Jaime Porcela se levanta todos los días temprano en la isla Kamisaraki, de los uros, Puno, para poder elaborar sus tejidos a base de totora. Trabaja hace más de diez años en el rubro de artesanía, al igual que sus hermanos y su esposa, ya que las enseñanzas sobre las técnicas para los telares se comparten de generación en generación dentro de su comunidad. Cada uno se encarga de conseguir la materia prima y producir sus propios insumos; es decir, son ellos mismos quienes cortan y secan la totora para luego poder trabajar con ella. No recibe un sueldo fijo y es que la actividad a la que se dedica depende únicamente del turismo; por ello, además de ser artesano, es pescador. En ese sentido, formalizarse no está entre sus prioridades.
De acuerdo con la Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN), en el Perú existen alrededor de 416.190 artesanos y, de ese total, el 77,2% labora en situación de informalidad. En esa línea, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) creó en 2022 el Registro Nacional del Artesano (RNA). Esta plataforma se encuentra en el Sistema de Información para la Promoción y Desarrollo del Artesano (Sidpar) y permite actualizar sus datos e identificar quiénes todavía no tienen el Registro Único del Contribuyente (RUC). Sin embargo, a la fecha, solo 62.583 se han registrado y, de ellos, el 62,6% se encuentra en situación de informalidad.
Dalila Gamarra, miembro del directorio de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), señala que muchas veces los artesanos están en un lugar donde no tienen acceso a la información. Eso explicaría por qué no todos conocen esta plataforma.
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“El RNA no llega realmente a las comunidades que están en el Perú profundo y no hablo solamente de la zona andina, sino también están los artesanos de la selva. Si bien es cierto que Mincetur hizo su trabajo de difusión, las zonas más escondidas no saben de este registro”, resalta.
Incluso en Puno, siendo este el departamento con más artesanos inscritos en el sistema (11.750), personas como Jaime Porcela, que viven en islas, lejos de la ciudad, no saben de la existencia de esta plataforma.
“No he escuchado sobre el RNA, nosotros no recibimos ningún bono del Estado tampoco. Mi sustento es el turismo y en temporadas bajas me dedico a la pesca”, asegura.
Según el último informe publicado por la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex), la tasa de informalidad en el sector habría decrecido en 2,7% del 2022 al 2023. Aunque no es un porcentaje significativo, el gremio resalta la importancia que trae esta formalización a las ventas anuales, siendo de S/16.800 para los que poseen RUC y de S/8.900 para quienes no lo tienen. Frente a ello, la representante del SNI explica que los montos en realidad varían porque, incluso formalizándose, los artesanos se encuentran con otras trabas.
“Faltan políticas que identifiquen las características que tiene este sector. Si vamos a evaluar costos y beneficios, no hay políticas de difusión y sensibilización porque detrás de la artesanía mucha gente vive en extrema pobreza”, afirma Dalila Gamarra.
Ingresos. Los tejidos a base de totora dependen únicamente del turismo, dice Jaime Porcela. Foto: difusión
Alejandro Hurtado empezó con la técnica del mate burilado a los ocho años, en Cochas Chico, anexo del Tambo, Huancayo. Hoy, con más de 52 años de experiencia, cuenta que, si bien formalizarse le ha permitido participar en ferias y cerrar negociaciones con empresas exportadoras en Lima, las ganancias que obtiene no llegan siquiera al sueldo mínimo y hay meses en los que no recibe nada.
“Cuando me envían órdenes trimestrales, me pagan entre S/7.000 y S/9.000 , pero desde octubre del año pasado hasta marzo las ventas se paralizaron, por eso voy a las pequeñas ferias en donde vendo mis productos a S/50 o hasta S/100 y me dedico también a criar cuyes y gallinas para generar ingresos en mi hogar”, comenta.
Es decir, en el mejor de los casos, cuando llegan órdenes trimestrales altas, recibe un aproximado de S/3.000 mensuales. Ahora, si a eso le restamos la inversión en materia prima —teniendo en cuenta que él mismo viaja hasta Trujillo para conseguir las calabazas nativas—, además del costo por enviar los pedidos a Lima y los pagos que debe rendir a la Sunat, finalmente, el monto real que recibe oscila entre S/700 y S/800 mensuales, aproximadamente lo mismo que recibe un informal o hasta menos.
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Por otro lado, Jaime Porcela comenta que sus ganancias son muy al azar porque dependen de la cantidad de turistas que traiga la lancha. Así como algunas veces pueden llegar 20 potenciales compradores, otras veces llegan solo dos.
El maestro en mate burilado siente que el Estado no contribuye con el crecimiento del artesano, sino todo lo contrario, a través de las medidas sancionadoras que impone.
Durante la pandemia, Hurtado cuenta que, por una declaración que no ingresó al sistema, la Sunat lo multó con S/1.400, monto que tuvo que fraccionar en cinco partes.
“Para nosotros, los artesanos de un pueblito, es más difícil todo y las instituciones no lo entienden. Yo no soy contador y para mí es complicado cumplir con los requisitos que exigen. El Estado pide que nos formalicemos y que contribuyamos, ¿pero qué hace el Estado por el artesano?”, cuestiona.
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En esa línea, enfatiza que el Gobierno debería brindar soluciones de acuerdo a cómo se realizan las ventas en el sector y tomar en cuenta el lugar en donde se está ejerciendo la labor porque no es justo medir a los artesanos independientes y a las grandes empresas con la misma vara.
“La artesanía no se puede evaluar como un sector industrial. No se debería estudiar la formalidad de los artesanos con los mismos indicadores con los que se estudia en otros sectores porque las características son diferentes”, recalca Dalila Gamarra.
Esta no es la única preocupación de los artesanos, pero sí podría ser la causa de uno de sus mayores temores: la extinción de su cultura. Y es que sus hijos, al ver las dificultades que atraviesan, no quieren dedicarse a la artesanía. Este es el caso de Hurtado, quien cuenta que su hijo prefirió buscar mejores oportunidades en Lima.
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“La mayoría de los hijos de los artesanos aquí ejercen otra profesión, algunos se han ido a trabajar al municipio o a la mina y un gran porcentaje está migrando. Quizá en 15 años o un poco más se corra el riesgo de que el mate burilado desaparezca porque es una técnica que solo se desarrolla en Huancayo”, afirma. Es decir, si los maestros artesanos se mueren, se llevan consigo su conocimiento y en muchos lugares del Perú se estaría perdiendo parte de nuestra cultura. Por ello, se debe incentivar una formalización que se ajuste al perfil del artesano y que le genere oportunidades de crecimiento.
De los S/23.166 millones destinados al sector en 2023, se ejecutó el 87,6%. En líneas generales, la mayoría de los departamentos ejecutó más del 80%.
Lima, encabezando la lista del ranking laboral departamental, recibió un presupuesto de S/10 millones y ejecutó el 96%.
Puno, pese a su gran presencia en el RNA, solo ejecutó el 64,3% del presupuesto asignado (S/5 millones).
El sector artesano es uno de los pocos rubros que han superado la valla prepandemia. Se ha logrado alcanzar los US$46 millones en materia exportadora y US$98 millones en ventas dentro del mercado local.
Mincetur planea realizar 24 ferias artesanales en un trabajo articulado con los Gobiernos regionales y locales. Se espera que esta medida permita generar ventas por cerca de S/3,5 millones.
A través del concurso ‘Somos Artesanía’, se ha asignado un presupuesto de S/5,17 millones para promover la reactivación, innovación, formalización y competitividad de 1.035 artesanos y sus asociaciones.
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Dalila Gamarra, miembro de la SNI
“El RNA no llega realmente a las comunidades que están en el Perú profundo y no hablo solamente de la zona andina, sino también están los artesanos de la selva. Si bien es cierto que Mincetur hizo su trabajo de difusión, las zonas más escondidas no saben de este registro”.
Enfoque. Rusbel Hernández, director de Desarrollo Artesanal del Mincetur
Desde el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) hemos identificado alrededor de un 60% de personas que se dedican a la actividad artesanal, pero no de manera permanente. Es una actividad estacional, en algunos casos, especialmente en la zona rural dispersa, donde la población se dedica a otras actividades como la ganadería o la agroindustria.
En ese sentido, la artesanía aparece como una oportunidad de desarrollo económico. La formalización es un proceso largo para este tipo de unidades productivas, debido a que en realidad son unidades familiares. Al no ser una actividad periódica, sino más bien estacionaria, ellos lo que buscan es incorporarse al proceso productivo a través de esta acción.
Normalmente, nosotros tratamos de identificarlos y, progresivamente, darles servicios de formalización a través de beneficios tributarios o darles alguna noción o servicios vinculados al desarrollo de oferta productiva.