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Domingo

Los sonidos peruanos de Pedro Capó

El ganador del Grammy Latino 2019 se nutre de la espiritualidad de nuestra selva y usa instrumentos peruanos en Munay, su nuevo disco. Quiere tocar en el Perú cuando la crisis del Covid-19 sea superada.

En febrero de este año, el caserío de Bello Horizonte, en el distrito de Curimaná, Pucallpa, se alteró de pronto. Los lugareños están acostumbrados a recibir a los turistas que quieren conocer la catarata Regalía, una caída de agua a la que se llega en peque peque, cruzando el río Aguaytía. Pero el visitante que arribó en esa fecha tenía otros planes. Lo atraía la paz de la selva virgen y los ritos de purificación que practican los maestros de ayahuasca. Su presencia despertaba el entusiasmo desbordante que sus canciones generan en YouTube. El fenómeno Pedro Capó estaba en Curimaná, pero en esa ocasión prefería el perfil bajo.

Un mes antes de que el mundo entrara en cuarentena, Capó –que ganó el Grammy Latino 2019, en la categoría mejor canción, con ‘Calma’, una mezcla de ritmos urbanos, pop y reggae– buscaba en la selva de Pucallpa un poco de sosiego.

Empezó su conexión con la ayahuasca hace veinte años, en Puerto Rico, donde nació hace 39 años, de la mano de un maestro peruano. Desde entonces, ha hecho unos 40 retiros, tres de ellos en el Perú, cada uno de 15 días, y él mismo ha promovido este tipo de encuentros en Nueva York y Puerto Rico.

En febrero, cuando estuvo en Curimaná, se refugió en un campamento cercano a un riachuelo llamado Munay. Y esa palabra, que en quechua significa amar, se le quedó grabada.

“Al quechua lo conozco por la ayahuasca. Los ícaros (los cantos) que usan los chamanes provienen del quechua, todas esas referencias a los animales de poder, a la sanación, a la conexión con la pachamama, son quechuas”, dice Capó en conversación con Domingo, a través del Zoom.

El camino de Munay

En una época en la que el impacto en las redes es la medida del éxito, Capó tiene cifras monstruosas. En agosto, la versión de Calma que grabó con el reguetonero puertorriqueño Farruko alcanzó los 2 mil millones de visualizaciones.

Y los temas incluidos en su nuevo disco van por ese camino, con su título en quechua y sonidos que también lo acercan a nuestro país.

‘La sábana y los pies’, uno de los temas de Munay, tiene una melodía base hecha con charango. Y las quenas y los ícaros (los cantos de los maestros de la ayahuasca) también tienen un lugar en este disco.

“En ‘La sábana y los pies’ hay un charango peruano. Es que el concepto debía estar hilvanado no solo con lo simbólico sino con la música. El hilo conductor de este disco son los sonidos andinos, hay charangos, hay quenas, hay sonidos de ícaros que se escuchan atrás, un poco de cumbia”, cuenta el músico, que terminó de grabar Munay en plena cuarentena.

“El disco se hizo en poco menos de un año. No tomó tanto porque lo teníamos bastante claro, lo que nos demoró más fue la pandemia (...). Se hizo a distancia todo. Tenías a músicos grabando charango acá, el baterista por allá, desde el Zoom. Y esto se logró fusionando lo que es más natural en mi música: el sonido caribeño, los colores urbanos, el pop”.

Cuando estuvo confinado en casa, por la cuarentena, Capó aprendió de todo un poco. Tuvo que echar mano a todos los medios electrónicos para concluir su disco. Fue interesante –dice– y liberador. “Tuve que montar un estudio en casa. Pero eso me ha dado una independencia que disfruto. Ahora siento que ando con un estudio ambulante todo el tiempo”.

Al puertorriqueño que se nutre de nuestros sonidos y la espiritualidad amazónica, solo le falta algo: tocar en el Perú. Es una deuda que piensa saldar cuando regrese la añorada normalidad.