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Domingo

La deuda de los potenciales suicidas

Essalud no cubre las lesiones autoinfligidas en un intento de suicidio. La Defensoría del Pueblo recibió testimonios de asegurados que, tras ser atendidos en emergencia por autolesiones, adquirieron una deuda. Además de padecer una enfermedad mental, cargan con esta angustia.

larepublica.pe
La Defensoría del Pueblo exhorta al seguro social a cancelar las deudas en casos de intentos de suicidio.

Es aún un tabú. El suicidio es un drama silencioso del que nadie quiere hablar. Por eso “Juliana”, de 23 años, prefiere que no la identifiquemos. Esta mesera de un restaurante de comida rápida le teme al estigma que la gente coloca sobre los que padecen una enfermedad mental y han pensado en la autoeliminiación.

Ella intentó quitarse la vida siete veces, desde los 15 años. La primera vez se hizo cortes y tomó un vaso con lejía porque había bajado sus notas en la escuela y su padre se había ido de la casa. Las siguientes veces, otros fueron los desencadenantes que la llevaron a tomar cantidades considerables de pastillas para dormir. Fue diagnosticada con depresión severa y tratada durante casi toda su adolescencia por el seguro estatal de salud, EsSalud, que pagaba su padre y donde le recetaron hasta cinco fármacos al día para regular su conducta, su estado de ánimo y su sueño.

Recibió terapia psicológica durante una temporada, pero la dejó porque “las citas en EsSalud eran muy distanciadas, me las daban cada dos meses, y mientras tanto me llenaban de pastillas”, afirma Juliana, quien, por sus intentos de suicidio, ha sido ingresada varias veces a Emergencia del Hospital Edgardo Rebagliati. A pesar de su enfermedad, esta madre de una niña de 4 años, ha logrado ser funcional y trabajar, pagar impuestos y cotizar a EsSalud.

Sin embargo, periódicamente, sufre de crisis emocionales que la llevan a romper cosas, llorar inconsolablemente, y hacerse daño. La última vez que intentó suicidarse fue en 2017. Estaba muy angustiada porque faltó varios días al trabajo por una fuerte infección urinaria y pensaba que la iban a despedir. Cuando ingresó al hospital por emergencia, el seguro obligó a su madre a firmar un pagaré indicándole que no cubriría la atención ya que se trataba de un intento de suicidio, y según el Reglamento de la Ley de Modernización de la Seguridad Social en Salud, de 1997, el seguro no da cobertura a “todo daño derivado de la autoeliminación o lesiones auto infligidas”.

Juliana hoy tiene una deuda de S/. 1,757 soles que, considera, no le corresponde pagar: “Yo contribuyo a EsSalud desde los 18 años, mis papás son jubilados y han aportado casi 30. Tengo una enfermedad mental, ¿por qué a un asmático no le cobran por una nebulización cuando está en crisis, y a mí sí por ponerme unos calmantes?”.

Una afección de la mente

“Entendamos que el intento de suicidio ya no es considerado un acto delictivo, al menos el pensamiento médico–científico ha evolucionado hasta entender a la autoeliminación como una manifestación de una enfermedad mental”, dice la psiquiatra del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, Martha Rondón. La especialista asegura que una persona que intenta suicidarse no lo hace porque quiere terminar con su vida sino con el sufrimiento que conlleva vivirla. “No son los cobardes, ni son las personas egoístas que no pensaron en sus padres ni en sus hijos, tampoco lo hacen por evadir responsabilidades. En la mayoría de los casos, quienes lo consuman son personas con depresión que requieren un tratamiento psiquiátrico y soporte social”, añade Rondón.

Como decía Juliana, algunos tienen asma, una afección del sistema respiratorio; otros como ella tienen depresión severa, una enfermedad que afecta el funcionamiento del cerebro, y que se manifiesta en la falta de energía, la incapacidad de experimentar placer, la imposibilidad de encontrar solución a los problemas, y una desesperanza oceánica que los lleva a pensar en desaparecer.

El bajo nivel de serotonina en el cerebro también es otro factor que –indican los psiquiatras– desencadena la depresión, pues este neurotransmisor es el que nos da bienestar y equilibra nuestro estado de ánimo. Para regularlo, el paciente debe tratarse con fármacos. Eso le explicó a Juliana su psiquiatra, uno que la atiende en un policlínico particular de costo accesible (5 soles por consulta) y donde, desde la recepcionista hasta el médico de turno, la tratan con calidez, y la llaman por teléfono cuando falta a sus citas. “No volví a EsSalud por el mal rato que pasé, y porque siguen llamando a cobrar la deuda, y hasta amenazan con embargar la casa de mi padre”, comenta con angustia.

Buscando un asesoramiento legal, la joven fue a la Defensoría del Pueblo y se entrevistó con la jefa del Programa de Discapacidad, Malena Pineda: “Hemos emitido un llamamiento a EsSalud para que adapte su normativa a la nueva Ley de Salud Mental, la 30947, que señala que ‘todo seguro público y privado debe cubrir la atención de salud mental dentro de sus planes, incluyendo el tratamiento ambulatorio o el internamiento u hospitalización’, y debe dejar sin efecto las deudas de los asegurados por la atención de daños por intento de suicidio”.

Sincerar la salud mental

La señora “Salas” –quien también prefiere guardar el anonimato– busca un desenlace positivo al caso de su hija, una mujer de 51 años asegurada en EsSalud, diagnosticada con trastorno bipolar, que en 2017 fue ingresada a Emergencia del Rebagliati por un ataque de ira. Al momento de pasar por recepción -cuenta la madre- etiquetaron su caso como intento de suicidio y la obligaron a firmar un pagaré. Los médicos que examinaron a su hija encontraron que tenía siete costillas rotas. Y es que horas antes, obstinada por no dejar partir a una patrulla de serenos, a quienes les pidió que la llevaran “lejos de su familia”, la muchacha se metió debajo del auto y, al parecer, la atropellaron accidentalmente.

En el hospital le administraron calmantes, fue inducida al coma y permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos por 20 días. Por el tratamiento y hospitalización, acumuló una deuda de S/. 105,000 nuevos soles, un monto impagable para la señora Salas, una jubilada de 72 años.

Tomando en cuenta que cada 22 minutos un limeño intenta quitarse la vida, según un Estudio Epidemiológico del Instituto Honorio Delgado del 2012, y que en el 2018 hubo 1,300 intentos de suicidio, de acuerdo con el Ministerio de Salud, ¿qué actitud está tomando el seguro social al excluir la cobertura de atención de estos pacientes?

Ysela Nicolás, psicóloga del Programa de Prevención del Suicidio, opina que es inconcebible: “La persona está completamente desesperada y desesperanzada, el tomar la penosa decisión de desaparecer está asociada no solo a problemas emocionales sino a cognitivos–biológicos, endeudarlos es agregarles un problema más”.

“El país aún está dando sus primeros pasos promoviendo la salud mental”, comenta la abogada Malena Pineda quien hace un balance: Si bien el Minsa ha abierto centros comunitarios de apoyo psicológico en la periferia de Lima, aún la fracción del presupuesto nacional para la salud mental es muy bajo pues representa solo el 0.1%.

Lo más importante: todavía la sociedad no toma conciencia de que ir al psicólogo no es cosa de “locos”. En una encuesta también del Honorio Delgado, el 55% de los limeños respondió que no le da importancia a las enfermedades mentales. No se sincera este problema de salud y, como dice Juliana, “la gente señala”. Ella no habla de su depresión por temor a que la despidan del trabajo. Ya le pasó cuando era escolar y le negaron la matrícula en el colegio cuando se enteraron de su intento de suicidio. La deuda de EsSalud es una angustia más para ella.