La pintura "La última cena", cuyo autor es el célebre Leonardo da Vinci, es una de las obras de arte más famosas y notables del mundo. Tanta es su importancia que en 1980 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, además de que, con el paso del tiempo, la imagen de Jesús junto a los 12 apóstoles se convirtió en un emblema de la religión católica. No obstante, aunque es un retrato trascendental para la historia, lo cierto es que tenía un error por el que se tardaron 21 años en restaurarla.
Te contamos a continuación cuál fue la falla en esta pintura, la cual hoy en día está plasmada en cuadros y afiches.
Pinin Brambilla, quien fue una de las mayores autoridades mundiales en conservación de frescos renacentistas, fue la encargada de restaurar la gran obra de Da Vinci, comisionada por el duque de Milán Ludovico Sforza hace más de 500 años.
"El estado de la obra, cuando la vi por primera vez, no se podía creer. No podías ver la pintura original, estaba completamente cubierta por yeso y más pintura. Tenía cinco o seis capas encima. Me tuve que preguntar a mí misma si era un Leonardo o no porque estaba completamente irreconocible", contó Brambilla. pra la BBC en 2016.
El gran problema de "La última cena" es que Leonardo no utilizó la tradicional técnica de la pintura al fresco, la cual consiste en aplicar la pintura sobre una capa de mortero de cal aún húmeda, por lo que no pasó mucho tiempo para que el mural se desintegre.
"La última cena" ubicada en el monasterio de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie en Milán. Foto: Reportajes del Huracán/YouTube
Para evitar las prisas y dedicarle tiempo a cada detalle, Leonardo decidió aplicar una técnica experimental que consistía en pintar con témpera u óleo sobre una superficie de yeso ya seca.
Esto hizo que los pigmentos no quedaran adheridos de forma permanente a la pared. Y con el tiempo —que un principio parecía haber jugado a favor del artista— la imagen comenzó a descascararse.
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A lo largo de los años, siempre se intentó salvar el mural de cuatro metros y medio de altura, el cual decora el refectorio del monasterio de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia.
Desde que el artista finalizó la obra en 1498, seis restauradores trabajaron en la pintura. "Y cada uno de ellos cambió la fisionomía, las características y las expresiones de los apóstoles", comentó Brambilla.
Una vez que le encargaron a Brambilla restaurar la obra de arte, lo primero que hizo fue sellar la sala para evitar que ingrese polvo y suciedad. Tras montar enormes andamios frente a la pintura, la restauradora y un grupo de asistentes hicieron diminutos agujeros en la pared para insertar cámaras pequeñas y confirmar así cuántas capas de pintura cubrían la obra original.
Pinin Brambilla en restauraciones de "La última cena". Foto: BBC
"Trabajamos con pequeños fragmentos a la vez, con mucha dificultad, porque la pintura que estaba debajo (la de Leonardo) era muy frágil, mientras que la que estaba por ecnima era muy robusta", explicó Brambilla.
Durante dos décadas, Brambilla y su equipo —con lupas e instrumentos quirúrgicos— retiraron las capas de pintura y pegamento para revelar los colores originales de la pintura.
No fue hasta 1999, cuando la especialista ya tenía más de 70 años, que finalizó esta tarea. En la actualidad, se puede ver que la pintura de "La última cena" tiene los trazos más definidos, así como las expresiones de Jesús y sus apóstoles. Pinin Brambilla falleció 21 años después, en diciembre de 2020.