Psicólogo social, Universidad de Lima
Estamos a la mitad de la segunda vuelta y el río electoral suena. Castillo sigue en medio de la corriente, buscando desmarcarse de Cerrón sin conseguirlo. En parte por un evidente afán de protagonismo del exgobernador de Junín, porque la mayoría de los medios masivos no lo apoya, pero también por la dificultad del profesor de explicar y/o definir con contundencia en qué consisten las nuevas propuestas. En psicología de la percepción se habla del umbral diferencial para dar cuenta de la intensidad del cambio que tiene que haber entre un estímulo y otro para percibir la diferencia entre ambos. El mensaje de Castillo, durante la primera vuelta y al comienzo de la segunda, fue contundente respecto a una serie de temas donde hoy busca poner paños fríos sin precisar suficientemente qué platea ahora. De nada servirá un acercamiento a Juntos por el Perú, decir que lo malentienden, o mostrarse a favor de comunicados de la sociedad civil si no precisa con gran claridad cuáles son esas nuevas ideas. Como ya señalamos, los medios masivos no se ven dispuestos a ayudarlo en esa tarea, por lo que le convendría usar los debates, u otros medios, si quiere dejar claro qué está planteando. Poco favor le hacen sus imprecisiones y el constante comportamiento de cortar las entrevistas. Las críticas de Fuerza Popular y la actividad de grupos paralelos han terminado subrayando esta falta de precisión sobre qué se plantea ahora. Puede que algo del discurso del miedo al posible comunismo haya calado, pero esos mensajes no serían muy creíbles si del otro lado hubiese mayor claridad en las propuestas. Los fantasmas internos, estimulados por una campaña, crecen si el contrincante no los aclara con suficiencia.
Algo a destacar es que entre las encuestas de abril y mayo del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) la proporción de personas que dicen que votarán blanco o viciado no se ha movido, se mantiene en 21%. El crecimiento en ocho puntos de Fujimori ha sido a costa de Castillo, y de personas que en abril decían que lo estaban pensando. Ha convencido a indecisos y a quienes estuvieron apoyando inicialmente al cajamarquino. Mirando los segmentos relevantes por su peso electoral, los cambios mayores han sido en Lima, en el sur, entre las mujeres y en los segmentos altos (nivel socioeconómico A/B) y medios (nivel socioeconómico C).
Luego de cuatro semanas donde las emociones han mostrado su importancia, es probable que las razones busquen su espacio. La identificación con “un presidente como yo” parece haber cumplido su ciclo y habrá que ver si lo mismo ha pasado con los miedos. En diferentes procesos de opinión pública es frecuente ver que luego de una primera reacción, donde los sentimientos muestran lo suyo, los argumentos van tomando cierto peso, se reclaman. Diferentes sectores de la sociedad civil y hasta diversas instituciones eclesiales vienen demandando compromisos a ambos candidatos. Veremos la articulación y contundencia de las respuestas. En dos temas urgentes para la ciudadanía, como son la lucha contra la pandemia y la reactivación económica, se percibe hoy al fujimorismo como más capacitado. Castillo se asocia como más capaz para combatir la corrupción, la inseguridad ciudadana y mejorar la educación. Si bien son temas importantes, comparativamente hablando, son menos apremiantes.
En los tres últimos procesos electorales el voto en blanco o viciado ha estado alrededor del 7%. Cifra distante del actual 21%. Ahí hay varios puntos en juego, a lo que habría que sumar personas que hoy votan por un candidato, pero que podrían inclinarse por el otro. Al menos en el segmento que menos se mueve hoy, pero que es probable que cambie (blancos y viciados), es alta la proporción de mujeres, personas de 39 a menos años y que se autoperciben en el centro político. El río tiene cuatro semanas más para mostrar sus novedades.
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