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Domingo

¿A dónde van nuestros desechos electrónicos?

El Perú produjo más de 190.000 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en el 2023. Estamos entre los diez países de Latinoamérica que más residuos de este tipo producen, y apenas reciclamos el 4% en plantas de tratamiento formales. ¿Qué materiales se pueden reciclar y cuál es el destino que vuelven a tener?

Diligentes trabajadores que llevan cascos y mascarillas con filtros, para evitar aspirar algún componente tóxico, se encargan de desmantelar los CPU y otros aparatos que llegan hasta la planta de la empresa Comimtel, en San Martín de Porres, trabajando con pistolas hidráulicas o, según el caso, con otras herramientas.

Esta es una planta de tratamiento y valorización de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). En su local procesan unas 550 toneladas de estos desechos mensualmente. Allí llegan desde aparatos electrónicos domésticos como lavadoras, refrigeradoras, televisores, radios, etc., hasta computadoras, laptops, impresoras, condensadores y otros materiales usados en la industria, pasando por componentes pequeños como teléfonos o tablets.

 De todo lo que llega, hay muchos materiales que se pueden aprovechar y darles un nuevo uso en la industria o algún emprendimiento.

“De las 11 categorías en que se clasifican las RAEE, la que más se aprovecha es la de cómputo e informática. Los CPU tienen un alto contenido de material ferroso: podemos encontrar aluminio, cobre, y las tarjetas electrónicas también son ricas en metales preciosos como el oro y la plata”, explica Lucía Fuentes, responsable de Marketing y Comunicación de Comimtel.

El material reciclado tiene como destino la comercialización local e internacional. Esta empresa ha exportado a Bélgica 38 toneladas de tarjetas electrónicas que se convertirán otra vez en materia prima para nuevos dispositivos electrónicos. Hoy muchas industrias usan material reciclado en sus productos: por ejemplo los relojes neutros en carbono.

“En el Perú, los componentes ferrosos recuperados se comercializan a fundidoras locales para varillas de construcción. El aluminio reciclado se convierte en hidrantes y válvulas, y en tapas que usan empresas como Sedapal. El cobre de los aparatos eléctricos se usa en fungicidas agrícolas. Hay diferentes cadenas productivas para diferentes componentes. El plástico ABS va a emprendimientos que buscan crear nuevos productos”, explica Fuentes.

Pero los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) también guardan materiales peligrosos entre sus componentes.  Por ejemplo, las baterías de litio y materiales  como el cadmio, mercurio, plomo, cromo, arsénico. Esos componentes no se reciclan, sino que son separados con cuidado para su posterior disposición en rellenos sanitarios autorizados por el Ministerio del Ambiente.

La mayoría de plantas de tratamiento y reciclaje de RAEE están ubicadas en Lima. En la vista, planta de Comimtel. Foto: Difusión

Minam, el vigilante

El Perú produjo el 2023 unas 190.000 toneladas de RAEE. Año a año, ya sea por temas de hábitos de consumo o de rápida obsolescencia de los equipos, esa cifra ha ido aumentando. Estamos entre los diez países de Latinoamérica que producen más de estos residuos y por el momento solo reciclamos el 4% de todo eso.

El Ministerio del Ambiente es el responsable de establecer el régimen  de los RAEE, y las obligaciones para los involucrados (productores y comercializadores de RAEE, generadores y operadores) en las diferentes etapas del manejo: segregación, almacenamiento, recolección, transporte, valorización y disposición final. También impulsan y supervisan los puntos de acopio que existen a nivel nacional.

En todo el país existen unos 200 puntos de acopio de RAEE, la mayoría en Lima, porque en la capital es donde se generan más de estos residuos. Estos puntos funcionan en centros comerciales, centros de atención al cliente de conocidas marcas, tiendas, donde también se ofrecen estos dispositivos, y lugares establecidos por las municipalidades en colaboración con los propios comercializadores.

A estos puntos, la población puede acercarse y entregar generalmente pequeños dispositivos como celulares, tablets, relojes, radios, routers o módems, además de focos o fluorescentes, entre otros. Luego, todo lo recolectado va a plantas como la descrita al inicio, donde se recicla todo lo aprovechable.

“En estas plantas se cuenta con todo lo necesario para que los RAEE sean adecuadamente valorizados, pero también para que la fracción peligrosa, contaminante, sea adecuadamente manejada y dispuesta en un relleno de seguridad para evitar que sea liberada al medio ambiente”, explica Christian Ortiz, de la Dirección de Residuos del Minam.

El funcionario explica que los RAEE, al ser una mezcla de varios elementos, tiene materiales valiosos y otros tóxicos. Por ejemplo, cuando se tratan informalmente los metales pesados que hay en ellos (plomo, cadmio,mercurio, arsénico, sustancias halogenadas, sustancias bromadas) hay peligro para las personas.

“Por ejemplo, si para recuperar el cobre de los cables, queman estos circuitos, al quemarse se liberan dioxinas y furanos que son altamente contaminantes, cancerígenos, y persistentes porque permanecen en el ambiente. Y se van acumulando las concentraciones en el organismo, y los efectos adversos son mayores. Por ejemplo, una mujer gestante que tenga estas sustancias en su organismo puede transmitirlo al bebé. Por eso hay que tener mucho cuidado con el tratamiento de los RAEE”, explica.

En la imagen, todo lo que puede ser desechado para su posterior tratamiento y reciclaje. Foto: Difusión

También llama la atención sobre botar los focos o fluorescentes en la basura porque contienen mercurio y cuando se rompen se libera esta sustancia contaminante. “Se debe disponer en lugares adecuados y en sus cajas. Incluso en el piso uno del Minam tenemos un punto de acopio para focos”, dice.

En la página web del Minam hay información sobre lugares de acopio, plantas de reciclaje y revalorización, y contactos para que incluso puedan pasar a recoger los RAEE a desechar. Ese aparato que ya no sirve quizá pueda ser parcialmente aprovechado y reciclado. Desecharlo responsablemente es jugar a favor de nuestro medio ambiente.