Su familia ha sido nómada, por el lado paterno y materno. Ha vivido en distintos países, convivido con distintas lenguas, culturas y territorios, pero desde siempre sabía que sus anclas estaban echadas en el Perú. Como hija del recordado y gran embajador Juan Miguel Bákula, desde una edad muy temprana descubrió que su vocación era la historia, sobre todo historia política, una pasión a la que le ha dedicado su vida, como profesora, investigadora, pero también desde la función pública porque Cecilia Bákula, antes de ser directora del Museo del Banco Central de Reserva, hoy MUCEN, fue la última directora del otrora Instituto Nacional de Cultura.
Si bien no se considera una experta, pero sí bastante conocedora de Bolívar.
“Todos mis trabajos de investigación iniciales fueron sobre el pensamiento de Bolívar, pero poco a poco me di cuenta de que la historia del arte era una veta extraordinaria, porque en los hechos políticos uno ve a los individuos que sobresalen, en la historia del arte, además de los individuos, uno ve a la sociedad que crea esas obras. Me muevo en esos dos polos. Con el pretexto del bicentenario, retomé mi pasión bolivariana. Siento la necesidad de reivindicarlo, de quitarlo del manoseo”, dice Cecilia Bákula.
A propósito, ¿nuestro bicentenario no es una fiesta?
No solamente no ha sido una fiesta sino hay algo muy grave. Se ha perdido la oportunidad extraordinaria de regalarle al Perú un momento de reflexión. Hay una frase que uso, el sueño fundacional. Es decir, cómo nos soñamos, cómo era el plan soñado y cómo nos hemos alejado o entendido ese sueño. No quiere decir que el sueño sea siempre la mejor opción, puedes soñar horrores, pero nos han metido en la cabeza la idea de que la independencia nos fue un mal regalo. Cómo nos van a decir eso, primero, porque nos independizamos quiera o no señalarse y, segundo, no nos la regalaron. En Ayacucho murieron gente de sangre andina, hermanos latinoamericanos. O sea, en la medida de que te sientas menos orgulloso de tus raíces, entonces te quejarás y dirás es que como yo soy un provinciano, es que como a mí me discriminas, es como a mí me dieron la independencia... En realidad, estamos creando no una sino varias generaciones de peruanos cargados de sentimientos de minusvalía innecesarios. Ni tú ni yo somos mejores que otros. Cada uno que haga lo mejor que puede en lo que le toca. Se puede trabajar con entrega y honestidad en el sector público. De mí podrán decir lo que quieran, pero jamás que se me pegó un centavo.
¿Por qué cree que hemos perdido la ocasión de regalarnos ese momento de reflexión?
Porque no conviene...
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¿A quién no le conviene?
Yo creo que no conviene que el individuo piense en sus orígenes y se sienta orgulloso de ello porque es mucho más fácil convertirlo en un individuo que estire la mano que una persona que coge la herramienta para salir adelante. Me opongo y me he opuesto siempre al asistencialismo. Es que de verdad es grotesco. Está bien la asistencia en una emergencia, pero la gente se sentiría mucho más contenta que en vez de tener autoridades ladronas, se le diera trabajo. Pero no, para callar, porque hay hambre y hay descontento, entonces te dan una canastita con víveres.
¿Pero a quién no le conviene?
Fíjate, creo que no le conviene a un grupo de políticos. No le conviene, seguramente, a un grupo de denominación económica, que no son los tradicionales. El poder del dinero está en manos de otra gente que no conocemos ahora, que no podemos identificar porque no están en la lista de Forbes. Pero hay intereses, por ejemplo, por qué no enseñamos historia del Perú.
El sistema educativo hace agua.
El sistema educativo está tan venido a menos. En otras partes del mundo, tener en la familia un maestro, un sacerdote, un militar, es un orgullo. Nosotros hemos manoseado tanto a las fuerzas armadas que nadie quiere hacer ni el servicio militar.
Menos quiere ser profesor...
Es que no es rentable. Le hemos quitado la dignidad al oficio. Se ha destruido el honor y la honorabilidad del maestro.
¿El MUNA aún no es como se pensó, un gran museo nacional?
Después de mi rechazo inicial a un proyecto que me parecía que se estaba imponiendo contra viento y marea, como el caso del aeropuerto de Chinchero que no va a servir para nada y cuesta carísimo, dije vamos a pensar en positivo. Pero no, debo decir que yo no he ido al museo, tengo información por la prensa y otros canales, pero mi punto de objeción es que no se ha utilizado suficientemente el tiempo para crear un guion museográfico extraordinario. El museo de arqueología de Pueblo Libre, que es un lugar hermosísimo, se ha descuidado y ni siquiera por el bicentenario hemos podido poner en valor a cabalidad la Casa de la Magdalena, donde se vivió la independencia. Es una vergüenza. O sea, por el MUNA no se puede destruir algo si no tiene un plan coherente. Yo leí una denuncia contra el Ministerio de Cultura en que de los 56 museos que están bajo la autoridad del ministerio no hay uno que cumpla con las normas que la propia ley exige. Entonces, si no podemos con lo poco por qué queremos hacer lo mucho.
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Ahora hay una polémica por la nueva ley general de museos. ¿Qué posición tiene usted?
La verdad, yo creo que el momento de trabajar, aportar, pasó, y lo hice bien. Yo no quiero convertirme en esas funcionarias que cada vez que algo sucede en el sector creen que tienen la voz mesiánica.
Si observamos los museos privados, incluso los nacionales descentralizados, están bien...
Totalmente...
¿Vale intervenirlos con esta ley?
Es absolutamente innecesaria la modificación de esta ley. El problema es que las autoridades que tienen complejo mesiánico de alguna manera piensan que dando una norma se soluciona el problema. Hay algunos museos que cumplen labor importantísima, hay experiencias pequeñas pero son muy positivas, van luchando contra todo. A nosotros nos falta –lo digo de corazón– una ley de mecenazgo, una ley que permita que toda aquello que se invierte en la conservación del patrimonio, pueda tener un beneficio tributario. Y eso no hay porque le tenemos terror a la exoneración tributaria.
¿Por qué los ministros de Cultura han sido permisibles con el aeropuerto de Chinchero?
Qué difícil pregunta... La verdad es que yo creo que hay dos cosas. Puede ser una actitud de “bueno, ya está hecho, qué vamos a hacer” y otro podría ser de que haya intereses que todavía no han salido a la luz. Pero el problema gravísimo de Chinchero es que de acuerdo a lo que yo he escuchado vía prensa es que las condiciones técnicas de ese aeropuerto no van a satisfacer las necesidades de ese turismo creciente, que empujará la extinción de la comunidad de Chinchero y ha generado un tráfico de tierra porque no se ha previsto un plan conjunto.
Con ministros fugaces, ¿el Ministerio de Cultura está al garete?
Yo tengo una percepción un poquito sesgada seguramente porque fui la última directora del INC. Yo creo que cuando el presidente García ofreció la creación del ministerio, en ese momento era indispensable que se creara. Con el tiempo, y es mi apreciación y me hago responsable por lo que digo, el ministerio ha ido perdiendo autoridad sobre los temas de cultura, que los ha ido ganando Mincetur. En qué sentido, pues turismo, que es una fuente de ingreso importantísima, se nutre de cultura, no se nutre ni de playas ni de casinos. La gente viene a tener una experiencia viva con una cultura potentísima. Creo que el sector Cultura ha perdido un poco de presencia en cultura-turismo. Se ha dedicado más en temas administrativos. Quisiera estar equivocada, pero hemos perdido como mucha presencia en la mente de los ciudadanos. Se le ha quitado al ministerio la idea de ser indispensable.
Existe una polémica por la creación del Colegio de Historiadores. ¿Ayudará al gremio?
Cero. Además, hay una cosa que es bien curiosa. Solo se podrán inscribir aquellos que tengan licenciatura. Qué va a suceder si un periodista notable decide escribir una novela histórica, digamos, reconstruyendo el pensamiento de Grau. No podría, el colegio lo desautorizaría. Así estamos. Sabe qué, estos tiempos difíciles, primero, es un privilegio vivirlos porque vivir en crisis hace que se desarrollen otras habilidades, no digo que sea bueno vivir en crisis, pero hay que ver la parte positiva. Además, yo sí creo que estamos caminando a un momento de ruptura gravísimo a nivel nacional, mundial, pero esto es solamente el parto, algo mejor tiene que venir.