Ahí está don José Francisco de San Martín y Matorras en pleno balconazo en la plaza Mayor de Lima aquel 28 de julio de 1821. Porte de estadista, regio, blanco, con sus patillas de cantante de tango y rodeado de otros personajes igual de impecables, casi todos militares, un cura y apenas dos civiles en el estrado. Proclamando la independencia a plaza llena (algo que tampoco sucedió) con criollos, mulatos y hasta una tapada limeña en primera fila. ¿Por qué no hay indios en el público, pese a que era la población mayoritaria en aquella Lima del siglo XIX?
EDITORES. Los historiadores Cecilia Méndez y Juan Carlos Estenssoro, promovieron este proyecto nacional desde el 2013. Fotografía: Kattia Pacheco
Dos siglos después de esa supuesta escena, el año del Bicentenario acabó sin pena ni gloria. Fue un 2021 para el olvido, en plena pandemia y con unas elecciones donde dos agrupaciones políticas -investigadas por la Fiscalía como supuestas organizaciones criminales- pasaron a la segunda vuelta y ya sabemos quién salió elegido.
Lo único rescatable del año del Bicentenario fue la rica producción editorial dedicada al tema. Entre estas publicaciones sobresale Las independencias antes de la Independencia: miradas alternativas desde los pueblos, editado por los historiadores Cecilia Méndez y Juan Carlos Estenssoro, en un esfuerzo compartido por el Instituto de Estudios Peruanos y el IFEA, Instituto Francés de Estudios Andinos.
“Este libro es un primer esfuerzo integral por pensar la independencia desde un prisma simultáneamente continental, regional y desde los pueblos, y lo hace a partir de enfoques diversos, incluyendo el de la memoria, que es tan clave en la autopercepción colectiva de una sociedad”, nos dice Cecilia Méndez. Y agrega que “su particularidad adicional es que, en lugar de evadir el debate historiográfico, busca remecerlo. La pregunta central aquí es ¿por qué se instituyó el 28 de julio como día central oficial, cuando teníamos tantas otras posibilidades? Lo que está detrás de esa elección es una historia conflictiva y de violencia, que era más fácil tapar con la imagen idealizada y armónica, pacífica y jerárquica, de un San Martín providencial, pintado en la plaza de Armas de Lima proclamando la independencia. El libro, a semejanza de Discurso de Promoción, la obra de teatro de Yuyachakani, es, si se quiere, un intento por desdibujar ese cuadro, obligándonos a pensar en las historias silenciadas, y mayormente desconocidas, que están detrás”.
Todo empezó el 2013, cuando Estenssoro y Méndez convocaron al concurso de ensayos “Narra la independencia desde tu pueblo, tu distrito o tu ciudad”, consustancial al proyecto de este libro. El concurso, empero, sigue abierto y los trabajos se recibirán hasta el 15 de enero. Las bases se pueden leer en español y en quechua en la página https://bit.ly/narra-bases o en Facebook “Narra la independencia desde tu pueblo, 2da convocatoria”.
Por su parte, Estenssoro sostiene que solo lograremos entender cabalmente nuestra independencia “cuando reconozcamos que constituyó una suma de guerras civiles en vez de seguir externalizando ese conflicto interno, contándolo como una liberación llevada a cabo por ejércitos extranjeros contra un poder metropolitano europeo. Es más, al resumir la independencia al 28 de julio, los peruanos son evacuados de su propia memoria y amputados de todo protagonismo. Contra ese triste vacío, este libro ofrece voces olvidadas, miradas múltiples y un espectro temporal amplio que vuelven insignificantes al héroe, a la capital y al único día. La contribución de este libro va incluso más allá pues hace explicita otra larga guerra civil, de casi dos siglos, enterrada debajo de ese desierto artificial que constituye el 28 de julio: nuestra guerra civil por fijar la memoria histórica de la independencia”.