Es difícil saber cuál será el futuro no solo de la pandemia que hoy nos azota sino del propio gobierno y hasta incluso de nuestra frágil democracia. Censurar a un gabinete en su debut no es poco cosa. Y si a esto le añadimos que hoy el Ejecutivo no puede utilizar la llamada “cuestión de confianza” como un mecanismo de defensa frente a las presiones del legislativo, ese futuro es aún más incierto.
Sin embargo, en medio de esta crisis es posible plantear algunas cuestiones. La primera es que en este conflicto los que más han perdido son la derecha y un sector liberal cercano al escritor Mario Vargas Llosa. Afirmaciones de periodistas diciendo que este Congreso es una “organización criminal” porque “chantajea” al gobierno y que por ello debe “intervenir” la Fiscal de la Nación y, prácticamente, meter presos a los parlamentarios, son signos evidentes de una compresión “esotérica” de lo que viene pasando. La portada del diario Expreso (05/08/20), enemigo jurado de Vizcarra, defendiendo a Cateriano y acusando a los partidos del Congreso de lobistas, lo dice todo.
La segunda, es un error sostener que la principal razón que explica el voto de censura al gabinete es la “captura” del Congreso por parlamentarios mafiosos que buscan bloquear la reforma universitaria y sabotear a la SUNEDU. Con ello no quiero negar que estos sectores existen y que esas sean sus intenciones, sino sostener que, con esta explicación, casi única, se exagera el peso político de este grupo y se niega que en dicha votación participaron bancadas con intereses distintos y hasta con visiones opuestas sobre la pandemia y la reactivación económica. Negar esta posibilidad es decir que son iguales los “intereses” que promueven Podemos, el FA, APP y el FREPAP. Afirmar que hay una transa entre una “izquierda radical e irresponsable” con sectores mafiosos no solo es un error sino también una mentira macartista que bloquea la posibilidad de futuros acuerdos políticos.
La tercera es que el último mensaje presidencial anuncia que una etapa de este gobierno ha terminado y que se viene otra donde existe la posibilidad, si queremos llevar la fiesta en paz, de una negociación entre el Ejecutivo y el Congreso como consecuencia de la disminución del conflicto entre ambos poderes. El presidente Vizcarra y el Congreso están ahora obligados a buscar otras formas de mantener y aumentar su legitimidad y popularidad que no sea enfrentarse.
Finalmente, tiendo a pensar que la salida de Pedro Cateriano del gobierno le conviene a Vizcarra ya que este le fue “impuesto” por la Confiep y la derecha. Su salida le permite a Vizcarra evitar los costos que le impondría la aplicación de ese programa a su popularidad. Aceptar esto último supone que el principal interés de Vizcarra de ahora en adelante no será reformar sino más bien sobrevivir hasta el próximo año manteniendo su popularidad. Por eso creo que hay que pedirles a los partidos que pacten una hoja de ruta y que la discutan con el gobierno para garantizar elecciones limpias. Dicho con otras palabras: hay que mirar más a los partidos realmente existentes y no solo al gobierno como sujeto de la política, más allá de toda queja.
Pedro Cateriano