Un candidato al Congreso le alcanza un jabón a su contrincante político en el cierre de un debate que está siendo transmitido en vivo, vía internet. “Julio, quiero dejarte un jaboncito”, le dice Mario Bryce, candidato de Solidaridad Nacional, a un incómodo Julio Arbizu, representante de Juntos por el Perú, quien abriéndose paso entre las atropelladas palabras de la moderadora subrayó: “Esto es racismo. El señor está haciendo una alusión a mi color de piel. Esa es la razón que utiliza la gente en las redes para decir que yo no me baño”.
El incidente fue reproducido y duramente criticado en las redes sociales. Los que respaldan a Arbizu calificaron el acto como un evidente insulto racista. Bryce, por su parte, se justificó diciendo: “El jabón es símbolo de limpieza, quise dar el mensaje de trabajar por una política limpia de corrupción”. ¿En verdad fue un gesto inocente el del candidato amarillo o fue una expresión más del racismo rancio nuestro?
Para la socióloga e investigadora de la Universidad del Pacífico, Liuba Kogan, mencionar aspectos sobre el cuerpo de un candidato, sobre el peso que tiene o sobre su sudor está complemente desfasado, y no corresponde a la esfera pública o a un contexto de electoral pues baja el nivel del debate .
“Bryce le ha querido decir a Arbizu: ‘tú estás sucio, tu política está sucia’”, explica la científica social y, dado que en el Perú el color de piel está asociado a ciertos valores: “Le está diciendo que él es sucio por que es de color marrón, y le regala un jabón para ‘blanquearlo’ tal y como vemos en ciertas viñetas que circularon siglos atrás donde se ven a personas blancas dándole jabones a gente afro para blanquear su piel”.
La molestia de Arbizu se sustenta en que, previamente a su desencuentro con Bryce, fue blanco de insultos relacionados a su apariencia física. ‘Cochino’, ‘báñate’, ‘marrón’ le escribían sus detractores en Twitter. “Cuando un hombre blanco le da un jabón a otra persona que no lo es, lo está insultando de la misma manera racista y cobarde en que lo ha insultado siempre”. Fue la interpretación que hizo el escritor y activista contra el racismo, Marco Avilés, para subrayar la sucia treta del postulante congresal.
Arbizu, finalmente, ha presentado una denuncia por discriminación contra Bryce ante la Fiscalía de la Nación. “El racismo es un delito”, tuiteó.
Visto que en el país, según la I Encuesta Nacional de Percepciones y Actitudes sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico Racial (Ministerio de Cultura, 2018), el 50% de peruanos se ha sentido discriminado alguna vez por su color de piel, rasgos físicos, lugar de origen o forma de hablar, consultamos a expertos para saber a ciencia cierta si podemos denunciar a quien nos lance insultos racistas en la calle.
¿Qué instituciones del Estado nos protegen? ¿El agresor iría a la cárcel? ¿Pagaría una multa?
El Adjunto de Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo, Percy Castillo, señala que la expresión racista no está tipificada como delito en el Código Penal como tal: “Está penalizada la discriminación en todas sus formas ya sea racial, religiosa, sexual, factor genético, identidad étnica, etcétera, que menoscabe, además, el reconocimiento, goce o ejercicio de algún derecho humano, así lo indica el artículo N° 323, y la pena será entre dos a tres años de cárcel”, señala el abogado. Podría ser procesado, por ejemplo, aquel guachimán que no deja entrar a una discoteca a un afroperuano pues además de ser discriminado está siendo afectado su derecho al libre consumo.
Sin embargo, los insultos racistas, que son moneda corriente en nuestro día a día, serían procesados -dice Castillo- bajo el delito de injuria. María Soledad Olivares, la mujer que insultó a un conserje en un conjunto habitacional en Surco, en diciembre, pasado llamándolo “cholo”, “retaco”, “pobre diablo de mierda”, podría ser procesada por esta causal y sentenciada con servicio comunitario de entre 20 a 60 jornadas o con 60 a 120 días de multa.
La misma suerte correría Ana María Ventura que lanzó una sarta de ataques racistas contra serenazgos de la Municipalidad de Ate en septiembre pasado como: “Háblame castellano bien”, “eres más serrano que yo”, “saca el mote”, “indio”.
Cada cierto tiempo, los noticiarios reportan una nueva riña doméstica que termina con un desenlace racista, como los citados. Sin embargo, menciona Castillo, en la mayoría de los casos los agraviados no denuncian la embestida porque seguir el camino de la justicia en el país requiere dinero, esfuerzo y energía.
“La Defensoría ha pedido incluir como un tipo penal el discurso discriminador. Recomienda que se penalice la sola incitación racista como: ‘no dejen entrar a personas afroperuanas’ o ‘saquemos a los venezolanos’. Otros expertos recomiendan crear el delito de la injuria racista, que podría tener una pena más alta”, dice el jurista.
“A la fecha no existe ninguna persona procesada por este delito”, afirma Rocío Pereyra, ex coordinadora de la Dirección de Diversidad Cultural y Eliminación de la Discriminación Racial del Ministerio de Cultura (Mincul). Esto se debe a que pocos conocen el camino que se debe seguir para realizar una denuncia. "Si usted es víctima de un acto o insulto racista en la vía pública, debe presentarse ante la comisaría o la Fiscalía.
Eso sí, es necesario que sepa el nombre y la dirección del imputado, y debe tener, además, los medios probatorios como fotos, videos o grabaciones", menciona la experta. El racismo es sancionado también por la vía administrativa. Las dependiencias estatales como las escuelas, los hospitales, las municipalidades y gobiernos regionales tienen establecimientos donde podría presentar su denuncia. Si el acto se cometió en un centro comercial -hablando de una entidad privada- podría presentar su queja ante Indecopi.
El Ministerio de Cultura tiene, además, una plataforma virtual llamada Alerta contra el racismo, donde se puede reportar la discriminación ético-racial y recibir asesoría para tomar acciones al respecto. La pregunta que cae de madura es: si tenemos penas contra la discriminación racista y normas que la prohiben, ¿porqué seguimos siendo racistas?
“Las leyes y sanciones no son suficientes. El racismo se debe trabajar desde la escuela y la promoción del respeto al otro tanto en los medios de comunicación como en las instituciones del Estado, es un trabajo multidisciplinario”, explica Liuba Kogan. Que el acto racista no quede impune. Esta también es la fórmula para que hechos como la entrega de un jabón no pase por un gesto inocente.