¿Por qué se les llama clásicos a los clásicos? ¿Por qué William Shakespeare sigue motivando distintas lecturas en la actualidad? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos ahora que el Teatro Británico presenta la adaptación de Ricardo III del inmortal autor inglés. Las fuentes directas nos indican que este rey, que gobernó Inglaterra entre 1482 y 1485, era capaz de todo con tal de conseguir y mantener el poder. Un desalmado con dimensión humana, como lo patentizó Shakespeare. En este punto, la adaptación de la dramaturga y directora argentina Laura Silva sigue la línea contextual, pero lo que distingue a su adaptación es que ahora se explora el conflicto de la interacción del monarca con las mujeres que lo rodean, tal es el caso de su esposa, cuñada y madre; a ello sumemos que Silva lo ubica en una realidad reconocible: en Latinoamérica.
Directora Laura Silva. Foto: difusión
“No hago ninguna alusión específica, pero sí es necesario tener el sentido de aquello que nos identifica como espectadores y no con un rey lejano y medieval que no nos pertenece tanto”, señala Silva por el enfoque de su proyecto. “Ricardo III sigue vigente debido a que explora la construcción del ser humano, que está atravesado por pulsiones animales que la cultura nos enseña a controlar y sublimar”, indica Silva que para su obra eligió a tres de cuatro personajes mujeres de la obra original. “El rey Ricardo sabe qué es lo que quiere, es muy determinado, pero quienes lo corren de eje son las mujeres de distintas maneras. Por ejemplo, en el caso del personaje de Irene Eyzaguirre, lo hemos trabajado como representación de las mujeres latinoamericanas, de las madres que han perdido hijos a lo largo de la historia, de madres que han enterrado a sus hijos y otras que no”.
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Se entiende que Silva plasmó una mirada de género para su Ricardo III, licencia válida y justificada por la visión poliédrica que enciende no solo esta obra de Shakespeare, sino toda su producción. En ese sentido, no resulta extraño el subtítulo: El sueño jabalí. Jabalí, símbolo de resistencia y fuerza física, pero también de fragilidad. Elementos reconocibles con los que Shakespeare forjó una tensión sobre las virtudes y miserias humanas para impactar/cuestionar al espectador. ¿Acaso todos no tenemos algo de Ricardo III? ¿Es mala la ambición de poder?
Este es un clásico sobre las consecuencias de la ambición. Shakespeare nunca juzgó, solo representó. Grande, pues.
Estreno. Ese sábado 1 de junio sale al escenario Ricardo III. Va hasta el 21 de julio. Entradas entre 45 y 25 soles en Joinnus y en la boletería del teatro.