Por Sandro Mairata - @smairata
Esta épica personal por supuesto que se puede disfrutar mejor en la novela autobiográfica homónima de Héctor Abad Faciolince, un éxito de ventas y una de las novelas más celebradas de la Colombia contemporánea. Pero el maestro español Fernando Trueba tiene mucho para decir al respecto, y El olvido que seremos se convierte en uno de los mejores estrenos del mes en Netflix.
Trueba recluta en el rol del doctor Héctor Abad Gómez –padre del autor– al español Javier Cámara, un actor almodovariano que reemplaza su acento ibérico por uno paisa bastante creíble para personificar al patriarca de un hogar idílico en el Medellín de los ochenta y parte de los noventa. Es importante señalar lo injusto de que se destaque más la actuación de Juan Pablo Urrego como un Abad Faciolince mayor cuando la primera parte del filme es a través de la mirada del niño Nicolás Reyes (como un Abad Faciolince menor) que nos adentramos en la historia.
El título de esta cinta de más de dos horas de duración viene de un supuesto poema de Borges que se encontró en el bolsillo del doctor Abad Gómez cuando fue asesinado en 1987 por paramilitares; este hecho gatilla el poder evocador del recuento de Abad Faciolince traducido para las pantallas por David, el hermano menor de Trueba. David se asegura en su guion de establecer el contrapunto de un padre cuasiperfecto –un humanista, intelectual, sensible y respetado profesional– y un hijo que le mira con admiración.
El pedestal en el que se coloca al padre no es gratuito: de hecho, nos convencemos de la grandeza del padre y su valor. Critica al Gobierno, se enfrenta a los sectores violentistas, atiende de forma abnegada a los enfermos. Y cómo no hacer un paralelo con los tiempos que corren: es un abanderado de las campañas de vacunación y ante sus escritos proponiendo bienestar social, la derecha le acusa de marxista.
Desde la historia a colores al interior de un hogar mesocrático donde las hijas cantaban en inglés a los Rolling Stones y Carole King en las reuniones familiares y el padre era admirado en la universidad a una segunda mitad donde el blanco y negro anuncia la vida adusta como consecuencia de la vida política del padre, El olvido que seremos controla su tono dramático para este fresco familiar.
Los Trueba quisieron colocar lo más posible de la novela allí donde otros hacen sacrificios en el metraje. La reconstrucción histórica y los detalles inspirados en el neorrealismo italiano (por ejemplo, en las secuencias del joven Héctor llegando a la universidad), ya que una parte de la acción transcurre en Italia, por momentos lo justifican. En otros, se siente el peso de la extensión. Es un detalle discutible para un filme por todos lados meritorio.
El olvido que seremos