Reconocida como "la mujer más hermosa de Hollywood", dejó un legado único que trasciende las pantallas de cine. Nacida en Viena, Austria, se convirtió en una estrella mundial en la década de 1940, protagonizando grandes éxitos cinematográficos. Sin embargo, su mayor contribución a la humanidad no estuvo relacionada con el séptimo arte, sino con la tecnología. Durante la Segunda Guerra Mundial, desarrolló junto a un compositor un sistema que más tarde sentaría las bases del WiFi y el Bluetooth.
A pesar de su impacto como inventora, la actriz vivió sus últimos años en la reclusión, alejándose de los reflectores que la habían acompañado gran parte de su vida. En Casselberry, Florida, encontró un lugar donde pasar sus días hasta su muerte en el año 2000. Su vida, marcada por el éxito y la tragedia, continúa siendo un referente de cómo el ingenio humano puede trascender barreras.
Hedy Lamarr nació como Hedwig Eva Maria Kiesler el 9 de noviembre de 1914 en Viena, Austria, en una familia de origen judío. Desde temprana edad, mostró interés por las artes y la tecnología, pero fue su belleza la que llamó la atención en el mundo del cine. En 1933, protagonizó la película "Éxtasis", un filme europeo que causó polémica por ser el primero en mostrar un desnudo femenino y una representación de un orgasmo en pantalla.
Tras emigrar a Estados Unidos en 1937 para huir de la persecución nazi, firmó contrato con Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) y adoptó el nombre artístico de Hedy Lamarr. Durante los años 40, se consagró como una de las actrices más destacadas de Hollywood, participando en producciones icónicas como 'Argel' (1938) y 'Sansón y Dalila' (1949). Su belleza inspiró a Walt Disney en la creación del personaje de Blanca Nieves, un testimonio de su impacto cultural.
Hedy Lamarr, la mujer que inspiró a 'Blanca Nieves'. Foto: RTVE
Más allá de sus logros en la pantalla grande, Lamarr poseía una mente brillante para la ciencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, en colaboración con el compositor George Antheil, desarrolló un sistema de salto de frecuencia diseñado para guiar torpedos de forma segura y evitar que fueran interceptados. Aunque la Marina de Estados Unidos desestimó inicialmente su invento, años después, este concepto se convirtió en la base de tecnologías modernas como el WiFi, el Bluetooth y el GPS.
El camino hacia el reconocimiento de su contribución tecnológica no fue sencillo. Durante su carrera, Lamarr enfrentó estereotipos que minimizaron sus capacidades intelectuales. Fue hasta las últimas décadas del siglo XX cuando comenzó a recibir los honores que merecía, como su inclusión en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales en 2014, muchos años después de su fallecimiento.
A pesar de haber sido un ícono de belleza y talento, los últimos años de Hedy Lamarr estuvieron marcados por la soledad. Después de retirarse del cine en la década de 1950, llevó una vida más discreta, enfrentando problemas legales, económicos y de salud. En Casselberry, Florida, pasó sus últimos días alejada de los reflectores, comunicándose únicamente por teléfono con sus familiares.
Lamarr falleció el 19 de enero del año 2000 a los 85 años. Sus cenizas fueron esparcidas en Austria, su tierra natal, como último deseo. Su vida y legado siguen siendo fuente de inspiración para mujeres en la ciencia y el arte, demostrando que la belleza y el ingenio pueden coexistir en una figura extraordinaria.