El peruano Edgard Villar decidió viajar a Brasil en busca de un mejor futuro para él y su familia. Llegó al país vecino con muchas ilusiones, pero le esperaban muchas dificultades que poco a poco fue superándolas. Al no contar con las suficientes oportunidades laborales, recibió la ayuda de una compatriota que se ganaba la vida ofreciendo bebidas en una esquina hasta encontrar un trabajo y poder arrendar un departamento para vivir cómodamente.
El apurimeño desde pequeño tenía el sueño de llegar a Lima y luego enrumbar a Estados Unidos, pero lo ahorrado no le alcanzaba para viajar a la tierra del tío Sam. Con el tiempo, Edgard Villar empezó a vender en las calles de São Paulo, cambió de rubro y montó su restaurante junto con su esposa.
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A inicios de los 90, Edgard Villar dejó su amado Perú para emprender su travesía a la tierra de la samba. Ocho años después, el apurimeño ya estaba vendiendo sus platos de ceviche a las los brasileños en un pequeño espacio de un mercado, pero su proyecto en la gastronomía fue consolidándose con un restaurante con más capacidad.
"He trabajado ad honorem. Encontré una señora de Perú que vendía emoliente y también estaba pobre, trabajé con ella y solo me daba mi plato de comida, me gané su cariño y me dijo: 'Independízate y trabaja para ti'. Conseguí mercadería para vender en las calles y ese día gané 72 reales (aproximadamente 54 soles)", expresó el apurimeño a "Día D".
Edgard Villar llegó a trabajar en las calles de São Paulo como ambulante. Foto: Edgard Villar/Facebook
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Tras vender aretes en la calle, Edgard Villar alquiló un local para ofrecer su mercadería y, con sus ahorros, compró un stand, en el que su esposa le llevó comida y los vecinos de la galería empezaron a realizarle pedidos para todos en el edificio. Con la ayuda de la madre de sus hijos, logró tener tres restaurantes, a los que llamó Rinconcito Peruano, en São Paulo.