Una mujer contra el poder judicial
“Ella” afronta un juicio contra su expareja y ve el trato denigrante de los operadores de justicia contra niñas y mujeres y quiere incendiar el mundo. Esta es la trama de Juzgado de Familia Número 6, un
monólogo escrito y actuado por Nani Pease.
Un policía alto y corpulento lleva de la mano, casi jaloneando, a una niña de once años. Desde el otro extremo del pasadizo, su compañero le dice: “Oye, ¿vienes más tarde?”, y aquel le responde: “No puedo. Tengo que llevar a esta violada a que le hagan un peritaje”. Vio-la-da, gritó el policía sin pudor. Este episodio de horror fue presenciado por la actriz y dramaturga María Angélica “Nani” Pease hace algunos años mientras acudía a sus citaciones en el Instituto de Medicina Legal. Afrontaba un juicio de índole familiar y tenía que asistir a esta instancia de justicia para que su salud mental sea evaluada. Pero ¿quién podría conservar la cordura en medio de un contexto tan hostil y denigrante para mujeres y niñas?
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“Ves tales barbaridades, tratos deplorables, revictimización, que te provoca gritar y denunciar a todo el mundo”, dice la también antropóloga con un PhD en Psicología. En su tránsito por las fauces de nuestro Poder Judicial, Pease vio de todo: policías que no demuestran la más mínima empatía con mujeres que sufrieron violencia; abogados que instruyen a niños víctimas de violación con la puerta abierta; operadores de justicia, en suma, que ejercen sádicamente su pequeño poder maltratando al otro.
“Era espantoso el ambiente. Mi manera de lidiar con esa experiencia de película de horror fue registrarla”. Durante buen tiempo, Pease escribió textos sueltos sobre lo sucedido, hasta que, en 2020, en plena cuarentena, decidió volcar lo vivido en una pieza de teatro.
Así nació Juzgado de Familia Número 6 (dirigido por Tirso Causillas), monólogo en el que Nani encarna a Ella, una mujer que encara un juicio de tenencia, que además sufrió maltrato físicoy psicológico por su exmarido, y tiene que enfrentarse a un sistema judicial peruano plagado de violencia machista.
El 8 de marzo pasado, en el Día internacional de la Mujer, la obra fue estrenada en su modalidad presencial en el Centro Cultural de la PUCP. En 2021, tuvo una temporada vía Zoom en el Encuentro de Derechos Humanos de Idehpucp y algunas presentaciones en vivo en el Festival de Artes Escénicas del año pasado. “Esta es la tercera versión de la obra, el texto es el mismo, pero hay mucha más rabia, y es lógico, estando el Perú como está, con mujeres detenidas, con madres insultadas por ir a marchar con sus hijos, el tema sigue vigente”.
"Ves tales barbaridades, tratos deplorables, revictimización, que te provoca gritar y denunciar a todo el mundo”, dijo Nani Pease. Foto: La República
La puesta en escena es minimalista, el juzgado es representado por una caja negra tan estrecha como un ataúd. Desde allí, Ella nos contará sus experiencias de terror como el episodio del policía en medicina legal gritando la condición de vio-la-da de la niña, ante lo cual, indignada, querrá volar en pedazos todo. Pero eso solo pasará por su imaginación, porque los psiquiatras están evaluando su salud mental, y Ella tiene que aguantar la rabia para parecer cuerda. “La obra se mueve en dos planos en lo que pasa en la realidad y en lo que pasa en la cabeza de Ella”, precisa Pease.
Escuchamos a Ella y sufrimos con ella y nos llenamos de rabia cuando es minimizada en la comisaría por el policía, devaluada por su
propio abogado, infantilizada por el juez. Nani interpretará a todos los personajes, a verdugos y a la víctima, acompañada por la música en vivo de Alfredo Anderson (batería) y Loko Pérez (guitarra). “Ella se pregunta todo el tiempo si su historia tiene sentido en el mar de horror de historias que se viven en el país. Sabe que va a perder el juicio, el valor de su historia es contarla”, dice Pease.
La historia de Ella en Juzgado de Familia Número 6 es la historia de miles de mujeres y niñas anónimas que, siendo víctimas de sus agresores, son atacadas nuevamente por un sistema judicial machista y sádico. Pease confiesa que después de las funciones recibe mensajes de mujeres contándoles sus propias pesadillas.