Al recorrer los mercados, es habitual encontrarse con una diversidad de pollos, que varían en tamaño y se distinguen principalmente por el color de su piel, ya sea blanco o amarillo. Esta diferencia ha desencadenado un debate significativo entre consumidores preocupados por su salud, quienes se preguntan si existe una distinción importante en el valor nutricional o en la calidad entre estos dos tipos de pollo. En esta nota, daremos a conocer las principales diferencias y su impacto en la salud.
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Respecto a su salubridad, no hay evidencias que indiquen que el color de la piel del pollo incida en su valor nutricional o beneficios para la salud. Tanto Saby Mauricio como Edinson Sánchez, expertos nutricionales en Perú, coinciden en que la presencia de carotenoides, responsables del tono amarillo de la piel, no altera las propiedades nutricionales del pollo, según explicaron a La República en una anterior entrevista. Los pollos reciben una alimentación balanceada que promueve su óptimo desarrollo sin afectar la calidad nutricional de la carne.
Según informaciones tanto del Servicio de Inspección y Alimentación del gobierno de Estados Unidos como de un estudio publicado por la Federación Catalana de Carniceros y Charcuteros, se ha desmentido el mito de que existan diferencias nutricionales significativas entre los distintos tipos de carne animal, incluyendo el pollo de piel amarilla y el de piel blanca. Los investigadores coinciden en que las únicas variaciones notables se encuentran en el color de la carne, la piel y la grasa, lo cual no afecta de manera alguna las propiedades nutricionales esenciales de estas carnes.
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La preferencia por consumir el pollo de piel blanca o amarilla a menudo se basa en mitos sobre su dieta, crianza y posibles tratamientos químicos; sin embargo, de acuerdo con información proporcionada por la Asociación Nacional de Aves de Corral de Estados Unidos, la diversidad en el color de la carne de pollo se atribuye en gran medida a elementos como la genética y la alimentación de estos animales.
Según la Asociación Americana de Avicultura señala que el pollo de color blanco generalmente es más suave. Foto: Andina.
Además de la alimentación, existen otras razones significativas que afectan el color de la piel en los pollos, entre ellas, la edad y el sexo del animal como factores determinantes. Conforme el pollo envejece, se observan cambios en la tonalidad de su carne y piel, tendiendo a oscurecerse. Igualmente, la actividad física ejerce un impacto notable, ya que influye en la producción de ácido láctico, afectando la firmeza y el color del músculo. Así lo explicó Saby Mauricio, exdecana del Colegio de Nutricionistas del Perú.
La pigmentación amarilla en la carne de ciertos pollos se debe a su alimentación, rica en pigmentos naturales como el betacaroteno, encontrado en el maíz y la alfalfa, que se deposita en los tejidos grasos, afectando el color de la piel y la carne. Mientras que los pollos de carne blanca consumen dietas con menores cantidades de pigmentos, lo que resulta en una carne de color más pálido. La Asociación Americana de Avicultura señala que esta variación en la dieta no solo influye en el color, sino también en el sabor y la textura de la carne, siendo la carne blanca generalmente más suave.