, el primer intento de vacancia debería producir efectos en el gobierno de Pedro Castillo. Al presidente le cuesta mucho aprender de sus errores, enmendarlos y tomar las decisiones urgentes que garanticen una buena gestión del país pero, habiéndose asomado al abismo de perder el cargo, debería al menos responder al instinto más elemental: la supervivencia.
Cometería un grave error Castillo si interpretara el fracaso de la moción planteada por Patricia Chirinos como una victoria. Primero, porque se trató de un mero globo de ensayo lanzado para calibrar la temperatura política, que creció y ganó tracción gracias a las metidas de pata presidenciales, que incluyeron reuniones clandestinas en Breña y una preocupante cercanía de parte de su círculo íntimo con la corrupción.
PUEDES VER: Vacancia de ensayo
Segundo, porque la moción de la congresista Chirinos se frustró por la pura incompetencia de los conspiradores que la empujaron, en especial por el inexplicable resbalón periodístico del programa ‘Cuarto poder’. El resultado no tuvo nada que ver con la ronda de conversaciones con líderes políticos lanzada tardíamente por el ejecutivo, ni con las intervenciones públicas del presidente (que, más bien, contribuyeron a enrarecer el ambiente, como cuando, en medio de los rumores y sospechas, dijo: «Saldrán audios y videos, pero no van a poder callarnos»).
Para comenzar, Castillo tiene que salir de su aislamiento, buscando alguna clase de acercamiento con los partidos que lo salvaron de ese amargo trámite que habría sido comparecer ante el pleno para defender su mandato. Es verdad que las formaciones de centro han rechazado cualquier posibilidad de alianza, pero al gobierno le correspondería tomar la iniciativa y reformar el gabinete, convocando a ministros de nuevas tendencias que, de paso, mejoren la gestión de algunas carteras, bastante deficientes o abiertamente mafiosas, como Juan Silva en el MTC, Eduardo Gonzales en Energía y Minas o Carlos Gallardo en Educación.
PUEDES VER: Hartazgo
El problema radica en que, en estos primeros días que han seguido a la votación que dio al traste con la moción de Patricia Chirinos, no queda claro que el presidente Castillo esté dispuesto a emprender grandes cirugías en su gobierno. Su intervención en la 39° sesión de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción en Palacio de Gobierno, por ejemplo, volvió a ser más de lo mismo, demostrando sus enormes lagunas conceptuales— que se evidencian más por su empecinamiento en improvisar sus discursos—, así como su falta de consistencia y ausencia de ideas en materias urgentes como la lucha contra la corrupción. Para decirlo de otra manera: incluso los cambios ministeriales más acertados quedarán cortos si el propio Castillo no comprende que quien más debe enmendar el rumbo es él mismo.