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Cultural

Víctor J. Krebs: “La digitalidad está afectando todo lo que sucede en la estructura de la sociedad”

Krebs es conocido por tratar filosóficamente temas de la cultura popular. Sus clases en la PUCP son un éxito entre los estudiantes.

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Sus áreas de interés son la tecnología, el arte, el lenguaje, la estética y el cine, el psicoanálisis, la cultura. Foto: John Reyes / La República

Víctor J. Krebs es conocido en los pasillos de la Universidad Católica como el filósofo pop. Trata temas contemporáneos como la cultura de la calle, la tecnología o el cine. Dirige la Red Latinoamericana de Post-Humanismo. Su casa está llena de libros y obras de arte. Tiene sentido que sea él quien planee llevar a cabo una serie de conferencias en el Museo de Arte Contemporáneo con el fin de acercar al público común a la filosofía y al arte.

-Cuéntame, ¿de qué va este proyecto en el Museo de Arte Contemporáneo?

-Bueno, estamos trayendo a dos personas de muy diferentes áreas. Uno es un escritor que trabaja la cultura popular y ha escrito una trilogía sobre la melancolía. Es un muchacho muy joven que llamó mi atención una vez cuando investigaba sobre el tema. Yo trabajo con un grupo de investigación sobre filosofía contemporánea que se llama Hermes, cuyo propósito es llevar la filosofía a las calles. Me pareció que era buena idea traerlo para que hable sobre la melancolía en función de la digitalidad. Entonces, apareció la posibilidad de traer a un filósofo de las artes mediales que trabaja a Stigler, que es un filósofo de la tecnología, y que también está metido con la cuestión algorítmica y con el sonido. La idea con ellos es hacer un coloquio de filosofía pop, filosofía popular.

-Precisamente, te conocen como el filósofo pop. Tratas temas contemporáneos como la tecnología, el cine o cualquier fenómeno que se dé, como dices, en las calles. Tú caso es raro. En general, tendemos a pensar al filósofo como alguien que se dedica al pasado. ¿A qué crees que se debe eso?

-Para mí fue clarísimo siempre que la filosofía, sobre todo en nuestra época —tan convulsionada—, no podía quedarse en la academia. Siempre me he interesado por cosas que están pasando en la contemporaneidad y que no corresponden exactamente con aquellos temas importantes en el momento para la academia. Entonces, siempre ha sido como una especie de vocación mía de tratar de aterrizar los temas de la contemporaneidad para los filósofos y viceversa. Es un poco la idea del proyecto y de la filosofía pop. Cuando regresé al Perú hace veintiún años, y hablaba de filosofía pop, la gente me miraba como qué bicho raro es este, qué cosa está trayendo. Había mucha desconfianza, pero siempre me reivindica el tiempo: veinte años más tarde hay mucha gente en todas partes del mundo hablando de filosofía pop. En Argentina está Darío Sztajnszrajber haciendo filosofía pop hace mucho tiempo y con mucho éxito.

-¿La filosofía pop se ocupa solamente de llevar lo que está en la academia a la calle o también de llevar lo que está en la calle a la academia?

-Ambas cosas.

-¿Qué temas, por ejemplo, interesan a la filosofía pop?

-La filosofía pop en realidad está interesada en todo aquello que tenga un interés filosófico, ya sea en la academia o en la cultura popular. En la cultura popular hay muchísimo que está sucediendo. En el cine, para empezar, tenemos las fantasías de la época. Por eso, llevar el cine a la reflexión dentro de la academia es una de las tareas que inicié cuando recién vine. Hice un par de foros de cine que fueron novedosos y, de pronto, comenzaron a pulular por todas partes. Ahora todo el mundo hace foros de cine y filosofía. Ese es buen ejemplo de llevar algo que es más o menos de la cultura popular a la reflexión académica.

-Para algunos historiadores del arte e historiadores de la filosofía, llega un momento en el que la historia se acaba y comienza esta post-historia, porque se piensa que todo lo que se pudo desarrollar se desarrolló o se representó. ¿Estás de acuerdo con ese fin de la historia de la filosofía o del arte?

-El otro día leí algo que decía que todo se ha dicho, pero nos lo olvidamos todo el tiempo y lo tenemos que repetir. Pienso un poco en eso. Me parece que la capacidad creativa del ser humano es inagotable y que las formas en las que se manifiesta tienen que ver con lo que está sucediendo en el momento. Una época como la nuestra, con tantos medios tecnológicos nuevos, nuevas formas de accesibilidad al mundo, hacen posibles formas de creatividad nuevas en el arte, en la filosofía, en todos los ámbitos del pensar.

-Por ejemplo, cuestiones como el mundo virtual y la aparición de la inteligencia artificial y todo lo que ofrece, abre de alguna manera un mundo que existe y que no ha sido representado ni tratado. ¿Cómo crees que debería relacionarse la filosofía con eso?

-Bueno, ahí habría que hacer unas cuantas distinciones. Digamos que la virtualidad es intrínseca al ser humano. Es decir, la posibilidad que tiene el ser humano de virtualizar el mundo, imaginárselo y crear nuevos mundos a partir de los cuales transformar lo que es la realidad, ha existido desde que el ser humano tiene conciencia. Entonces, la virtualidad no es nada nuevo. Lo que es nuevo es la virtualidad digital. Por primera vez, logramos replicar este ámbito virtual interno en algo físico.

-Sí, claro, pero ahora está la posibilidad de un espacio digital en donde nos podemos relacionar. O sea, si bien antes había una virtualidad a partir de la imaginación, esta era accesible de manera individual. Ahora es posible reconstruir una suerte de realidad social dentro de un sistema digital.

-Sí, yo no diría reconstruir, que también hacemos eso, sino, más bien, que comience a fusionarse la vida virtual con la vida real. Eso a mí me parece que es lo más interesante. Estamos viviendo una vida que nunca ha vivido el ser humano antes, en la que un ámbito virtual que tiene sus propias leyes, su propia lógica, está interactuando de manera completamente permanente, constante, en nuestra cultura diaria. Entonces, podemos hablar de que tenemos vías digitales todos. Por más que no estés metido en las redes sociales, igual la digitalidad está afectando todo lo que sucede en la estructura de la sociedad. Estamos viviendo una cultura que ha sido, sí, de alguna manera potenciada, de una manera inesperada, por esta nueva realidad que tiene nuevas leyes, que nos permite relaciones muy distintas. Podemos explorar nuestras identidades de maneras que nunca hemos podido hacerlo. Entonces, sí, es una época fascinante. Ese es uno de los temas que vamos a tratar en este coloquio. Renzo Filinich, que está viniendo de Sudáfrica, está haciendo una investigación justamente sobre los nuevos medios y la forma en que la virtualidad está transformando la vida del ser humano. Viene a hablar sobre eso en función de los algoritmos: cómo los algoritmos están transformando la cultura y la forma en que nos relacionamos unos con otros.

-También cómo afectan los procesos artísticos, los resultados, la creación. Veo que hay mucha tensión en torno a la aparición de las nuevas tecnologías, que yo imagino siempre existió. Se habla mucho, por ejemplo, de que escribir con ayuda del ChatGPT o utilizar la impresora 3D para crear escultura es hacer trampa. Imagino que cuando apareció la computadora también fue vista como hacer trampa. ¿Cómo ves ese panorama? ¿No es acaso el simple desarrollo de una serie de herramientas como tantas otras?

-Sí, por un lado estoy de acuerdo contigo. O sea, no hay nada nuevo, en realidad, con que hayan nuevas tecnologías, ni con que haya una resistencia a estas. Hay un elemento, sí, que a mí me parece que hace una diferencia grande en nuestra época, y tiene que ver con, primero, la naturaleza de la digitalidad y su rapidez. Los cambios ocurren tan rápido que no los estamos metabolizando ni entendiendo y eso puede tener efectos muy serios. En segundo lugar, la digitalidad está realmente secuestrada por una visión capitalista del mundo. Entonces, al ser utilizada la digitalidad de esa forma, se elimina toda esta... Es más, uno podría decir, como dice Bernard Stiegler —uno de los filósofos que estamos presentando—, que está eliminando la capacidad del ser humano de creatividad, y nos está automatizando. Si es que no reaccionamos antes de que sea demasiado tarde, todos vamos a ser zombis. Ese riesgo es real y lo estamos viendo alrededor nuestro en todos los ámbitos de la cultura. Lo veo yo en las clases, con los estudiantes, la relación que tienen con los aparatos, la adicción que crea, la falta de conciencia acerca de lo que eso significa. A mí me parece que ese es un tema serio, no solamente de cultura popular, es una cuestión real, existencial, un peligro que hay que afrontar con la mejor reflexión que podamos tener.

-Los indicadores invitan a pensar que vamos hacia mal camino. Recientemente, la BBC sacó una estadística de que el coeficiente intelectual de esta generación se había visto reducido, cosa que no había sucedido antes. Históricamente, de una generación a otra el coeficiente intelectual aumentaba. Yo creo que hay una clara influencia de esta mecanización de la que hablas, en la que no vemos a la tecnología como una herramienta, sino como un reemplazo de. Es muy peligroso. ¿Crees que sea reversible?

-Yo espero que sea reversible. Justamente por eso el intento de reflexionarlo, de ver cómo es que podemos hacer para compensar esta inconsciencia.

-¿Crees que la filosofía puede jugar un papel en que esto se revierta, que la gente lo piense más?

-Yo pienso que la filosofía tiene un papel esencial que jugar, como siempre juega en la cultura. Se demora un poco la cultura en asumir lo que la filosofía está haciendo, pero ahora la urgencia está en la velocidad. Por eso se hace muchísimo más urgente tratar de llevar y hacer más accesible general, en el público general, la reflexión filosófica.

-La filosofía siempre ha sido vista como algo de difícil acceso, incluso en tiempos en los que la gente tenía más costumbres de lectura. ¿Cómo hacer para que la gente se acerque a la filosofía ahora, que la necesitamos tanto, cuando la gente ya no está dispuesta a leer?

-Ahí están también ayudándonos los nuevos medios. O sea, cosas como estas, que se pueden difundir después en la virtualidad. Los alumnos están leyendo menos, pero están viendo igual muchas imágenes. Entonces, hacer que las imágenes tengan esta carga positiva, que tengan algo que aportar, es una opción.

-¿Crees que es igual de efectivo, por ejemplo, leer un texto o ver un video en el que te expliquen una serie de cosas?

-Son muy diferentes las formas de asimilar las cosas. No diría que uno es más importante o más válido que el otro. Depende de las circunstancias. Yo en eso soy muy abierto. Pero sí tiene que haber, sobre todo, a mí me parece, conversación, conversación con el otro. Siempre el intercambio de palabras con el otro te va a abrir espacios que de otra manera no se abren. Y si solamente estás viendo, recibiendo información, ya sea escrita o audiovisual o lo que sea, pasivamente, no estás ejercitando lo que tienes que ejercitar para que se vuelva realmente un saber tuyo, una experiencia que puedas luego utilizar de manera positiva.