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Domingo

Juan Ossio: “El presidente Vizcarra ha sido rebasado por las circunstancias”

Antropólogo. Doctor en Filosofía. Catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP. Exministro de Cultura de Alan García. Excolaborador del Movimiento Libertad.

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Juan Ossio

Su tarea siempre han sido las ciencias sociales. Es antropólogo e historiador. Sin embargo, la política no le ha sido ajena. Juan Ossio estuvo en la comisión de Uchuraccay y también en Fredemo, con Vargas Llosa. Acaba de publicar Fiestas y danzas del Perú, un hermoso libro publicado por el BCP, con el que se acerca al Perú profundo. “El Perú -dice- es un país alegre. Es una invención esa idea de que porque la cultura andina se desarrolla en valles encajonados, el carácter del peruano es deprimido”. Sostiene que las dos mil danzas que existen en el Perú son lo que mejor define nuestra condición pluricultural. Y que somos tan alegres que competimos en alegría. “Esa alegría -agrega- está arraigada, por los valores del dualismo, por la creatividad de nuestros bailes. Es una herencia prehispánica”.

A propósito, Chinchero también es una herencia de los incas...

Chinchero es una ciudadela importantísima. Era la gran residencia del inca reinante. Allí descansaba. Por eso es que Chinchero conserva una cantidad de monumentos hechos de piedra, que son magníficos. Y a eso se superpusieron luego los elementos cristianos. De tal manera que para mí lo de construir un aeropuerto en Chinchero me parece la aberración más grande. Además, no es un lugar adecuado para poder construir un aeropuerto.

¿El gobierno no entiende eso?

Desgraciadamente hay todo un grupo de personas interesadas en lograr lo de Chinchero, porque les traerá dividendos económicos un aeropuerto en la zona. Se va a llenar de hoteles, hay muchos que están buscando el lucro personal y quieren el aeropuerto, olvidándose de que si allí hay turismo es por los monumento que existen en Chinchero. Estamos matando a la gallina de los huevos de oro.

Los nuevos ministros de Cultura aceptan el cargo a pesar de que van a destruir Chinchero.

No lo puedo entender, sobre todo cuando hay ministros de Cultura que son expertos en patrimonio cultural, que han trabajado en arqueología, como la actual ministra de Cultura, Sonia Guillén, que es una experta en la cultura de Chachapoyas. Si ella ha aceptado ser ministra de Cultura, ha tenido que aceptar las reglas del juego. Tiene que estar de acuerdo con el presidente para alcanzar esa posición de ministro.

Y los anteriores también. Luis Jaime Castillo es arqueólogo.

En el caso de Luis Jaime Castillo, allí tengo otra discrepancia. Él intervino más bien en lo del museo de Pachacámac, con lo cual siempre he estado en total desacuerdo. Pachacámac ya tiene un museo de sitio. Hacerlo en Pachacámac no me parece que haya sido una cosa muy sensata, la verdad.

El presidente Vizcarra escucha a los interesados en logros económicos y desoye posiciones como la suya…

Pero por supuesto. Natalia Majluf es una especialista que ha dirigido maravillosamente bien el MALI, ha sido una de las primeras en poder levantar su voz contra ese proyecto, junto con ella toda una gama de profesionales nacionales y extranjeros que defienden nuestro patrimonio cultural. Sin embargo, se prefiere escuchar a aquellos otros que buscan mejorar su economía con la construcción del aeropuerto.

Usted fue ministro de Cultura, integró Fredemo. ¿Cayó en la tentación de hacer política?

La política nunca me ha interesado, mayormente. La política me arrastró cuando en un determinado momento consideré que, si la política me llevaba a servir al país, pues haría política. Y eso ocurrió cuando Mario Vargas Llosa me llamó para conformar la famosa comisión que fue a investigar la muerte de los periodistas en Uchuraccay.

¿Hubo instrucción de los marinos para aniquilar a los visitantes de Uchuraccay?

Lo que sí era evidente es que las fuerzas armadas visitaban a los campesinos y les decían: nosotros venimos por aire, pero cuídense de los que vienen por tierra. Por nuestro informe, nosotros fuimos satanizados por mucho tiempo hasta que la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que investigó al detalle años más tarde, confirmó lo que nosotros habíamos dicho. Otro momento de mi intervención en la política es cuando Vargas Llosa se opone a la estatización de la banca y nace el movimiento Libertad y después se formó Fredemo. Pero que conste, la idea que me lleva a participar es servir al país, no a la política.

Usted conoció a Ezequiel Ataucusi, ¿soñaba con el poder político?

Sí, pero por esta razón. Él, en los años 90, todavía estaba analizando la situación política, todavía no pensaba en lanzarse, tanto es así que tuvimos un almuerzo en mi casa con Mario Vargas Llosa. Al despedirse de Vargas Llosa, le dijo no se preocupe doctor, yo lo pongo en el trono y resulta que después es él quien trató de ponerse en el trono. Ezequiel consideraba que la política podía ser el instrumento para dos propósitos fundamentales. Uno, que le permitía expandir su mensaje a un ámbito mucho más amplio y dos, lograr consolidar las colonias que estaban desarrollando en la selva. Además, como presidente podría difundir de una manera más amplia, la predica que él estaba desarrollando, que era para poder salvar al mundo de un cataclismo que iba a venir inminentemente.

El antropólogo Pablo del Valle sostiene que no son fundamentalistas porque provienen de distintas fuentes…

En realidad, desde cierto punto de vista, no son fundamentalistas. Son muy abiertos, aceptan y congenian con otras congregaciones religiosas. Son sumamente abiertos. Lo que sí Ataucusi se consideraba un verdadero intérprete de las sagradas escrituras. Allí establecí una analogía entre Ataucusi y Abimael Guzmán. Mientras que Abimael consideraba haber llegado a la perfección del marxismo, Ezequiel se estimaba el exégeta mayor de la Biblia. Desde ese punto de vista, sí podríamos decir que era fundamentalista.

En ellos, en estas últimas elecciones, el poder religioso se ha asociado el poder político, ¿no resulta peligroso como ocurre en Bolivia, con el uso de la Biblia?

Peligroso no, porque son acomodaticios. Entonces, el problema que yo veo es peligroso para ellos mismos. Yo tengo la impresión de que puede producirse un resquebrajamiento en la congregación, ya de hecho vemos que hay conflictos, por un lado, tenemos a un Juan Ataucusi, por otro lado, tenemos a Jonás Ataucusi, que es el que se considera el legítimo, que estaba no habido y ha reaparecido. Cuando vivía Ezequiel, siempre predicaba, pero el nuevo líder, Jonás, nunca aparece, es una entelequia. No tiene el carácter de un líder religioso, tampoco tiene la capacidad de ser líder político. Es cierto que hay un grupo que está detrás y un poco que lo maneja a él. Él nunca quiso ser el sucesor, él era taxista y como taxista estaba contento.

Pero estarán como Frepap en el Congreso.

El problema allí es el siguiente: cuando los políticos comiencen a tomar decisiones que sean contradictorias con los valores religiosos que tienen, cuando se tenga que discutir, por ejemplo, el tema de la homosexualidad o cuando se tenga que discutir de la igualdad de género, cuando se tenga que discutir temas fundamentales dentro del ámbito religioso, yo me temo que pueden surgir conflictos entre los que manejan los dogmas religiosos y los que están tratando de ser flexibles, acomodándose al lenguaje de la política nacional.

¿Cómo explica el suicidio de Alan García?.

Primero, era una persona que consideró que su segundo gobierno fue un gobierno que permitió reducir la pobreza drásticamente, permitió abrirnos al mundo entero gracias a los tratados de libre comercio. Era un hombre con mucho sentido de la historia y él quería reivindicar lo que no había podido lograr en su primer gobierno, que fue desastroso. Pero en este segundo gobierno él se esmeró por tratar de hacer las cosas bien y llevar al país a una condición que no lo habían llevado los gobernantes.

Pero las investigaciones han ventilado muchos actos de corrupción en su gobierno.

Perdón. No sabemos que él haya cometido actos de corrupción, que pueda haber tenido acólitos que hayan cometido actos de corrupción, eso nadie lo puede descartar. Al presidente Belaunde lo tenemos en un pedestal y sabemos que el presidente era incapaz de tocar un centavo, pero no ponemos las manos al fuego por los ministros que lo acompañaron. En el caso de Alan García yo he sido testigo de cómo exigía a cada uno de sus ministros que aclararan bien cuál era la situación en la que se encontraban, porque no quería tener ministros que fueran acusados de corruptos.

Luis Nava, secretario de García, también fue testigo de sus actos y está dando cuenta de cómo fueron las cosas con Odebrecht.

Pero está utilizándose el viejo método: o confiesas esto o te vas a la cana. De lo que él está señalando no se ha probado absolutamente nada. Simplemente se han levantado acusaciones por qué, porque el hombre quería escaparse de la posibilidad de irse a prisión. Y cuando a uno le están ofreciendo esa oportunidad, uno se vende hasta al diablo.

Durante las investigaciones no se puede decir que es culpable, pero tampoco que es inocente.

Perdóname, se sigue investigando, pero no se le coacta…

¿Usted cree que es inocente?

Sí, yo creo que es inocente. Es uno de los mejores presidentes que hemos tenido en el siglo XXI. La idea de que lo fueran a enmarrocar, su orgullo, su ego colosal, sobre todo porque consideraba que había actuado bien, eso no lo admitía.

¿O fue temor a la justicia?

No fue temor a la justicia. Es simple y llanamente sentido del honor, del orgullo, eso lo llevó al suicidio. Estoy absolutamente convencido.

La corrupción es un cáncer. Tenemos presidentes presos, fugados y sospechosos. ¿Cómo salir de ese pantano que es la corrupción?

Hay que ejercer una fiscalización muy grande. Hoy por hoy, hay que ser sumamente cuidadoso en escoger a los ministros. Es decir, no se puede estar eligiendo a personas que después de dos meses vas a cambiar por otras. Desde un primer momento, un estadista debe de conocer a su gente, a la gente que está capacitada para poder desempeñarse en determinadas funciones y que lo va a hacer con honestidad. Ese es el hombre estadista, el que sabe conocer con qué gente se va a rodear. No simplemente buscarse a alguien para salir del paso, porque haya apremio de poder rellenar el espacio del ministro que acaba de salir.

¿Está recomendando un curso intensivo de estadista al presidente Vizcarra?

Por supuesto que sí. Lo que pasa es que el presidente Vizcarra le ha caído en gracia esa situación, lo ha hecho tan mal. Es decir, yo comprendo que ha sido un momento sumamente difícil el que le ha tocado gobernar. Digamos que ha sido rebasado por las circunstancias. Él viene de una experiencia de ser gobernador en Moquegua, que es muy distinto de ser presidente de un país. Bueno, ha tratado de hacer lo que es posible, aconsejado por algunas personas. Pero hay que ver que es una persona dubitativa. Nunca en la historia de los presidentes hemos visto tantos cambios de ministros. Sobre todo, en circunstancias impregnadas por esta corrupción, en la que se han desatado cosas desastrosas.