Un equipo de paleobiólogos de la Universidad de Zúrich (UZH) descubrió ejemplares de una tortuga gigante con el nombre de Stupendemys Geographicus.
La nueva especie de tortuga se halló por primera vez en una zona desértica de Venezuela, pero que era un humedal hace más de cinco millones de años.
La característica más llamativa de esta especie es que los machos tenían cuernos y su caparazón podía llegar a medir hasta 3 metros.
El director del estudio y del Museo Paleontológico de la Universidad de Zúrich, Marcelo Sánchez, explica que la longitud del caparazón del Stupendemys, las convirtió en una de las tortugas más grandes, "si no la más grande, que jamás haya existido”.
En cuanto al peso, se estima que llegó a pesar 1145 kilos. Esto la hace cien veces mayor a la tortuga de cabeza grande del río Amazonas, la mayor tortuga de agua dulce que se conoce en la actualidad.
Otros ejemplares también han sido encontrados en algunos lugares de Colombia y Brasil, reafirmando la diversidad animal de América del Sur durante la prehistoria. Pues en muchos otros casos se han reportado también descubrimientos de cocodrilos, caimanes, o roedores gigantes.
Los científicos no solo han hallado los caparazones, sino también mandíbulas y más partes del esqueleto de las tortugas Stupendemys, mismas que han servido para darle un repaso a su evolución, y descubrir que algunas tortugas vivas de la región amazónica son sus parientes vivos más cercanos.
“Los dos tipos de conchas indican que existieron dos sexos de Stupendemys: machos con conchas con cuernos y hembras con conchas sin cuernos”, indica el paleobiólogo Marcelo Sánchez.
Agrega además que esta es la primera vez que aparece dimorfismo sexual, es decir variaciones y diferencias en su fisionomía externa. En este caso, en forma de caparazones con cuernos para cualquiera de las tortugas de cuello lateral.
Elementos descubiertos tan inesperados como interesantes que las investigaciones científicas han permitido conocer.
A pesar de su tamaño, el Stupendemys no la tuvo fácil. Su vida en el agua no fue tranquila gracias a los depredadores de la época.
La aparición de esta especie coincide también con la de los Purussaurus, los caimanes más grandes. Posiblemente uno de los más grandes depredadores de la tortuga gigante. Así lo probarían las marcas en los fósiles de sus enormes caparazones que suponen grandes mordeduras.