El pasado 19 de noviembre, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, anunció que se implementará el servicio ferroviario Chosica-Cercado de Lima. Este nuevo servicio de transporte público está conformado por 19 locomotoras diésel-eléctricas y 90 vagones reacondicionados, provenientes de la operadora Caltrain de California y que le costará al Estado peruano 24,5 millones de dólares por concepto de traslado y reacondicionamiento de estos vagones fabricados entre 1985 y el año 2000. Como bien se sabe, estos trenes son una donación.
No pocas especulaciones y cuestionamientos se llegaron a realizar debido al gasto de la operación. El alcalde defendió su proyecto indicando que el servicio ferroviario beneficiará a cerca de 200.000 personas por día. Al respecto, nadie puede estar en contra de cualquier tipo de facilidad que se haga en cuanto al transporte público. Pero tampoco deja de extrañar que la puesta en marcha de este servicio pone en serio peligro la funcionalidad de la Casa de la Literatura Peruana, una de las instituciones culturales de mayor impacto en el país y que, precisamente, está ubicada en la histórica estación Desamparados, uno de los puntos centrales de la ruta del nuevo tren.
Ha pasado casi un mes desde el anuncio edil y sorprenden varios aspectos que son necesarios subrayar. El primero, el silencio alarmante del Ministerio de Educación, órgano responsable de la Casa de la Literatura Peruana, del cual se esperaría una comunicación inmediata sobre la entidad que mucho lustre y prestigio le ha deparado desde su fundación en el 2009. ¿Qué tendría que comunicar el Minedu? Sin pensarlo mucho: convocar a la Municipalidad de Lima a una mesa de trabajo. En otras palabras, hacer público el asunto y ponerlo en debate y buscar una solución que no perjudique a los miles de personas (principalmente niños y niñas) que, en especial, los fines de semana, acuden a este espacio que ya forma parte del imaginario peruano.
Por otro lado, extraña el mutismo del Ministerio de Cultura. Veamos, la estación Desamparados está declarada como patrimonio de la humanidad por ser parte del centro histórico de Lima y es patrimonio cultural de la nación desde 1972. Sirvan estos datos para hacer memoria. La estación Desamparados estuvo por décadas abandonada y fue gracias a la cultura y la literatura, y a la buena gestión, que dejó de ser tal para convertirse en un centro activo que forma lectores e incentiva la investigación literaria al más alto nivel.
La República se comunicó con Gary Marroquín, actual director de la Caslit, para que brinde detalles sobre el destino de la institución que dirige, incluso fue a la Caslit para constatar si puede funcionar en el mismo lugar un centro cultural y a la vez un espacio que recibirá a miles de personas por día y a toda hora. No hubo respuesta de Marroquín. La República también solicitó información a Cristian Salazar, gerente de Comunicaciones de la Municipalidad de Lima. Tampoco hubo respuesta.
Aún hay tiempo para encontrar, mediante el diálogo, una solución. Para que Lima sea una potencia mundial, hay que cuidar lo mejor que tiene: su cultura. La Casa de la Literatura Peruana es la joyita cultural del centro histórico de Lima. Es potencia cultural; su poder de convocatoria es evidente.