París. EFE
Cuenta el crítico británico Paul Gravett en su libro sobre cómics que, en los últimos años de su vida, Pablo Picasso lamentó no haber ilustrado ninguno: las caricaturas y viñetas satíricas habían sido una fuente de inspiración desde su juventud, como reivindica ahora el Museo Picasso de París.
Con “Picasso y el cómic”, la institución reabrió sus puertas este martes tras cuatro meses de cierre por la pandemia, para explorar uno de los aspectos más desconocidos de la obra del pintor cubista, en cuyo trabajo se aprecia la influencia de las ilustraciones que consumía de manera frenética.
“Queríamos mostrar que si bien nunca publicó cómics, había una cierta apropiación de sus códigos, y ese interés se encuentra en su obra”, explicó a Efe Johan Popelard, comisario de la exhibición.
Este arte, denostado por muchos críticos que lo calificaron como “arte menor”, nació al mismo tiempo que el pintor malagueño (1881-1973) y su historia, según Popelard, se cruza con la de Picasso.
“Las ilustraciones, las revistas que empezaban a desarrollarse... Picasso devoraba todas las imágenes. Uno de los descubrimientos de esta exposición es poder mostrar sus propios cómics, todas sus revistas, álbumes y diarios que se encontraban en su biblioteca”, dijo el especialista.
Desde “Pim, Pam, Poum” pasando por “Tintín”, “Little Jimmy” y ejemplares de la revista The New Yorker, con sus reconocibles portadas ilustradas, la exposición recupera la colección personal del pintor.
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En 1901, Picasso retrata con aire caricaturesco su llegada a París junto con Jaime Andreu Bonsons; pocos años después se dibuja con su amigo Sebastià Junyer i Vidal en una serie ilustrada con comentarios. Incluso tres décadas más tarde continúa haciéndolo en viñetas como su famoso “Sueño y mentira de Franco”, una crítica al militar español tras el golpe de Estado.
Aunque ya en su infancia, con diez años, Picasso pintaba viñetas ilustradas para sus hermanas, Lola y Conchita, fue especialmente a su llegada a París, en los años 1900, cuando su afición se desplegó gracias a los suplementos de periódicos estadounidenses que su amiga Gertrude Stein le iba guardando.
Titulito. Los especialistas dicen que fue este mundo gráfico, de figuras deformadas y grotescas, el que le permitió trabajar los retratos con esa apariencia caricaturesca.