Argentina, 2015. Las redes sociales estallan contra Juancito, un niño de 11 años criticado por decir que le gustaba la literatura, las artes e “historietas de Liniers”.
Ricardo Siri Liniers, el famoso ilustrador argentino, cita la anécdota para describir la toxicidad de las redes sociales y cómo sus usuarios se transforman detrás de una pantalla y un teclado. “¿No les da vergüenza? ¿Quién los educó? ¿Stalin?… Banco mucho a Juan”, escribió él en su Twitter, tratando de contener el incendio online desatado contra el niño.
“Es el caso más claro de lo deshumanizante que pueden llegar a ser las redes”, asegura el dibujante argentino, que por estos días participa en el Hay Festival Arequipa. Era un chico de once años a quien estaban maltratando les decía. Algunos le respondieron arrepentidos: “uy, no me di cuenta”.
Liniers, junto a Alberto Montt, dibujante chileno, pusieron en escena su ‘stand up ilustrado’ en Arequipa.
Montt analiza que a través de las redes existen espacios que se prestan para que todos se suban a lo alto de un ‘estandarte de valores’ desde donde cuestionan lo que otros dicen. “Chicos y chicas que nunca nadie les dijo nada en la cara, en redes sociales, los destruyen y terminan matándose”, reflexiona.
Ambos dibujantes realizan un show divertido con sus ilustraciones. Años atrás, Liniers se asoció con Kevin Johansen y, mientras el músico daba cuenta de su setlist, Liniers dibujaba. ¿De qué depende de que show sea divertido?, le preguntamos: “Depende del público”, responden ambos.
“Podemos ir con nuestra anécdota tal y hay un público que no está tan enganchado porque es más tranquilo. Si se meten alcohol antes, somos mucho más graciosos. Descubrimos que somos más graciosos cuando la gente está embebida (risas). Realmente, el público tiene una responsabilidad en el show”, señala Liniers. Y advierte: “si fue malísimo el show, culpa de ustedes.
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Eso le da pie al dibujante para recordar en 1992 el concierto de Nirvana en Argentina. “Salió una banda de chicas y había machistas descerebrados, les tiraban pedazos de tierra. Kurt Cobain salió indignado, con mal humor naturalmente, hizo un show (tocó mal adrede). El público arruinó ese show siendo agresivo con la banda que venía antes”, comenta.
Liniers marca distancia con el humor político coyuntural. No lo practican. Hay demasiado fanatismo de los seguidores del político y carencia de sentido de humor del personaje público. “La primera víctima en el show del stand up soy yo, estoy hablando sobre lo tonto que soy yo. Todos somos tontos y absurdos, fracasamos parecido. El humor es sobre eso, el humor no es sobre el triunfo, (no es) de lo genio que soy. Es exorcismo”, añade.
Liniers y Mont también opinan sobre la tecnología y cómo influye en su trabajo. Lo positivo: rompió el monopolio de la difusión. Antes solo se publicaba en formatos tradicionales. Ahora hay una gran apertura, cualquier anónimo puede mostrar su arte. Afirma que son tan mágicos los nuevos soportes que si a Albert Einsten le mostrarías un teléfono y le dirías: “aquí está todo el conocimiento se maravillaría”. Sin embargo, también se decepcionaría con la clase de sociedad que predomina, además de inculta, intolerante.
En las redes sociales le han dicho ‘no puedes hacer chistes sobre eso’. “Lo han dicho a nivel público, para que la gente lea y diga: hay, qué buena gente es esa persona. Cero veces vino alguien a decirme personalmente: che, hay un chiste tuyo que no me gustó. Hay algo performativo también en esta (supuesta) ofensa pública, miren lo buena gente que soy, mírenme”, comenta.
Cambia de tono y desata las risas. “En Estados Unidos, hay estos actores que tienen una imagen muy positiva, pero dicen algo y les caen encima. Y el tipo dice: pido disculpas, nunca más lo voy a hacer, y nadie le acepta las disculpas. (Tratan de decir): ¡Qué buena persona que soy yo, que me enojo con Matt Damon, ¡qué estupidez! No le creo al que se ofende en Twitter”, dice.
Montt, añade una anécdota similar. Su amigo Francisco Elera hizo una viñeta de un hombre con sobrepeso que llegaba al doctor y le preguntaba: ‘doctor cómo puedo hacer para bajar de peso’. El médico responde: simplemente no se quite la mascarilla y vea qué puede comer con eso. “Lo subió a sus redes sociales y le decían: ‘gordofóbico’, y el tipo había hablado de lo que le pasó a él, de su experiencia”, explica.
La intolerancia con el humor, con la que hacen frente, pasarán factura a los cuestionadores. Ellos ya saben sobrellevarla. Hasta Mafalda ofende a algunos, dice Liniers con sorpresa.
Y la pandemia no ha sido la excepción. “Yo no puedo andar por el mundo pensando que nadie va a hacer chistes de las muertes por Covid porque se murió mi mamá o sobre mi mamá. Yo hago chistes sobre mi mamá”, señala y ríe, Montt.
En 2015, cinco dibujantes de la revista satírica Charlie Hebdo, en Francia, fueron asesinados a tiros junto a otros seis trabajadores, por extremistas “ofendidos” por publicaciones críticas con el Islam. Existen otros atentados contra caricaturistas.