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Cultural

Cine peruano: los obstáculos que existen para que llegue a cartelera y ahora la censura

El cine de autor y el cine regional en el Perú tienen pocas ventanas de exhibición en el circuito comercial. Y ahora los directores nacionales tendrán un nuevo obstáculo en el medio: la ley de cine que quiere imponer el Congreso. Conoce más de esta problemática.

larepublica.pe
Un momento de la filmación de 'Canción sin nombre'. El ‘boca a boca’ y la difusión en redes sociales terminan siendo aliados de las películas de autor ante el pobrísimo apoyo del Estado. Foto: difusión

Competir en la cartelera contra las películas extranjeras (sobre todo estadounidenses) es derrota segura para los realizadores peruanos. Solo algunas nacionales pueden hacerles frente y salir victoriosas o sobrevivir a la guerra. Estas han podido disputar la preferencia del público porque tuvieron algunas particularidades: son largometrajes comerciales y se centran en la comedia (ver cuadro), mientras que las películas de autor o las regionales están resignadas a permanecer pocas semanas y a recurrir a los festivales de cine independiente o a proyecciones en auditorios pequeños.

Vale decir que si bien el concepto de cine de autor es amplio y juega con lo subjetivo —y justo por ello existen comedias que tienen el espíritu independiente y las miradas de los directores y guionistas—, es innegable que ese tipo de expresión va frecuentemente de la mano con el género drama y subgéneros relacionados. Asimismo, son pocas las productoras grandes que apuestan por cine con ese contenido.

Entre los principales obstáculos que sufren los largometrajes nacionales de autor están su poca exhibición en las cadenas de cines comerciales. Por ejemplo, 'Yana-Wara', la obra de Óscar y Tito Catacora, solo se exhibió en 4 cadenas de cine y en pocas sedes. El horario es un problema más: muchas veces, cuando ‘se les da la oportunidad’ de aparecer en el circuito comercial, son mandados a horarios imposibles (2 o 3 p.m.), lo cual en la práctica termina haciendo que desaparezcan de la cartelera, ya que, al no rendir ¡a las 3 p.m.!, no se abrirán más salas.

“'Misión Kipi' estuvo poco tiempo en cartelera. Es una obra de lo más accesible, dirigida por Sonaly Tuesta. Fue muy entretenida, entrañable y cálida para que pueda verla un público amplio”, añade, por su parte, Melina León, directora de 'Canción sin nombre' y representante del colectivo En Defensa del Cine Peruano.

Los inconvenientes siguen apareciendo. Con la ya aprobada ley del cine, promovida por Adriana Tudela en el Congreso, y a espera de alguna observación o el silencio del Gobierno, se está creando la opción de censurar guiones que no coincidan con “la defensa de los intereses del Estado peruano” (dice la ley).

“¿Qué sabe de cine Tudela? La censura es porque tiene miedo de que saquen a su papá bailando ‘El ritmo del Chino’ en alguna película. Le da vergüenza que su papá hacía eso en los 90”, comenta el guionista Eduardo Adrianzén.

A su turno, Rossana Díaz Costa, directora de 'Un mundo para Julius', concuerda con el también dramaturgo en que hay una intención de callar distintos planteamientos. “Queda tan libre esa ley que falta no más ajustar 2 tuercas más y eso se puede aplicar a películas en las cuales se hable sobre derecho de mujeres, temas LGBTIQ+; todo puede entrar (como censura) en lo que ellos denominan como Estado de derecho y el tema de defensa nacional. Es muy amplio, abstracto y subjetivo”, nos menciona.

“Realizar una película es muy costoso. Si no eres millonario, es imposible que hagas una película si no es con un estímulo, salvo que sea una película ultracomercial y consigas auspicios. Yo con una película como 'Un mundo para Julius', que todo el mundo pensaba que iba a conseguir auspicios, no los conseguí. Y era una película que está basada en una novela del canon literario peruano; así de terrible es. ¿Por qué no me dieron? Porque era un drama. Los auspiciadores piensan que la gente no quiere ver esas cosas serias”.

Alternativas ante estos problemas

Los entrevistados indican que resulta práctico para algunas personas que estos obstáculos se justifiquen con la denominada ‘ley de la oferta y demanda’, cuando en realidad se trata de una situación más compleja (tal como lo explicó Díaz Costa) y que sí hay alternativas para enfrentar el tema si el Estado realmente desea promover nuestro cine.

Por ejemplo, Adrianzén menciona que el Estado podría ver al cine nacional como una inversión. Puso como ejemplo a Corea del Sur; y si bien aclaró que deben salvarse las distancias, Perú no ha dado ni el primer paso.

“Corea del Sur tiene cuota de pantalla obligatoria y no solo eso, tiene muchos estímulos para hacer mucha producción, y toma como política de Estado producir obras audiovisuales y música para todo el mundo. Conclusión: todo el mundo conoce Corea del Sur ahora. Es una política cultural. Un día, Corea decidió vender su país al mundo y Netflix está repleto de novelas coreanas, y el cine coreano ya se ganó un Óscar (Parásitos, 2020).

Es una política del Estado en la sociedad más capitalista del mundo. No pidamos ser Corea del Sur porque es imposible, pero por lo menos podríamos ser un poquito menos salvajes, ¿no?”, detalla.

Otras formas de exhibir el cine de autor es que se implementen más salas de cine estatales y se cree de una buena vez una cinemateca en el país. “Se debe crear un circuito alternativo de más salas que podría pertenecerle al Estado y la creación de una cinemateca. Somos uno de los pocos países en Latinoamérica que no tienen una cinemateca, que para mí es el equivalente a no tener una biblioteca nacional. México, por ejemplo, tiene una cinemateca impresionante, que no solo sirve para preservarlo, sino para exhibirlo”, menciona Melina León.

Rossana Díaz Costa recuerda el caso de Argentina, cuyas políticas para el cine estaban encaminadas, pero han entrado en conflicto con Milei en el poder. “Antes de la era Milei, una película argentina aparecía en la cartelera comercial y si desaparecía a las 2 semanas, entraba de frente a los espacios INCCA, los cines que son del Estado. Hay espacios así en todo Argentina, donde se cobra entrada, pero un monto menor. Y de ese dinero sale para el productor. Eso sucedió con mis 2 películas (tiene coproducción argentina) (…) Aparte, ellos tienen una plataforma que es del Estado (cine.ar) en la que las películas se pasan”, apunta Díaz Costa.

Estas son las películas peruanas más vistas en salas de cine. Foto: La República / Fuente: Cinencuentro

Lamentablemente, es incierto el panorama con el intento del Parlamento de aprobar la nueva ley de cine y la respuesta del Ejecutivo. “La ministra ha dicho que va a observar, pero no el recorte presupuestal del cine regional, sino otras cosas. Me sorprendería mucho que de pronto lo hagan, porque no han hecho nada para evitarlo”, opina la directora de 'Viaje a Tombuctú'.

Por otro lado, las plataformas de streaming como Netflix y Amazon han dado oportunidad a producciones peruanas para que aparezcan en sus catálogos. Esos son los casos, por ejemplo, de 'Wiñaypacha' de los Catacora, 'Canción sin nombre' de Melina León y 'El último bastión' de Adrianzén (guionista).

Pero no es tan sencillo entrar a esos gigantes de la industria. Catacora y León coinciden en que sus películas llegaron allí gracias a los premios obtenidos en festivales internacionales.

“Llegamos a Netflix porque hemos ganado dos premios en el Festival de Guadalajara, que es de renombre; por ello, los de Netflix han pensado que la película podría exhibirse en su plataforma. También tenemos un trato con Amazon. Normalmente, Netflix prefiere contenido comercial, pero si ganas premios de renombre, también convocan cine de autor o cine arte”, comenta Tito.

“La película debe presentar un alto nivel comercial, que la mía no lo tenía, o ser muy premiada. En un principio no les interesó la película porque no tenía ese fin, más bien es en blanco y negro y con actores no muy conocidos. Pero conforme fue ganando premios, se interesaron y la pidieron”, asevera León.

A su turno, Adrianzén detalla que plataformas como Netflix priorizan las películas que cumplan ciertos estándares de calidad técnica (en imagen, sonido y colorización) y los encargados de seleccionarlas “no juzgan los gustos de la gente”, sino que quieren comprar algo bien hecho. “Pueden comprarte El último bastión o una película que te parezca una frivolidad. Es una empresa”, refirió.

Añadió que son estrictos con los asuntos de derechos de autor. “Nosotros hicimos hace unos años una novela; también hubo interés en ofrecerla y venderla, pero el problema fue que era imposible conseguir los derechos de la música que se usó y también de los fragmentitos de YouTube que se usaban en la serie. Otro requisito es que jamás se haya colgado en YouTube o una plataforma pública”, sostuvo.

Cineastas, guionistas, editores, miembros de producción, entre otros, esperan de todas formas que el Ejecutivo se ponga fuerte y observe la ley de cine y se empiecen a plantear cambios, pero con mesas de trabajo que los incluyan y escuchen sus opiniones.

¿Las personas no desean ver cine de autor?

La directora Rossana Díaz Costa cuestiona esa premisa. De acuerdo a su experiencia como realizadora de dos largometrajes ('Viaje a Tombuctú' y 'Un mundo para Julius'), muchas veces las personas terminan eligiendo qué ver al llegar al cine.

“Nosotros repartimos por nuestra cuenta flyers de 'Viaje a Tombuctú' en los cines y ahí nos dimos cuenta de que la gente no tenía ni idea de qué cosa ver, por lo que no es muy cierto que el gusto del peruano está formado. Llegaba mucha gente a la boletería a evaluarlo. Era como si unas amigas quedaran ir al cine a las 8 y recién a esa hora se ponen a ver qué cosa hay”, mencionó.

Añade que una de las mayores razones por las que grandes producciones arrasan es debido a su enorme publicidad.