Por Mariano López V.
El Flamengo vs. Palmeiras tenía todos los ingredientes para ser una gran final. Antiguos campeones de la Copa Libertadores, dos entrenadores con estilos muy marcados, hinchadas apasionadas, un escenario histórico, árbitros serios, abundante talento, buen clima. Todo. El espectador común, sin embargo, guardaba un pequeño temor: al mando de Abel Ferreira, el ‘Verdao’ nunca reflejó el tan popular ‘jogo bonito’. Siempre fue un equipo práctico, ordenado, pero efectivo. En la última final continental ante Santos, catalogada como una de las más flojas de la historia del certamen, los de Abel Ferreira lo habían dejado en claro. Y les funcionó.
Por suerte, el dinámico arranque del partido disipó cualquier duda. Lejos de priorizar el aspecto defensivo, Palmeiras optó por presionar más alto de lo habitual, algo que pocos equipos del continente se atreven a hacer ante Flamengo, y explotar –mediante pases a las espaldas de los laterales rivales– los espacios libres que dejaba el equipo de Renato Gaúcho. El defensa paraguayo Gustavo Gómez leyó bien la situación y, a los cinco minutos, encontró a Mayke, quien asistió para que Raphael Veiga, el máximo anotador del equipo desde la llegada de Ferreira, establezca el 1-0. Palmeiras no tuvo problemas para mantener el mismo marcador hasta el segundo tiempo, en el que el talento rival empezó a prevalecer. De tanto insistir, ‘Gabigol’ igualó las acciones (72′) con su tanto número 11 en esta edición del certamen, convirtiéndose en el primer jugador del siglo XXI en llegar a esa cifra en una misma edición de la Libertadores. Flamengo siguió creciendo y empujando, pero el 1-1 se mantendría.
Abel Ferreira es el primer europeo en lograr el bicampeonato de la Libertadores. Foto. Copa Libertadores.
El tiempo suplementario lo ganó la pizarra del técnico alviverde, poniendo a un delantero ágil para presionar la zaga del ‘Mengao’ y forzar un error como Deyverson. Meterse atrás, como tantas otras veces hizo Ferreira, hubiera sido cederle demasiadas facilidades –y seguramente el triunfo– al cuadro carioca. A los cinco minutos del primer alargue, y producto de un mal control de Andreas Pereira y la rápida presión de Deyverson, el recién ingresado recuperó un balón, quedó solo frente al arco de Diego Alves y definió con lo justo para desatar la felicidad de medio estadio Centenario. Su celebración, en medio de lágrimas, tenía una razón escondida: tuvieron que pasar 962 días para que vuelva a convertir en Libertadores con la camiseta de su amado ‘Verdao’.
Solo quedaba defender el resultado, una faceta en la que se especializan los equipos del portugués Ferreira. El 2-1 no se movería más y Palmeiras gritaría bicampeón del torneo más deseado de toda Sudamérica. Ahora apuntan a los Emiratos Árabes Unidos, donde enfrentarán a los mejores del mundo en el Mundial de Clubes. Allá van.
Deyverson, delantero de Palmeiras
“Hay que felicitarnos por la forma en que jugamos contra un oponente muy fuerte. Hay gente que dice muchas cosas antes de los partidos. Los daban como campeones. Ellos tienen que respetar un poco a Palmeiras”.