En el Banco de Sangre del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), el mes de julio arranca con incertidumbre. La doctora Milagros Ramírez, jefa del servicio, teme que la reserva de sangre del hospital no se dé abasto. Los pacientes oncológicos que allí se atienden necesitan el líquido vital para continuar sus tratamientos.
Los que tienen leucemia, por ejemplo, necesitan con urgencia transfusiones de glóbulos rojos y plaquetas, células sanguíneas que su médula ósea dejó de producir debido al cáncer. Los que hacen quimioterapia tienen anemia y requieren unidades de sangre para remediar la disminución de hemoglobina.
Antes de la pandemia, el INEN recolectaba entre 100 a 120 unidades de sangre a diario para cubrir la demanda de los pacientes hospitalizados y ambulatorios. Sin embargo, durante el estado de emergencia, poca gente fue al hospital a donar por temor a un posible contagio.
De hecho, durante los más de cien días de confinamiento, el equipo se apoyó en un punto de recolección, ubicado en el centro comercial Plaza Lima Sur de Chorrillos, acondicionado en coordinación con el Ministerio de Salud (Minsa), que les abastecía de 20 a 30 unidades de sangre al día. Un número muy por debajo de la meta usual, pero era un apoyo, al fin y al cabo. Sin embargo, tras la apertura del comercio y el regreso del público, el módulo de la campaña de donación ha sido cerrado.
Es un momento crítico para el equipo de la doctora Ramírez. En la sala de atención de donantes del banco hay camillas vacías que esperan por voluntarios. Su asistente, el médico patólogo Luis Sánchez, llama a amigos y asociaciones benéficas convocándolos a la donación: “Hoy, primero de julio, ingresaron 29 donantes y tenemos 32 pedidos. Estamos usando el stock de ayer. Se viene un periodo de escasez”, alerta.
Mientras los médicos hacen llamadas telefónicas recordando a los potenciales donantes que el proceso no les quitará más de veinte minutos, que el Banco del INEN tiene una puerta exclusiva de ingreso y que sus ambientes cumplen con todas las condiciones de bioseguridad: los técnicos someten la sangre recolectada a un proceso de centrifugación que la fracciona en glóbulos rojos, plaquetas y plasma, cada componente sanguíneo será almacenado a diferentes temperaturas. El plasma, almacenado a -25 grados centígrados, será el que durará más tiempo, hasta tres años, y se utilizará para resolver trastornos de coagulación.
“Es un momento difícil. El INEN corre el riesgo de tener un déficit de sangre. Las consultas ya se están abriendo y hay nuevos pacientes ingresando al hospital. Pronto empezarán las cirugías, ¿qué pasará si no tenemos sangre?”, alerta la doctora Ramírez.
El desabastecimiento no se explica solo por la emergencia sanitaria. En general, el Perú no se distingue por tener una alta tasa de donación de sangre. En 2019, solo el 1.06% de los peruanos fue a pincharse el brazo para contribuir con los bancos de sangre, según cifras de la Dirección General de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre del Minsa, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que lo hago el 2%. El año pasado tuvimos un déficit de 330 mil unidades de sangre, que pudieron salvarle la vida a alguien.
“Hay dos clases de donaciones -apunta Claudio Yauri, cofundador de la Asociación Peruana de Donantes de Sangre (APDS)- la voluntaria y la de reposición”. La segunda es la más común en el Perú y es a la que recurrimos cuando un familiar ha tenido un accidente o necesita ser operado de emergencia. Entonces hacemos llamadas, convocamos amigos y conocidos, remediamos la demanda. Resolvemos nuestra necesidad inmediata e individual, pero no contribuimos con el suministro de sangre para el colectivo.
“Mientras que, en Colombia, según la Organización Panamericana de la Salud, el 94% de las donaciones son voluntarias, es decir, las mueve el altruismo y no la urgencia, en el Perú solo el 13% lo hace de esa forma”, apunta Yauri, economista de profesión, que, en 2014, decidió crear la asociación junto a Víctor Alfaro y Sandra Rubio, cuando un día, a la salida del hospital Rebagliati, alguien desesperado le ofreció 200 soles por una unidad de sangre.
“Piensa en la gente de provincia, en esos padres cuyo hijo con cáncer fue derivado a un hospital de Lima y requieren cuatro unidades de sangre a la semana y no tienen a nadie, ¿qué hacen? Pagarán a un des- conocido si tienen dinero, ¿y si no lo tienen?”, reflexiona.
Pensando en esas personas, desde hace seis años, la asociación realiza campañas itinerantes por todo Lima y ha contribuido con más de 3,500 unidades de sangre a los bancos de hospitales del Minsa y EsSalud. Actualmente tienen un Hemobus, un ómnibus donado por la empresa de transportes Civa que fue acondicionado con todos los equipos de una sala de donación y que recorre diversos puntos de la capital convocando voluntarios. Durante la pandemia, siguió circulando y hubo gente que, cumpliendo con todos los protocolos de bioseguridad, donó sangre, como los barristas de Alianza Lima, los bomberos, los militares y decenas de anónimos que han interiorizado la importancia de la colaboración.
El médico cirujano José Fuentes, director del Banco de Sangre y Hemoterapia - Pronahebas del Minsa, indica que del 31 de marzo al 30 de junio se colectó un total de 5,928 unidades de sangre en todo el Perú gracias a las campañas del ministerio y a la colaboración de Cencosud, empresa privada que cedió espacios en sus centros comerciales para la instalación de los módulos de donación. Esta cifra suena alentadora, sin embargo, si nos fijamos bien, nos arroja un promedio de 65 unidades de sangre al día, cantidad que fue distribuida a todos los bancos de sangre del sistema de salud, ¿habrá sido suficiente?
Es cierto que durante el periodo de aislamiento social el consumo de sangre disminuyó en muchos hospitales del país, pues no hubo accidentes de tránsito, ni robos a mano armada, y las cirugías se aplazaron. No obstante, finalizada la cuarentena, nos encontramos en una nueva encrucijada: las atenciones médicas por esas urgencias aumentarán y se requerirá más sangre, y mientras el virus siga circulando, muchos tendrán temor de salir de casa e ir a los hospitales. La donación será todavía más difícil en los meses que vienen.
El equipo de la doctora Ramírez del INEN seguirá en busca de voluntarios. En las semanas que vienen realizarán campañas itinerantes por las plazas de la capital. Ayer sábado estuvieron en el distrito de Jesús María.
“La meta es construir un gran Banco de Sangre para todo el país. El Perú ya tiene un préstamo del Banco Mundial para concretarlo”, comenta el doctor Fuentes del Pronahebas.
“Piensa en un banco de sangre como una gran fábrica -dice el doctor Sánchez del INEN- el insumo es la solidaridad de las personas y se producen varios productos como glóbulos rojos, plaquetas, plasma, que devolverán la vida a alguien”. Donemos.