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Opinión

Debate sobre el debate

“El impacto no solo se debe medir por cuántos vieron el debate, sino por la polémica que luego surge tanto en medios sociales como sistemas de mensajería, radios...”.

larepublica.pe
“El impacto no solo se debe medir por cuántos vieron el debate, sino por la polémica que luego surge tanto en medios sociales como sistemas de mensajería, radios...”.

El debate del domingo 21 no ha sido el primero ni será el último, pero marca un cambio en el clima de opinión electoral que hay que tomar en cuenta. Es cierto que no estuvieron todos los candidatos, que uno de ellos no quiso participar, etc., pero coincide con un momento de esta larga maratón donde el nivel de atención ciudadana suele ir en aumento. Sabemos que en anteriores elecciones entre un 20% y 30% decide en la última semana y que en esta oportunidad el desánimo es mayor que en otras elecciones. La mezcla de las preocupaciones derivadas de la pandemia (la salud, la falta de trabajo) y la profundización de la desconfianza generalizada con los políticos (“todos roban”, “en elecciones siempre prometen y no cumplen”) hacen que el nivel de interés en la política y compromiso con el voto declarado (encuestas) o marcado (simulacro) sea relativamente bajo. Eso cambiará en algún grado en estos días.

No podemos olvidar, sin embargo, que en el último simulacro que Ipsos publicó para evaluar la intención de voto para el actual Congreso, más del 40% indicó que votaría blanco o viciado. Puede que hasta el final nos quedemos con la incertidumbre. Algunos datos del 2016, basados en las encuestas que hizo GfK en ese momento, permiten ilustrar cómo estos días pueden mostrar cifras sorpresivas. En una encuesta cuyo campo fue entre el 14 y el 15 de marzo del 2016, el 41% decía que aún no decidía por quién votar o que estaba entre dos y tres opciones. Poco después, un trabajo de campo hecho entre el 28 y 30 de marzo, luego de dos semanas, esa cifra se redujo a 24%. Siguiendo con los ejemplos, en la encuesta de mediados de marzo, Verónika Mendoza tenía 9% de intención de voto y estaba cuarta, por debajo del candidato de AP (Barnechea), a fines de marzo ya estaba tercera con 14%. Ese fue el efecto de la salida de Guzmán y ahora eso no ocurre, pero el ejemplo busca ilustrar cómo en estas semanas ocurren diversos tipos de acontecimientos que impactan en la voluntad ciudadana. Igualmente se puede recordar cómo en las elecciones municipales del 2018 Muñoz tenía una baja intención de voto y luego del primer debate, además de una creativa campaña en medios sociales, subió más de un punto porcentual por día.

Finalmente, en el 2014, Cornejo, el candidato aprista, antes del debate tenía una intención de voto de 3%. Tuvo la suerte de que ese domingo se enfrentara a Castañeda (que tenía 50% de intención de voto), lo hizo bien, y el miércoles siguiente ya estaba en cerca de 10%. Terminó con 18% de votos válidos. No ganó, pero fue en esas dos o tres semanas que pasó de la nada al protagonismo. En ese momento, lo que ocurrió es que había una suerte de voto anti Castañeda que nadie lograba canalizar y fue él el elegido. Los temas siempre varían y es cierto que hay ciertas constantes más históricas y estructurales que delimitan el terreno, pero mucho se juega en el momento. ¿Cuándo sabremos el impacto de este debate? Este domingo que se publiquen nuevas encuestas. El impacto no solo se debe medir por cuántos vieron el debate, sino por la polémica que luego surge tanto en medios sociales como sistemas de mensajería, radios, la misma televisión, etc. Hay un claro quiebre generacional en términos de consumo de información política que Mauricio Saravia acaba de mostrar en un artículo en Sudaca y que también se muestra en diversas encuestas.

La ausencia de López Aliaga le ha cedido protagonismo a la candidata de Juntos por el Perú y eso tendrá algún impacto. De acuerdo con los datos compartidos por Fernando Tuesta, la cobertura de medios ha beneficiado mucho al candidato de Renovación Popular y llama la atención que la candidata, que en diversas encuestas ha estado entre los cinco primeros, haya tenido una baja exposición a través de entrevistas en medios. Las distancias entre candidatos son cortas, el electorado ahí sigue mirando y un error o golpe de suerte pueden marcar diferencias.

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