Pómulos marcados, pelo negro y lacio, extremidades largas, 1.78 de estatura, cuando Juana Burga se introdujo en el mundo del modelaje, sus rasgos inquietaban a los fotógrafos: ¿brasileña?, ¿colombiana?, ¿india?, ¿filipina?, le preguntaban sin atinar con sus orígenes, hasta que respondía que era peruana y sorprendía.
Eran comienzos del milenio y, a sus 16 años, Juana comenzaba a hacerse una carrera como modelo internacional. Había ganado el prestigioso concurso Elite Model Look -que descubrió a supermodelos como Cindy Crawford y Gisele Bundchen-, y siendo una adolescente rotaba en sesiones fotográficas de agencias de modelaje de New York, París y Londres. En ese entonces, el mundo del modelaje no era el de ahora, aún predominaba la imagen de la modelo caucásica como el ideal de belleza.
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“Un fotógrafo en París me dijo qué hacía allí, porque a ellos no les gustaban las chicas que están en un punto medio [que sean latinas], y que nadie se identificaría conmigo en esa parte del mundo”, dice Juana a través del Meet, con ese tono medio español, medio americano que distingue su espíritu cosmopolita.
A pesar de aquel trago amargo, Burga, de 31 años, es hoy la top model peruana más requerida por marcas como Dior, L’Oreal, Tommy Hilfiger, H&M, aparece en las portadas de revistas de moda influyentes como Vogue, L’Officiel, Harper’s Bazzar, ha desfilado en diferentes ediciones de la Semana de la Moda y ha sido fotografiada por su exitoso paisano Mario Testino.
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Dice que lo exótico de sus rasgos le ha permitido ser multifacética y haciendo un mapeo de sus orígenes encuentra que ese pelo y esos pómulos le provienen de su herencia chiclayana, es el vivo retrato de su abuela materna Dora Chanamé. Intuye que Cervera, su segundo apellido, tiene un origen español: “Es que Pimentel fue uno de los primeros puertos del Perú, llegaban barcos de todas partes, hubo tanta mezcla”, dice, pero remarca que se siente una fiel representante de los moches.
“Algún día me haré un test de ADN”, agrega en referencia a esa prueba que promete revelar la línea ancestral de una persona y que se puede comprar vía Amazon.
Juana -y no Juanita (no le gusta el diminutivo)- vive actualmente en el Upstate de New York, a una hora de Manhattan, en una amplia casa que remodeló su esposo, el danés Martin Landgreve, y que ha quedado tan bien que fue fotografiada por la prestigiosa revista Architectural Digest. Desde allá se toma un tiempo para esta entrevista.
Su semana está llena de actividades, tiene que ir a pruebas de ropa, cerrar conversaciones con clientes para próximas campañas y asistir a eventos por el Día del Océano, pues es integrante de la organización medioambiental Parley for the Oceans. “Es un ping pong de cosas, no hay tiempo para descansar, cuando me involucro en algo lo hago a doscientos por ciento”, agrega.
Hace unas semanas estuvo en Perú, y no precisamente para modelar. Juana también es actriz. Estudió actuación en una importante escuela de New York y debutó en el cine siendo la protagonista de Los últimos (2017), una película posapocalíptica del argentino Nicolás Puenzo.
En mayo pasado se trasladó a Cusco para rodar La piel más temida, la última película del huancaíno Joel Calero, en la que encarnará a Alejandra, una chica de 27 años que creció en Lima y que viaja a la ciudad imperial a vender una casa heredada de su abuela. “Será un viaje de búsqueda hacia la propia identidad, a saber, quién es ella”, dice Juana, que confiesa tener una especial conexión con su personaje, ya que como Alejandra también necesita regresar a su tierra cada tanto para encontrarse con sus raíces, por eso, cada vez que puede, viene a Perú.
Junto al director Joel Calero en el rodaje de La piel más temida, film que busca el apoyo del público a través del crownfunding. Foto: difusión.
Juana proviene de una familia de clase media, vivió hasta los 9 años en Barrios Altos y estudió en el colegio de monjas Virgo Potens. Su familia, que era numerosa, se mudó muchas veces, y la delgada niña de pómulos marcados y pelo negro despegó pronto a los 16 años cuando se fue a New York tras ganar el Elite Model Look. Se fue con 200 dólares en el bolsillo, dice, y sin saber hablar inglés: “Me sentía muy vulnerable, no conocía el lugar, estaba en lo más bajo, pensaba en regresar, pero luego apareció gente que comenzó realmente a verme y ayudarme”.
La piel más temida -que aún está en proceso de posproducción- la conectó también con otra iniciativa en la que Juana se ha metido de lleno, y esa es Vidawasi, una ciudadela ubicada en el corazón de Urubamba que dará atención médica pediátrica a niños con cáncer y otras enfermedades de las comunidades rurales, albergará a sus padres y recibirá personal médico voluntario.
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La modelo se enteró de esta noble iniciativa al ir por la carretera rumbo a Maras, donde grababa escenas de la película. Al ver el albergue, del que ya tenía conocimiento, llamó a su fundador Jesús Dongo, pactó una reunión, visitó el lugar y aceptó ser la embajadora internacional de Vidawasi, por lo que ayudará a buscar fondos para la culminación del proyecto. “En algún momento soñé con tener una ciudadela de este tipo para niños abandonados o que no tengan recursos para tratar enfermedades, por eso la siento tan personal”.
Como embajadora internacional de Vidawasi, Burga dará a conocer la iniciativa en el extranjero. Foto: difusión.
Burga se distingue por entregarse a las causas sociales. Su fundación, Nuna Awaq, busca revalorizar el trabajo de los artesanos textiles locales y promover el comercio justo. En su portal web se promocionan piezas con la intención de captar la atención de diseñadores y marcas internacionales que pueden ponerse en contacto con ellos.
Modelo, actriz, activista, Juana reconoce que uno de sus valores es su capacidad de adaptación.
Recuerda con cariño un consejo que le dio nada menos que la actriz Julianne Moore mientras grabada una campaña para L’Oreal: “Debemos dejarnos llevar por lo que sentimos, true to yourself, ser fiel a ti mismo”.