¿Quiénes pisaron donde yo piso? ¿Quiénes pasaron por donde yo paso? ¿Qué hubo alguna vez allí donde ahora hay paredes tapiadas o edificios modernos de cinco pisos? ¿Una cárcel, un bar, una Casa de la Cultura?
Es la calurosa tarde del sábado 18 de enero, y Luis Rodríguez Pastor cuenta con lo necesario para responder este pliego de preguntas: un parlante, documentos históricos y una cabeza amoblada.
De otra manera no se habría animado a semejante tarea: organizar un recorrido celebratorio por los 109 años de José María Arguedas, ese peruano inmenso cuya obra sigue leyéndose a medio siglo de su partida.
En realidad, se trata de la séptima salida. Pero esta vez la expectativa ha crecido exponencialmente. Más aún con el peso de los invitados: Carmen María Pinilla, la biógrafa del Tayta, y el antropólogo Rodrigo Montoya. Invitados que llevan años transitando en el universo arguediano. Y que podrían levantar la voz ante algún vacío informativo o dato equivocado.
Así que esta ruta es también, en algún sentido, un examen de grado. La prueba final de un investigador curtido, aunque joven, en su estreno como guía. Una iniciativa más vívida para transmitir lo que le ronda.
En esta ocasión la ruta de “El zorro de abajo” será más corta que de costumbre (normalmente dura tres horas y media), pero más visual. En dos de las cuatro paradas contarán con las performances del grupo Yuyachkani. Así como el sello sonoro del violinista Chimango Lares y el arpista Roberto Polanco. Y la plasticidad del colectivo escénico Ángel Demonio.
“Es una manera de ver a tu ciudad con ojos de turista. Suelo decir que mi intención es alfombrar la ciudad de literatura e historia”, me dirá Luis Rodríguez Pastor, algunos días después.
Este difusor de la cultura afroperuana inició esta serie de recorridos en diciembre de 2018, a propósito de los cincuenta años de Conversación en La Catedral, la mítica novela vargasllosiana. Le dedicó la segunda ruta a Julio Ramón Ribeyro por los 90 años de su nacimiento. Y arrancó “El zorro de abajo” en diciembre de 2019, en el marco de los 50 años de la muerte de Arguedas.
Aun así, considera que se podría caminar la ciudad al margen de las efemérides, dada la vigencia de los autores. Ello genera esperanza y tumba una venda: hay mucho más para enseñar que lo que comemos.
Prueba de ello es esta nutrida caravana que comenzó en la plazuela de San Agustín, en el cruce de Ica y Camaná —donde Arguedas vivió en los años treinta, cuando la avenida se llamaba Plumereros— y ha llegado hasta la pileta de la Casona de San Marcos, alma máter del escritor de Todas las sangres.
“Arguedas me enseñó en ese salón en 1960”, cuenta el antropólogo Humberto Rodríguez Pastor, Premio Nacional de la Cultura 2018, y abuelo de Luis (aclaración innecesaria con tan solo verlos por un instante).
En efecto, Arguedas le enseñó etnología hace 60 años. Una especialidad de algunos pocos. Incluso hoy. Dice Humberto que el Tayta los inquietaba para que asistieran a espectáculos de música andina. “Siempre le agradeceremos esa amplitud de percepción.
Arguedas abrió el mundo andino a los costeños”. Arguedas habitó alrededor de cinco casas en el Centro de Lima, dirigió la Casa de la Cultura (donde se ubica hoy el Tribunal Constitucional), bebió en el extinto bar Palermo, y concibió El Sexto (1961) tras permanecer encarcelado durante ocho meses por una protesta estudiantil.
Eso y más en “El zorro de abajo” todos los domingos de febrero. Una manera inmejorable de redescubrir la ciudad. De caminarla con sensaciones renovadas.