Cada Jueves Santo, la cristiandad recuerda la llamada última cena, reunión que tuvo Jesús de Nazaret con sus apóstoles antes de su crucifixión y muerte. En ella, el hijo de Dios compartió pan y vino con los presentes en un gesto recordado hasta la fecha, pero ¿cuándo ocurrió realmente y qué otras cosas se ocultan detrás de esta ceremonia?
Incluso los propios autores de los cuatro Evangelios parecen entrar en conflicto al referirse a la fecha de esta cena, que tenía un profundo significado para el pueblo judío al que pertenecían Jesús y sus apóstoles. A continuación, revisemos qué dicen los especialistas sobre estos y otros aspectos del preludio a la Pasión de Cristo.
Tradicionalmente, la Iglesia Católica y otras confesiones recuerdan la úlltima cena en el último jueves antes de la Pascua cristiana. No obstante, existe una discrepancia entre los cuatro evangelistas respecto a la fecha en que se produjo esta reunión entre Jesús y sus apóstoles.
Mateo, Marcos y Lucas sostienen que este hecho ocurrió en el primer día de “la fiesta de los panes sin levadura”, es decir, en la Pascua judía, que se celebra el 14 de Nisán. En cambio, Juan sostiene que tuvo lugar “antes de la fecha de Pascua”.
El profesor Colin Humphreys, de la Universidad de Cambridge, explica esta diferencia en su libro “El misterio de la última cena”, al señalar que los tres primeros escritores tomaban como referencia un antiguo calendario judío, adaptado de la época de Moisés, en lugar del calendario lunar oficial en aquel entonces.
La Pésaj o Pascua judía es una celebración importante para esta colectividad hasta el día de hoy. La Última Cena se realizó como parte de esta celebración. Foto: PBS
“En el evangelio de Juan, se dice correctamente que la última cena se produjo antes de Pésaj, pero Jesús optó por realizarla como si fuera una cena de Pésaj, según un calendario antiguo judío”, declaró el investigador a la BBC.
A partir de esto, Humphreys sostiene que la última cena tuvo lugar el miércoles 1 de abril del año 33 d. C., según el calendario juliano que utilizan los historiadores. No obstante, ello también le lleva a concluir que todos los acontecimientos descritos desde esta comida hasta la crucifixión no pudieron haber ocurrido en una sola noche y mañana.
“Si tú miras todos los eventos que registran los evangelios entre la Última Cena y la crucifixión, te das cuenta de que hay una gran cantidad de hechos. Es imposible encajarlos todos entre un jueves en la noche y un viernes en la mañana”, detalla el experto, quien empleó documentación histórica, bíblica y astronómica para sustentar su posición.
Momentos antes de la Última Cena, el evangelista Juan nos describe que Jesucristo se dispuso a lavar los pies de sus doce discípulos.
“Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo: ‘¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?’ Jesús le contestó: ‘Tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde’. Pedro replicó: ‘Jamás me lavarás los pies’. Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo’” (Jn 13:6-8).
Jesús lavó los pies de sus 12 apóstoles antes de la cena. Foto: Museo del Prado
Para entender este y otros pasajes sucesivos, debemos saber que el lavado de pies era una costumbre de hospitalidad en Oriente, en la cual se brindaba agua a los viajeros para que puedan lavar sus pies luego de un largo camino y así dejar atrás el cansancio sentido.
El mensaje que Jesús quiso darle con este gesto a sus discípulos es que estén dispuestos a servirse mutuamente. “Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” (Jn 13:14).
Luego del lavado de pies, se nos menciona que Jesús y sus discípulos estuvieron en la mesa para la cena. No se trataba de una comida común, sino de un Seder de Pésaj, es decir, una comida ritual de los judíos durante los días de Pascua. La palabra ‘seder’ significa ‘orden’.
En esta cena se come el pan sin levadura o Matzá. Al inicio, era costumbre que el huésped bendijera una copa de vino y la pasara a los presentes en la mesa, quienes se turnaban. Se trata de la llamada ‘quinta copa’ o copa del profeta Elías, que se coloca en honor a dicho personaje, debido a la creencia de que regresará y se cumplirá el tiempo de la liberación de Israel.
Es tradicional que en el Seder de Pesaj se reserve una copa para el profeta Elías. Foto: The Independent
Lucas describe así la cena: “Jesús recibió una copa, dio gracias y les dijo: ‘Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del jugo de la uva hasta que llegue el Reino de Dios’. Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía’. Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: ‘Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes’” (Lc 22:17-20).
La copa de Elías suele ser tapada toda la noche y su vino es luego devuelto a la botella. Jesús, en cambio, la toma con sus discípulos, en señal de que el tiempo de liberación se ha cumplido.
Cuando todos están aún en la cena, Jesús indica de repente que uno de sus doce apóstoles lo va a traicionar. El Evangelio indica que ya era de noche, por lo cual se entiende que la cena inició en horas de la tarde.
Tras la salida de Judas, Jesús lanza otra advertencia, esta vez a Pedro: ‘¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos’. Pedro dijo: ‘Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la prisión y a la muerte’. Pero Jesús le respondió: ‘Yo lo digo, Pedro, que antes de que cante hoy el gallo, habrás negado tres veces que me conoces’” (Lc 22:31-34).
Jesús pronosticó que Pedro lo negaría tres veces. Foto: Testigos de Jehová
Lo normal sería identificar el canto del gallo como aquel que da dicho animal antes del amanecer, pero en realidad esta es una expresión usada para indicar el tercer periodo de vigilia de la noche en la división romana del día, según recuerda el investigador de historia y religiones comparadas Gerardo Di Fazio.
Es decir, luego que Pedro negara tres veces a Jesús mientras este último era interrogado en la casa de Anás, los guardias de la fortaleza Antonia hacían sonar una trompeta, en señal de que dicho tercer periodo o ‘gallinicium’ había terminado. Este es el “canto del gallo” mencionado en los Evangelios, tras el cual “el Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro. Y Pedro se acordó de la palabra del Señor (...) Y, saliendo afuera, lloró amargamente”. (Lc 22:61-62).