La Casa Aliaga es un lugar emblemático para recordar la fundación de Lima y visita obligada para los turistas peruanos y extranjeros interesados en el esplendor de la Ciudad de los Reyes. Desde sus ventanas se han visto pasar a conquistadores, virreyes, libertadores, rebeldes, golpistas y presidentes electos que ocuparon Palacio de Gobierno, también conocido como La Casa de Pizarro.
Lo interesante es que esta bella casona sigue habitada por los descendientes de don Gerónimo de Aliaga, uno de los conquistadores que acompañó a Pizarro desde los sucesos de Cajamarca y que luego decidió asentarse en Lima como vecino destacado. Prueba de su estadía fue la construcción de uno de los primeros molinos de la nueva ciudad, impulsado con el agua de una acequia procedente de canal Huadca (o Huatica) y que funcionó casi doscientos años para producir harina de trigo y otras moliendas.
Casi quinientos años después, los arqueólogos de ProLima han descubierto el molino, luego de investigar un sospechoso hundimiento en la alameda Chabuca Granda.
“Celebrar los 486 años de la fundación española de la ciudad de Lima, dando a conocer una construcción del tiempo fundacional, tiene un significado muy especial. Más aún ahora que estamos implementando un plan para revelar, recuperar, poner en valor la belleza que guarda esa Lima antigua que ahora celebramos y que todos hubiéramos querido conocer”, dice Luis Martín Bogdanovich, gerente del programa de Recuperación de Lima-ProLima.
El descubrimiento del molino Aliaga forma parte del Proyecto de Investigación Arqueológica de las Murallas y Tajamares (especie de cestos repletos de piedras que servían para evitar el desborde del río en las crecidas) dirigido por el arqueólogo Héctor Walde.
“Nosotros tenemos el Proyecto Especial Paisajístico Río Rímac, que busca recuperar de manera integral este lugar emblemático. Sabemos que hubo un tajamar. En el parque de la Muralla hay parte de ese tajamar. Lo que se encuentre, como en este caso, se incorporará a este proyecto de recuperación integral del río”, agrega Bogdanovich.
Bocatomas de agua del Rímac para el molino.
Para Walde, las investigaciones en el Centro Histórico de Lima parten de realizar un diagnóstico que permita identificar los vacíos, problemas y contradicciones que existían en la escasa investigación arqueológica, sobre todo para los periodos prehispánicos, fundacionales y virreinales de la ciudad.
“Una gran pregunta está relacionada a la ocupación previa de épocas prehispánicas. ¿Qué teníamos en Lima antes de la llegada de Pizarro? ¿Teníamos la ciudad mítica propuesta por los arquitectos Harth Terre o Gunther? ¿O era un terreno plano casi ideal para el trazado ortogonal de la nueva ciudad como decían los cronistas y documentos del siglo XVI y XVII? ¿O era algo intermedio, algo modesto, un espacio casi rural, con vestigios de esa milenaria ocupación salpicados por acá y por allá?”, se pregunta Walde.
Lima fue fundada el 18 de enero de 1535 y fue el propio Francisco Pizarro quien repartió los solares para sus camaradas de conquista. Es así que don Gerónimo de Aliaga recibió un solar vecino al de Pizarro. Años después, en 1540, Aliaga solicita un área cercana al río Rímac para la instalación del molino que funcionó casi dos siglos.
“Con este hallazgo hemos hecho una ventana al pasado –dice Walde–. Debajo del grass aparecen restos de las construcciones del siglo XVIII que permanecieron en uso hasta mediados del siglo XX. Trastiendas, depósitos, habitaciones con vista y acceso directo al río. Debajo de estas construcciones virreinales y luego republicanas, a casi a cinco metros de profundidad del asfalto moderno, aparecieron los restos del molino de Aliaga”.
Testigos. De Lima fundacional solo se tiene el trazo de la Plaza Mayor y de las primeras manzanas. Casi no hay resto arquitectónico que se pueda atribuir a esa etapa.
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