Por Mariano López V.
Las estadísticas eran frías: de los últimos 10 partidos entre Paraguay y Argentina, se registró solo un triunfo guaraní. Por más adverso que sea el historial, los locales eran conscientes de que tres puntos alimentarían un sueño mundialista que se les negó en dos ediciones seguidas. La idea: entorpecer las sociedades del cuadro ‘che’.
El primer tiempo fue cerrado, luchado en el medio y con pocas oportunidades claras de gol, tal y como son la mayoría de los partidos en los que una selección se juega su futuro. Ni Messi, la llave que abre cualquier cerrojo, pudo con la concentrada y aguerrida defensa paraguaya, convencida del planteamiento de su técnico Eduardo Berizzo.
Argentina no pierde con Paraguay por eliminatorias desde el 2016. Foto: EFE
El resto de estrellas argentinas, cuyas características se inclinan más hacia el juego asociativo que al roce constante, también cayeron en el juego del local. La idea del local era más de lo que venía mostrando el conjunto guaraní en Eliminatorias y Copa América: solidez atrás para luego atacar, con la esperanza de que algún contragolpe se convierta en gol. El problema es que, de ‘cachito en cachito’, la clasificación al Mundial se hace sumamente complicada.
Las maneras de jugar no sufrieron grandes cambios para la parte complementaria, pese a que las necesidades eran muy distintas. La ‘albirroja’ venía de ganar un solo partido de sus últimos siete encuentros en Eliminatorias, mientras que Argentina, cómoda, sumaba dos victorias consecutivas, y junto con Brasil parece tener los pasajes a Qatar reservados. Para ellos, la igualdad sin goles en el Defensores del Chaco era un resultado ni positivo ni negativo. Paraguay, en cambio, deberá seguir remando contra la corriente.