La música andina no se detiene. Avanza como los ríos entre nuestros pueblos. Un ejemplo de ese avance vigoroso son los conciertos de Amaranta, la voz que llena locales y atrae como un poderoso imán los sentimientos de los migrantes peruanos en el extranjero. Cuando canta, cuando los saxos alzan su sonido compacto, cuando la batería resuena y el violín armoniza, nuevas generaciones de peruanos festejan, sacuden pisos y voluntades, viven su música intensamente.
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Karina Benites Franco, la voz de la agrupación Amaranta, a quien sus hinchas identifican también con ese nombre, es una figura que silenciosamente, ajena a radios o canales de TV, está logrando un público numeroso para su música. En YouTube, el videoclip de su ‘Mix de tunantadas’ supera los 35 millones de vistas; el de ‘Dime tú’, los 25 millones; el de ‘Malo tu corazón’, los 13 millones; el del ‘Mix de huaynos huancas’, los 9 millones; el de ‘Dime por qué’, los 2 millones; y el de ‘Promesas’ alcanza los 1,7 millones de visualizaciones.
Y en sus conciertos, en los distritos de Lima o en provincias, miles se convierten en sus incondicionales. Para ellos, su canto es como una de esas medicinas con hierbas frescas de nuestros valles, un relajante natural.
¿Cómo definirías tu propuesta musical?
Amaranta forma parte de la corriente novoandina, de la música andina contemporánea. La música que hacemos tiene bastante de profundidad, del ande peruano. No ha perdido las características del huaino, de la tunantada, de los demás ritmos andinos, pese a que le hemos incorporado instrumentos modernos, como la batería acústica, que es ese tipo de batería un poco más compleja; el teclado; el bajo electrónico; inclusive le añadimos el charango, que no se ponía en la música del centro del Perú; también el clarinete; percusión menor; y demás instrumentos que, creo, en lugar de quitarle esencia, han aportado para que nuevas generaciones se acerquen a nuestra música.
La agrupación fue fundada por Emilio Mattos. Su director musical es José Meza. Foto: Marco Cotrina
Están consiguiendo nuevos públicos.
Sí, reunimos bastantes jóvenes y también niños nos siguen. Me sorprende porque quiere decir que estamos sembrando bonito y bien.
También has enfrentado críticas, ¿no?
Al principio, sí. Ya paró eso. Ese tipo de críticas las hacían bastante, por ejemplo, al dúo Gaytán Castro, en su época, porque hicieron revolución en la música andina. En nuestro tiempo como que ya ha sido aceptado. Críticas a la forma, al estilo, muy poco, casi nada.
En los escenarios, Amaranta desata un sentimiento que la acerca a las grandes del folclore. Sus seguidores aseguran que tiene más de un aire a Flor Pucarina y hay quienes hasta la consideran su sucesora. Mientras las opiniones sobre ese punto van y vienen, su orquesta de 14 músicos —con toque típico y moderno a la vez— acompaña sus tunantadas, huainos, caporales, carnavales. Y sus seguidores crecen, se multiplican, mutan. Son familias enteras, parejas, jóvenes de raíces provincianas.
Decías que tú me querías/ pero mentira/ todo era falso… Muy malo tu corazón/ y un día vas a pagar/ todo el daño que haces tú… La tunantada es mi vida/ ayer la bailé/ en la otra vida seguiré bailando… Pero no olvides jamás/ que en esta vida todo se paga/ si ahora yo sufro por tu cariño/ ya llorarás…
Artistas como Milena Warthon, Wendy Sulca y Renata Flores experimentan y dan toques pop a su música. ¿Harías eso?
Lo respeto, me gusta mucho, pero no me he atrevido y no está en mis planes. Nosotros tenemos un formato, una esencia, algo que gusta, y así queremos mantenerla. De repente en un futuro podríamos hacerlo. No lo descartamos.
Pero estoy contenta con lo que hago. Me funciona. Si le agrego otras cosas, no me sentiría bien, por lo menos, en este momento.
De haber innovación, ¿te inclinarías por lo latinoamericano, lo electrónico?
Primero me gustaría que se popularice con su propia esencia. Por ejemplo, que la tunantada mantenga su propia esencia, que sea querida y admirada en el mundo entero, por qué no.
¿Pero deseas ir más allá de lo tradicional?
Sí, mira, hace años los métodos para una producción discográfica no eran idóneos para siquiera asemejar los estándares internacionales. Se grababa en grupo, de repente sin afinar los instrumentos, sin ver la parte de arreglos musicales, sin ver los brillos de cada instrumento, sin saber un proyecto en general. Hoy sí lo hacemos. Y queremos especializarnos, mejorar. Si bien en nuestro país hay mucho talento, buscamos que esto vaya más allá, acrecentar la calidad musical para que no sea solo admirada en el país, sino en otros lados. Mira el caso de los mariachis. Su estilo musical es popular en el mundo. ¿Por qué no hacerlo con un huaino ayacuchano, con una tunantada?
Karina Benites ‘Amaranta’ (39) tiene una legión de incondicionales en las redes. Foto: Marco Cotrina
¿Te sientes contenta con el término Reina de las Tunantadas o te ves limitada?
No desprecio ningún apelativo que se me haga llegar con cariño, pero en realidad es limitante. No somos tunanteros al cien por ciento. Amamos la tunantada, es uno de los ritmos que más satisfacciones nos ha dado, con los que más nos reciben… Pero hacemos canto del norte, del sur. Ahora viene un disco un poco más latinoamericanizado… Tenemos morenadas, tinkus, caporales y ritmos que no forman parte solo del ande peruano, sino de Latinoamérica.
Justamente, Karina Benites acaba de presentar el videoclip de ‘Mamita’, grabado en el salar de Uyuni, en Bolivia. Y ella, que se graduó en Derecho y Comunicaciones, que tiene raíces ayacuchanas y es familia del maestro Jaime Guardia, se presentará el viernes 21 de julio en Arena Bar de Barranco y el domingo 23 de julio en el Parque de la Exposición. Y alista viaje a Europa por Fiestas Patrias con su orquesta.
¿Qué te parece el reguetón?
Hay reguetones y reguetones. Hay canciones muy bonitas, como las que son un total adefesio, denigrantes para la mujer. Hay artistas que no admiraría jamás, por sus letras y cómo se expresan. Pero hay reguetones rescatables.
Amaranta no quiere quedarse en su zona de confort. Grabará unas cumbias, ya tiene algunas de su autoría. Y sueña con ganar un Grammy. “¿Por qué no hacerlo con música andina?”, sostiene. “No soy de las personas que se las creen. Hasta ahora, no. Cuando me gane un Grammy, quizás sí”. Y sonríe.