Sheena Ahumuza Bagaine es una activista de Uganda, cuyo nombre inspiró la última campaña feminista en el país africano.
Se trata de #FreeSheena, un llamado a la acción que pidió la liberación de la joven que difundió, mediante un hilo de Twitter, las identidades de los violadores de decenas de mujeres.
Todo comenzó un 30 de diciembre de 2019. Sheena Ahumuza Bagaine mantenía una conversación digital con varias chicas, cuando en un momento surgió una referencia a un caso de violación sexual por parte de un hombre a quien la mayoría de participantes de la discusión conocía.
La joven no lo dudó y compartió el nombre del agresor. Algunas de las mujeres presentes en el intercambio la apoyaron, mientras que otras no estuvieron de acuerdo. Fue ahí cuando se inició un debate sobre la manera de denunciar los casos de violación y el respeto a la presunción de inocencia, pese a que varias de las chicas coincidían en haber sido agredidas por el sujeto en cuestión.
Uganda
A partir de ese momento, Sheena recibió mensajes de más mujeres que confirmaban la identidad del agresor sexual. Otras, ampliaron la lista con los nombres de sus propios violadores.
Finalmente, el 2 de enero de 2020, la joven decidió tomar acción y publicó un 'hilo’ en Twitter exhibiendo las capturas de pantalla de los acusaciones que obtuvo por parte de decenas de chicas y los datos de los implicados.
El post llegó hasta uno de los denunciados, quien junto a un equipo de abogados, amenazó a Sheena con demandarla si no retiraba los tuits. Además, exigió disculpas públicas y una suma de 2000 millones de chelines ugandeses (poco menos de 500 mil euros) por los daños causados. ''Vamos a la guerra'' respondió la activista por Twitter.
Unos días después, se ordenó la detención de Sheena. Frente a esto, la comunidad de activistas feministas de Uganda inició la campaña #FreeShena, hashtag que acompañaba sus mensajes de indignación por la aprensión de su compañera.
Además, siguieron con la acción iniciada por Sheena y difundieron más nombres de agresores. La jornada fue tan intensa, que la joven que liberada apenas un día después y las identidades de otros sujetos acusados de abuso continúan siendo difundidas.
Esto ha ocasionado que se inicie una discusión pública sobre la respuesta de las autoridades ugandesas, que actuaron de forma rápida contra la activista, pero que no reaccionaron de la misma forma ante los agresores denunciados por decenas de mujeres.