Las vocales nos permiten utilizar el aire para emitir sonidos determinados que hacen que las palabras tengan un sentido u otro. Esto y la posición de nuestra lengua ocasiona que una se diferencia de otra y se pueda crear palabras diferentes en cuanto a longitud, significado y más.
Aquí es donde entra una clasificación existente que coloca a las vocales, debido a una característica, en abiertas y cerradas. Esta división tiene su base en algo muy simple y que no hemos nombrado hasta ahora: la colocación de la lengua en el momento en el que la pronunciamos.
Según los estudios del alemán Hellwag, en la pronunciación de las vocales es destacable la posición de la lengua. Cuando se respira en silencio con la boca entreabierta, esta adquiere una posición semejante a cuando pronunciamos la vocal “a”. Al entonarse cualquier otra vocal, esta pierde dicha posición para inclinarse en un sentido anterior o posterior con ligeras elevaciones. Por ello es clave conocer las reglas gramaticales en las se apoyan.
Las consideradas vocales abiertas son aquellas que también se conocen como vocales fuertes. Reciben este peculiar nombre por el esfuerzo que supone realizar el movimiento físico de nuestra la boca y la lengua para pronunciar el sonido de alguno de los componentes que forman parte de esta clasificación.
Dentro del grupo de vocales abiertas se encuentran la a, e y o. En una división estricta de las mismas, tenemos que la e y la o son vocales medias, mientras que la a es una vocal abierta, central y baja. Sin embargo, para facilitar el uso de las leyes gramaticales se consideran todas fuertes o abiertas.
Un caso diferente es el que nos encontramos cuando hablamos de las vocales cerradas, también llamadas vocales débiles. Reciben esta denominación porque al pronunciarlas llevamos el esfuerzo físico de nuestra boca a un cierre casi completo, de ahí este nombre tan particular.
En esta categoría encontramos las vocales i y la u. No son más o menos utilizadas que las vocales abiertas, pero sí es cierto que suelen encontrarse a menudo acompañadas de ellas al formar lo que se conoce como diptongos o hiatos, de lo que hablaremos a continuación.
Los diptongos se hacen presentes cuando, en una misma sílaba, nos encontramos con dos vocales a la vez. La característica básica es que no se separan en distintas sílabas, sino que permanecen juntas en la misma.
También, se conoce como la combinación de una vocal abierta y una cerrada (en cualquier orden) o bien dos vocales cerradas que forman una sola sílaba. Para el idioma español existen los siguientes diptongos posibles: ia, ie, io, iu, ua, ue, ui, uo, ai, ei, oi, au, eu, ou.
Asimismo, los más comunes suelen ser cuatro:
Por otro lado están los hiatos que, al igual que los diptongos, también pueden contar con la participación de las cerradas y abiertas en la división de las sílabas, pero con una particular diferencia: su unión se rompe. Además, si hay una “h” intercalada, no modifica el comportamiento de las vocales.
En suma, es la combinación de dos vocales abiertas y siempre formarán dos sílabas. Los posibles hiatos en español son: aa, ae, ao, ea, ee, eo, oa, oe, oo.
Los hiatos están junto a las vocales abiertas y, si llevan una vocal cerrada, esta llevará una tilde, es decir, será tónica. A continuación algunos ejemplos:
En todos los casos, la Real Academia Española (RAE) menciona que, si hay una “h” intercalada, no modifica el comportamiento de las vocales. Por ejemplo, “rehén” se mantiene un hiato.