Antes de la llegada del coronavirus, en el Perú la violencia de género ya configuraba una amenaza para la vida e integridad de millones de personas: las mujeres. Esta, como la pandemia, no distingue edad ni condición económica, aunque cuenta con una diferencia: quedarse en casa no es necesariamente una estrategia de prevención.
En tiempos más normales, cuando no había estallado la crisis sanitaria, las mujeres ya eran usualmente culpadas por ‘exponerse’ al peligro saliendo a las calles solas, de noche o con desconocidos, ¿cómo se explica que continúen siendo violentadas dentro de la seguridad que deberían representar sus hogares y personas de su círculo cercano y familiar?
Según los últimos datos obtenidos por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), durante la cuarentena decretada por la expansión del coronavirus, se registraron 162 violaciones sexuales (102 a menores de edad) y siete víctimas de feminicidios, tres de ellas asesinadas el mismo día en Ayacucho.
Por otro lado, desde el inicio del estado de emergencia hasta el último martes 21 de abril, la Línea 100 del Mimp recibió 15.378 llamadas de auxilio, la mayoría realizadas por mujeres y, en menor medida, por niños y adolescentes que reportaron hechos de violencia dentro de sus hogares, lugar donde ocurren el 81 % de estos casos, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El agresor y la madre de la niña fueron llevados hasta el Depincri de San Juan de Miraflores. (Foto: Referencial / Andina)
Si las peruanas ya eran vulnerables antes de la llegada y expansión del coronavirus en el país; hoy, con la enfermedad en uno de sus picos más altos, las niñas, adolescentes y mujeres conforman el único grupo de riesgo para el cual ‘Yo me quedo en casa’, puede significar una sentencia de muerte, trayendo abajo el mito de la supuesta seguridad inherente al hogar.
''La violencia de género que se lleva a cabo dentro de los hogares donde los agresores son familiares o parejas es un fenómeno conocido'', señala Cynthia Silva, abogada feminista. ''Los casos en Perú, más frecuentemente, se dan contra las mujeres porque son las personas a las que se les impone los roles de cuidado, la subordinación, la sumisión y a quienes se les cuestionan decisiones como salir a la calle, lo cual es tomado como un punto para castigarlas por ejercer sus derechos y autonomía'', explica.
El grito feminista ''Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía'' toma fuerza en su segundo punto en tiempos de confinamiento obligatorio y derriba la creencia de que las mujeres enfrentan mayor peligro al salir a las calles y, por lo tanto, comparten responsabilidad de lo que pueda pasarles. ‘’Se supone que es dentro de nuestras casas donde estamos más seguras y esto no resulta así porque el hogar es el espacio de donde se ejerce el poder patriarcal; esto se evidencia en las relaciones que se traducen en el control y violencia contra las mujeres y que puede ser psicológica, física, sexual y patrimonial'’, agrega la abogada.
Como respuesta a esta situación, el último lunes 27 de abril se aprobó y publicó el Decreto Legislativo 1470 que establece medidas concretas ‘’para garantizar la atención y protección de las víctimas de violencia [...]’’ durante el periodo de cuarentena obligatoria.
''Hay una necesidad de poner las alertas en mejorar el funcionamiento de los servicios de justicia. Lo primero es asegurar y exigir la puesta a salvo de la denunciante[...] y aclarar el mandato legal que establece la atención a las víctimas y el actuar inmediato de los policías y fiscalía'', advierte Cynthia Silva.
Los lineamientos del Decreto Legislativo 1470 deberán servir de guía y llamado a la acción para las autoridades con el objetivo de hacer frente al -otro- estado de emergencia que viven las mujeres en el Perú desde hace muchos años: la violencia de género.