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Domingo

Tratado sobre niñas madres

El libro Embarazo adolescente, constante violación a los derechos fundamentales vuelve a poner este tema sobre la mesa. Es una publicación que deja en claro que el Estado no enfrenta el problema como debe.

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Problema. Menores embarazadas que dejan la escuela viven en zonas rurales. Foto: La República

En el Perú, 13 de cada 100 adolescentes de entre 15 y 19 años son madres o están embarazadas por primera vez. Y del universo de adolescentes mujeres de 15 años a más, el 27.5% deja de estudiar por haberse embarazado. Casi la mitad de las chicas que dejan de estudiar viven en zonas rurales o de la Amazonía. Otro dato indignante señala que gran parte de los embarazos adolescentes son producto de una violación.

"Las cifras de embarazo adolescente en el país son escalofriantes. Y lo que más sorprende es que, a pesar de ello, no tengamos políticas de Estado destinadas a atenderlo y combatirlo. Tampoco he escuchado a alguna candidatura presidencial, ni como política de algún gobierno, que se ataque este tema”, explica la abogada Alessandra Mendoza del Valle, autora del libro Embarazo adolescente, constante violación a los derechos fundamentales.

Una adolescente que se embaraza ve truncado su proyecto de vida, porque muchas veces queda excluida de una educación superior y, con ello, de la oportunidad de empleo que le permita desarrollarse junto con su niño. Un círculo vicioso que la condena a la pobreza a ella y a la siguiente generación. Y que un gran sector de jóvenes no pueda desarrollarse integralmente impactará en el futuro del país.

Otro dato preocupante es que en los últimos años el número de menores de diez años embarazadas ha ido en aumento, lo que habla también de un grave problema de violencia sexual en nuestra sociedad.

“No encuentro un problema de política pública que sea así de transversal. Empieza en el derecho a la vida, pasa por el derecho a la salud, que está vinculado al derecho al bienestar, y pasa por la integridad física y psíquica, porque hay una cantidad importante de niñas víctimas de violación sexual”, señala la autora. En este sentido, un primer respaldo pasa por el apoyo psicológico a las menores.

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Enfrentar el problema también pasa por el derecho a la educación desde el lado de la prevención, brindando una educación sexual
integral desde el colegio, que dé información a los jóvenes sobre el impacto que tiene un embarazo adolescente e incluso les permita el acceso a métodos anticonceptivos. Este tema siempre ha tenido detractores porque somos una sociedad conservadora, pero cada vez se hace más necesario.

El libro también plantea recomendaciones desde el lado de la atención. Por ejemplo, identificar a las niñas embarazadas a través de los hospitales y centros de atención, para contar con un registro y a partir de ahí tener fases de intervención. La autora señala que el soporte psicológico debería ser de seis meses, según una exitosa experiencia colombiana, para que la menor se involucre con su bebé porque -explica- se trata de niñas cuidando a otros niños.

“En la fase de atención es importante darle el apoyo para que terminen el colegio, quizá en centros no escolarizados. Y el Estado debería brindar talleres de formación o carreras técnicas. Luego, a través de una Oficina de Empleabilidad, colocarlas en un trabajo para que pueden solventarse. También es necesario un Centro de Desarrollo Infantil, para que alguien se haga cargo de sus niños mientras estudian o trabajan. Si no es imposible”, precisa la autora.

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Como parte de su investigación ella ha visitado algunos albergues que atienden a menores con este problema, pero ha comprobado que se trata de esfuerzos aislados y que no hay una política pública de Estado, seria, coherente y a largo plazo para la atención y prevención del embarazo adolescente.

El libro se presenta el 16 de marzo. “La sociedad civil tiene un rol fundamental. Si ponemos el tema sobre la mesa y exigimos que se haga algo, podríamos lograr un cambio en nuestras autoridades, que es lo que se necesita”, dice Mendoza.