Para el escritor norteamericano Paul Auster, Stephen Crane era un escritor en combustión. Apenas vivió 28 años y revolucionó la literatura y el periodismo. El autor de “La trilogía de Nueva York”, en teleconferencia traducida desde Nueva York con la prensa, habló de su último libro, “La llama inmortal de Stephen Crane” (Ed. Seix Barral), que es una novela, en realidad, una biografía novelada, del autor de “La insignia roja del valor”, esa gran novela sobre la guerra civil estadounidense en el siglo XIX.
Paul Auster, en la medida que iba respondiendo a las interrogantes, no solo fue retratando a su biografiado, sino también soltando prenda de su oficio de escritor y de cómo se motivó y escribió este último libro.
Stephen Crane nació en Newark (Nueva Jersey), en 1871. Migró de su ciudad hacia Nueva York, en 1890. Las necesidades lo empujaron a trabajar como reportero y deambuló haciendo ese trabajo por los bajos fondos. Pero en él había un escritor y esa pasión fue su norte. Escribió poesía, artículos, relatos y novelas. Además de “La insignia roja del valor”, publicó “Maggie: una chica de la calle”, “El bote abierto”, “El hotel azul”, “El monstruo”, entre otros libros.
Pero también tuvo un espíritu de aventura: fue corresponsal de guerra, sobrevivió un naufragio, defendió derechos laborales y, finalmente, murió en Alemania de tuberculosis. Tenía 28 años de edad.
Paul Auster comenzó por el principio. Referir la gran estatura como escritor de Stephen Crane.
“El hecho de que estemos aquí, hablando de un autor que vivió y murió hace más de 120 años –explicó-, significa que el arte sigue vivo y que el arte importa. Una de las razones por las que quise hablar de Crane con profundidad es porque sospecho que en Estados Unidos no se le está leyendo mucho. Todos lo conocen por “La insignia roja del valor”, pero docenas de textos que escribió de gran calidad se ignoran, y mi propósito era tratar de generar un nuevo interés en la obra, porque es una figura históricamente importante”.
Consideró que Stephen Crane fue “el primer escritor modernista de la literatura estadounidense”.
“Es una persona que se adelantó a lo que sucedería en el siglo XX y sus preocupaciones y sus métodos siguen aiendo muy contemporáneo. Stephen Crane es uno de esos autores que le habla directamente a una persona de hoy. No estamos leyendo a través de una lente de algún libro viejo y polvoriento, sino una obra que debe ser leída actualmente. Y ese es mi propósito, traerlo de nuevo a los lectores”, detalló Paul Auster.
Subrayó la vigencia de los temas que trata en sus libros, en los que halló contemporaneidad. Si bien Crane era un autor del siglo XIX, para Auster también es un escritor de hoy.
“Cuando vivió Crane ya había acabado la esclavitud, pero sí vivió la era de la segregación que era terrible. Al escribir este libro me sorprendió que muchos de esos programas siguen presentes y esta división entre ricos y pobres es tan grande como en tiempos de Crane. Hubo reformas y se empezaron a cerrar muchas de esas brechas, pero hace 50 años de nuevo esas brechas han crecido y crecido y ahora estamos otra vez dónde estábamos hace 120 o 130 años. Es el problema que sufrimos en la actualidad. Sentía que no estaba escribiendo sobre la prehistoria sino sobre de EU de hace 100 años y el de ahora. Y no es distinto”, observó Auster.
Ante una consulta, si Crane, por la brevedad de su existencia, sus afanes justicieros, era un escritor marginal. Auster lo negó, ampliamente.
“No, no lo creo -dijo. De hecho, en su vida Crane fue muy famoso. De hecho, el éxito de su novela, ´La insignia roja del valor´, que lo publicó cuando él tenía 24 años, lo convirtió en una celebridad nacional. De hecho, de todos los autores de la historia y de la historia de la literatura de Estados Unidos, los únicos dos autores jóvenes que capturaron al país de forma arrasadora cuando publicaron sus primeros libros, fueron Francis Scott Fitzgerald , con ´A este lado del paraíso y Stephane Crane, con ´”La insignia roja del valor”. Ningún otro libro los ha superado en todos estos años. Entonces, no creo que Crane sea una figura marginal, pero ha sido un poco abandonado. Lo que yo trato de hacer es regresarlo al centro del escenario, porque merece estar en el panteón de los grandes autores”.
También consideró que Crane fue un revolucionario de la escritura de ficción. Y son varias sus contribuciones.
“La primera, hubo una posición filosófica que tomó. Estuvo en contra un poco de lo que sucedía con la literatura estadunidense en ese momento. Desechó todo lo moralizante, todos los juicios morales que hacían los escritores en la ficción para contar la verdad. Narraba de una forma cautelosa, con una mirada como de fotógrafo, de periodista de investigación, qué está pasando, qué escribir, qué está pasando antes de ponerlo en la ficción. Eso fue revolucionario, dijo Auster.
Contó que cuando Crane escribe “Maggie: una chica de la calle´, que es una novela sobre la gente que vivía en las calles, en barrios pobres y abandonados, en que esta chica se vuelve prostituta y trabaja en las calles de Nueva York y que por esa causa muere, “él no juzga, solo lo cuenta”.
“Eso resulta extraordinario. Luego, a nivel estilístico, y esto también es importantísimo. Todo lo que se asociaba con la novela siglo XIX, todas las descripciones, el color local, todo esos discursos y peroratas de cómo era el cuarto, la ropa, el paisaje, él lo omite. Solo escribió sobre lo esencial. Desnuda, de alguna forma, la prosa. ´La roja insignia del valor´ es una novela sobre la guerra civil estadounidense, pero en ningún momento menciona el nombre de la guerra. Nunca dice de qué bandos son; nunca menciona al presidente Abraham Lincoln; no menciona a ningún general. Lo que hace es meterse en la mente de un joven de 17 año, que está en la guerra, en medio de una batalla y tiene miedo. Es un libro sobre el miedo. Es un estudio psicológico de esta mente tumultuosa. Crane podía leer, traduccir, porque era tan astuto ensus percepciones y todo lo traducía a su lenguaje”, explicó Auster.
El poeta
Paul Auster contó que para escribir este libro sobre Stephen Crane, que inicialmente iba a serde200 páginas y ascendió a más de 800, es que un libro le fue llevando a otro. Cada vez le asombraba más las facetas del escritor y periodista biografiado. Una de esa facetas era la de poeta. Y habló de ella como quien habla de un misterio.
“Su poesía es tan extraña que no es algo que haya leído alguna vez. Casi no parece poesía. En su momento, se reían de lo que hacía”, refirió.
Pero para ilustrar mejor a sus interlocutores, leyó el siguiente poema:
“En el desierto
vi una criatura, desnuda, bestial,
que, agachándose en el suelo,
tomó su corazón con las manos
y se lo comió.
Dije: “¿Está bueno, amigo?”.
“Está amargo, amargo”, me respondió,
pero me gusta
porque está amargo
y porque es mi corazón”.
Por supuesto que sobran palabras para explicarlo.
Desaparición de Estados Unidos
Ante la consulta de esa tendencia que se ha denominado como “cultura e la cancelación”, que es negar o bloquear a quien tenga una posición ideológica contraria, dijo que mejor no perder el tiempo y que más preocupante era “el peligro de Donald Trump y los republicanos locos que quieren destruir el país me parecen más urgentes”.
“Me causa mucho pesar y no es una tendencia muy prometedora en la cultura estadunidense, pero creo que con el poder creciente que tiene la extrema derecha en Estados Unidos, no me preocupan tanto estos problemas de la llamada cultura de la cancelación. Esto de la cultura de la cancelación lo realizan chicos jóvenes, muy idealistas, que están fuera de sí y van a madurar. El problema es que podemos perder la democracia, salvo que nos unamos y resistamos a eso. Delo contrario, no va a haber Estados Unidos en el sentido en el que lo conocemos aquí y en otras partes del mundo”, advirtió el gran Paul Auster.