Haciendo un balance, las mujeres vienen siendo las más afectadas durante esta pandemia. Desde hace varios años que la ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) y otros indicadores que maneja el INEI registran que más del 50% de mujeres que trabajan lo hacen en condiciones laborales precarias y/o en la informalidad, teniendo a una gran mayoría empleada en el sector servicios (42%), comercio y turismo, actividades económicas muy afectadas por la pandemia. Además, ya teníamos una terrible brecha salarial de 28,5% entre hombres y mujeres, por la que los hombres siempre han ganado más, pese a contar con el mismo nivel de calificaciones para un mismo puesto. Pero toda esta desigualdad histórica tiene una afectación más allá de lo económico y laboral.
Los casos de violencia y agresión contra las mujeres se han incrementado, en particular, estando confinadas con sus agresores, que resultan ser sus familiares, pareja, etc. Y a esta desigualdad de género, por la que las mujeres están más expuestas y son más vulnerables económica, laboral y socialmente, se suma el centralismo y otro tipo de brechas por las que muchos casos de abuso no se tratan en regiones como se tratan las cosas en Lima.
Hasta ahora son cuatro las denuncias formalmente presentadas por casos de violación sexual colectiva en los últimos dos meses. En Ayacucho, una mujer de 49 años denunció haber sido violada por tres sujetos. Tras todo un camino de maltrato en medicina legal, el caso sigue impune y los tres acusados están libres. En Cusco, una mujer de 59 años denunció ser víctima de violación por parte de cuatro sujetos, dos de los cuales serían familiares de la denunciante. Esta mujer terminó con graves golpes, permanece en cuidados intensivos, y hasta ahora solo uno de los presuntos responsables está preso preventivamente. Pero ese no fue el único caso en Cusco.
Otra mujer, esta vez una enfermera, denunció a cuatro trabajadores del hospital de Santo Tomás de Cusco, donde trabaja, de haberla violado. Ella renunció a su trabajo y retiró la denuncia, probablemente con el temor de que nada ocurriría. Pese a ello, la investigación de oficio continúa, aunque sin ningún resultado concreto a la fecha.
Muchos de estos casos no se denuncian y pese a que la violencia ha recrudecido en todo aspecto, las principales víctimas somos mujeres. ¿Que es nuestra culpa? ¿Que nos exponemos por tener vida social? Para algunos la solución está quedarse encerrada en el cuarto, bajo llave. Por el solo hecho de ser mujeres ya estamos expuestas, al poner un pie fuera, frente a ladrones, violadores, manoseadores, empleadores que abusan... La desigualdad es real y los únicos responsables son los delincuentes.
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