Género

Acoso sexual callejero en el Perú: una mirada hacia este tipo de violencia

En la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, desarmamos el significado e implicancias de esta modalidad de violencia normalizada contra las mujeres disfrazada de ‘’piropos’’.

Desde pequeñas, las mujeres se ven forzadas a vivir con la opinión masculina sobre sus cuerpos en el espacio público a través de silbidos y frases desagradables. Aprenden siendo niñas a reconocer miradas, las calles por donde no hay que pasar y hasta la ropa que no se deben poner.

Se trata de una dinámica interiorizada y aceptada por la sociedad como ''halagos'' o ''piropos''; pero, en realidad, es otra forma de violencia que las feministas han logrado definir e instaurar en el debate público como acoso sexual callejero. Para conocer más sobre esta problemática, La República conversó con Suiry Sobrino, periodista especialista en género y espacios públicos.

''El acoso sexual callejero es toda manifestación de violencia en el espacio público generalmente hecha por personas que no se conocen entre sí y que pueden ir desde la menos hasta más invasiva; desde silbidos o sonidos de besos hasta tocamientos no consentidos o masturbación pública'', define Sobrino. Y vale mencionar que estas manifestaciones impactan principalmente a las mujeres.

Un sondeo realizado en redes sociales por la organización feminista ‘Paremos el acoso callejero’, recogió que las ellas empiezan a vivirlas desde los 9 y 10 años. Además, de acuerdo a la Encuesta Nacional Roles y Violencia de Género (2016) realizada por el Instituto de Opinión Pública, siete de cada 10 mujeres de todo el país señalaron haber sido acosadas alguna vez.

Los datos demuestran que el acoso sexual callejero es una problemática real para las mujeres sin importar su condición socioeconómica, nivel educativo o lugar donde vivan y no un invento de las feministas a quienes se les acusa por estar ‘’muy sensibles’’.

Como cualquier tipo de violencia, esta tiene implicancias serias para sus víctimas. ''En primer lugar está el impacto mental o emocional que llena a las mujeres de miedo, de impotencia, cólera, rabia… eso depende de cómo vive la experiencia cada persona, pero también tiene una consecuencia social porque ellas muchas veces toman decisiones para evitar ser víctimas: eligen vías alternas que quizás le ocasionen caminar o gastar más como tomar un taxi’’, explica Sobrino.

Acoso sexual callejero en el Perú: una mirada hacia este tipo de violencia

Acoso sexual callejero en el Perú: una mirada hacia este tipo de violencia

No son piropos, es acoso

''Se habla de acoso sexual callejero como tal desde 2012, aproximadamente. Hasta ese momento, esto simplemente era algo tradicional, cotidiano, que no tenía ni siquiera un nombre porque no se le reconocía como una problemática sino como una manifestación cultural'', continúa la periodista, quien pese a esto considera que la percepción en el país sobre este tipo de violencia está cambiando de forma positiva.

En 2015, Perú se convirtió en el primer país de Latinoamérica en contar con una legislación a nivel nacional aplicada al acoso callejero. Sin embargo, erradicar una práctica naturalizada y normalizada a través de los años como una manifestación de ‘’coqueteo’’ bajo los denominados ‘’piropos’’ es complicado, requiere tiempo y políticas públicas; especialmente en el contexto actual, donde la dinámica de hostigamiento se refuerza en espacios virtuales.

Acoso callejero en tiempos de coronavirus

La cuarentena obligatoria puede haber contribuido a la reducción de casos de acoso porque hay menos gente en las calles. Sin embargo, existe otro espacio público que ha sido tomado, en mayor medida durante la crisis sanitaria a causa del coronavirus: el virtual, donde decenas de mujeres fueron y son víctimas de este tipo de violencia tras publicar sus fotos, videos o ‘en vivos’.

Es importante mencionar que el acoso sexual tampoco se condiciona por género. Los hombres también pueden ser víctimas. Un caso reciente es el del actor Andrés Wiese, quien tras subir un video en Instagram, recibió comentarios de connotación sexual por parte de decenas de mujeres. ''No es que a los hombres no les pase'', señala Sobrino, ‘’lo que sucede es que no les ocurre con la misma frecuencia. ¿Por qué? Porque el acoso [...] es una manifestación de ellos contra ellas''.

Andrés Wiese

Andrés Wiese

Lo sucedido con Andrés Wiese, lejos de deslegitimar la lucha de las feministas por posicionar las desigualdades de género en la agenda pública y política, puede ser una oportunidad para que los hombres desarticulen los mandatos sociales que los colocan como seres sexuales sin capacidad de ser sensibles ante el escrutinio y acoso.

Puede ser, también, un ejercicio de empatía hacia las mujeres, quienes se ven expuestas a este tipo de violencia varias veces al día, en la calle o en el ciberespacio, de forma histórica y sistemática. ''Hay que entender que el espacio público no se disfruta de la misma manera y mientras no lo entendamos desde un enfoque de género, va a costar resolver el problema. Las niñas, adolescentes y mujeres sufren la inseguridad ciudadana de manera distinta a la que viven los hombres’’, indica Sobrino.

Acoso callejero como delito

El acoso sexual callejero se considera un delito en el Perú desde 2018 con el Decreto Legislativo 1410, pero cuenta con una legislación que da lineamientos a las instituciones públicas desde 2015. Por eso, si una mujer considera haber sido víctima de este forma de violencia, debe acercarse a cualquiera de los Centros de Emergencia (CEM) ubicados en las comisarías del distrito donde se encuentre. Ante la denuncia, el agresor puede recibir como castigo una pena de tres a cinco años de prisión.

Asimismo, el trabajo preventivo también es una parte fundamental para la erradicación de esta problemática afincada en la sociedad peruana desde hace décadas y que se mantiene hasta en momentos de crisis. ''Las dinámicas de poder entre hombres y mujeres no van a cambiar porque se restrinja el uso de calle, van a cambiar en tanto se desaprendan y cuestionen estas manifestaciones, van a cambiar generacionalmente con educación, cuando los medios de comunicación dejen de reforzar los estereotipos, cuando las políticas públicas tengan un enfoque de género'', finaliza Sobrino.