“Todos quieren blanquearse. Si no es con un Rolex, es con el estatus”, nos responde Tatiana Astengo cuando repasa la coyuntura y la relación con la obra Detrás ruge el lago. La versión de Irina que construye desborda racismo y clasismo; el personaje de Antón Chéjov es reinterpretado por Mariana de Althaus y se traslada a Perú. “Es la actriz célebre de los años 70. Pero no es el estereotipo, lo cual lo hace más divertido para mí, porque ser diva en Perú es un poquito patético. Es como una actriz de aquella época... No le vamos a poner nombre”, nos comenta antes de los ensayos.
Personaje. Como Irina al lado de Verony Centeno como Nina en Detrás ruge el lago. La obra se estrena el 1 de octubre. (Foto: Teatro La Plaza).
Opina de política casi a diario en las redes sociales, ha sido tendencia en más de una oportunidad y es blanco de troles. “Lo que han intentado hacer ahora ha sido manipular y eso está clarísimo, han sido tan desesperados que se han evidenciado y eso está bueno”, nos dice sobre los homenajes a Alberto Fujimori. Por eso cree que, este personaje puede representar a la clase política actual. “Cuando el estatus ya se ve afectado, peligra o se va a acabar, se desesperan y viene la decadencia”.
Cuando estudiaba Periodismo, fue redactora de una revista de espectáculos y recuerda la temporada en televisión en la sección política. “Trabajé para un canal que ya desapareció. Un día, yo ilusa dije: ‘He llegado con una nota importante del Congreso, me la han pasado y yo he averiguado y esta es’. Dejaba muy mal a los apristas. Se rieron en mi cara y me dijeron: ‘¡Pues esa nota no va a salir en este canal!’. Y yo preguntaba ‘¿por qué?’(sonríe) Detrás de todo eso, de uno de los dueños importantes, estaba Alan García. Y yo había llegado con mi nota destruyendo a los apristas (ríe) ¡Nada que ver!”.
Aunque ha hecho tanto cine como televisión, es crítica de la señal abierta por el contenido localista y porque “no arriesgan”. Dejó Perú en dos ocasiones para continuar su carrera en España(está en la serie española Ni una más).
“Es que a veces uno tiene que irse, sino, te acomodas”. Si volviera con su más popular personaje, lo reinventaría nos dice. “Yo creé un poco a ‘Reina Pachas’, así que se hubiera metido, tal vez, a ser congresista. Se daba cuenta que, probablemente, no quería ser madre, que no se hubiera casado con un perdedor. Habría sido una gran política o una política corrupta porque, finalmente, le gusta mucho la plata ¿no? Venían con los billetes como en la salita del SIN y a lo mejor transaba. Sería esa congresista que está todo el día en la peluquería y en cirugías. Yo sé que Gigio (Aranda, el guionista) hubiera querido hacer muchísimas cosas más”.
Hace poco tuisteaste: “Se acabó el show. Sigue el gobierno de Keiko. Han sido 3 días de quitarse las máscaras. ¡Terminemos de despertar, Perú!”. ¿Por qué dirías que la gente asistió al Museo de la Nación?
Es gente que en algún momento ha sacado algo para su bolsillo del gobierno de Fujimori, como en la época de Alan García. Recuerdo que solo a los que tenían carnet (aprista) les vendían carne y tenían contenedores grandazos para guardar, tenían tanta posibilidad que guardaban carne, por si acaso. Pero los que no teníamos carnet no comíamos carne. Ahora es lo mismo con el fujimorismo, además, la creación del fujimorismo es de Alan García.
¿Y Dina Boluarte?
Yo la considero un sujeto que está (sonríe)... Siento que a esta mujer la tienen entre la espada y la pared, está secuestrada, pero no la estoy justificando porque son sus decisiones.
Me parece que al igual que Eduardo Adrianzén, has sido de los que más han cuestionado en sus redes sociales lo que ha sucedido en esta última semana.
Entiendo que otros compañeros también se manifiestan en petit comité, pero no son capaces de hacerlo a nivel redes. ¿Por qué? Porque algunos están trabajando en la televisión y entonces, ‘les va a caer’, como ahora le está cayendo a (Javier)Masías, por ejemplo.
¿Así suele ser?
No debería ser así nunca. Pero estamos viviendo una real dictadura, aunque asolapada. Cuando he trabajado en algunos medios han intentado, sutilmente y yo he dicho que son mis redes. Sí, puedo bajar un par de volúmenes, pero hay cosas que ya no se pueden callar.
Por cierto, la exposición de ‘¿De qué color son tus muertos?’ no fue tan mencionada en las redes de actores y actrices.
Y hay mucha gente que dijo que no (a participar). Tienen miedo pues. Yo entiendo, se meten a jugar el juego de lo que se supone debe hacerse: casarse y tener hijos. Luego veo que están arrepentidos. Es que nunca lo dirán, pero se nota en las consecuencias. Se hipotecan y no solo la hipoteca literal de comprarse un departamento y callarse para poder recibir un sueldo, sino que hipotecan la dignidad. Es terrible.
¿Cuánto duraste en el canal aprista?
Nada. Por suerte ya estaba estudiando actuación, esa fue mi puerta a la libertad. Yo no tengo hijos, igual tengo perros, presupuestos, pagos y no quiero juzgar a todo el mundo. No sé si en una situación diferente —con hijos— termino transando y callándome la boca.
Vuelves a las tablas después de Deseo bajo los olmos. ¿Por qué no has hecho teatro?
No hice teatro en principio porque me demandaba muchísimo la televisión. Soy vehemente en todo lo que hago, no puedo hacer las cosas a medias. Llega una actriz agotada a un teatro y el público merece el cien por ciento y no que estés agotada de haber grabado todo el día- porque nos sacan la mugre en la televisión peruana, no hay horarios, en un día se hace un capítulo y por eso salen así, como salchichas- y, por otro lado, no me llamaban para ¡los personajes! Hubiera hecho un esfuerzo. Esto es algo que ya está cambiando, pero los personajes ricos del teatro en general, del mundo, aquí siempre han sido pensados para otro perfil.
¿Lo dices por los estereotipos?
Sí y los apellidos italianos también. El público que va al teatro lo sabe —salvo el teatro independiente, eso es aparte y las condiciones —, no me ofrecían personajes ricos. Entonces, bueno, así pasaron 10 años.
La gaviota se ha presentado en varias versiones. ¿Cómo reinterpretan tu personaje?
Es un regalo para cualquier actriz. Yo cuando era joven hubiese querido ser La gaviota, es el texto que siempre se trabaja en todas las escuelas y talleres de actuación. Se me pasó y nadie me llamó nunca para ese personaje.
No estabas en el ‘perfil’.
No pues, no era blanca, es la verdad. Así era nuestro teatro y a veces sigue siéndolo, pero está cambiando, la gente se va a ver reflejada. No es lo mismo eso que tú traes, lo que llevas en la mochila de haber sido alguien de barrio o alguien de provincia, eso tú lo impregnas en el personaje, no solamente es tu color.
¿La obra puede incomodar al público que solo espera ver obras clásicas?
Sí y justo soy yo todo lo opuesto (sonríe). Ella es 'wannabe', no es una blanca racista y clasista. Es 'wannabe' y cholea, va creyéndose alguien que no es.
¿Qué ha significado la popularidad que te dio la televisión?
Es una consecuencia ‘de’ y se agradece porque viene acompañado de un cariño real, pero a veces no. Y te das cuenta cuando es groupie nomás porque sales en televisión, porque podrían aplaudir a cualquier delincuente que sale en televisión y lo siguen. Pero cuando hay un real respeto y admiración, es lindo. No la paso mal acá, siempre me voy a detener a saludar, pero eso no es nada de lo que es esta carrera, esta carrera es un servicio, ser actriz es un servicio. A mí me salvo.
¿De qué manera?
Era muy niña, me acuerdo claramente de que estaba sentada en una butaca y no me sentí tan sola. Era un musical, la combinación perfecta. Ya no me sentí rara, no me sentí la loca-rara. Así se siente la mayoría del mundo en algún momento. Entonces, cuando salen del teatro, salen sintiéndose acompañados. Y eso ya es un servicio maravilloso.