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Cultural

Stella Mohme Seminario: “Mi papá tenía fe en que el país podía cambiar para mejor”

Hace seis años, la familia creó la Fundación Gustavo Mohme Llona para continuar con su legado. Su hija y presidenta de la citada institución recuerda a su padre, que habría cumplido 90 años.

Nunca es fácil seguir el buen ejemplo. Y menos mantener su nivel si el buen ejemplo ha alcanzado una estatura para inscribirse en la historia de la democracia y el periodismo peruano. Ese es el gran reto que tiene Stella Mohme Seminario como presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, el buen ejemplo, el recordado ingeniero y demócrata Gustavo Mohme Llona.

Hace seis años, la familia creó –un 25 de abril, día de su cumpleaños– la Fundación Gustavo Mohme Llona como una manera de honrar su memoria, pero también con ella continuar la difícil pero hermosa tarea, como dice Stella Mohme, “la defensa de la democracia, la libertad y el reconocimiento y desarrollo político y cultural de la ciudadanía”.

Y es que en la persona del fundador de esta casa editora se integraba el hombre que exigía la justicia, buscaba la verdad a través del periodismo y luchaba por causas sociales en el ejercicio de la política. Pero ese era el hombre público, de las plazas, de las calles, del Parlamento, el Quijote de batallas, el que quebraba unas y otras lanzas contra la dictadura, los abusos y la inmoralidad. Era el hombre épico.

Pero en él, en la intimidad personal, familiar, amical, estaba el ser humano de carne y hueso. Y de emoción. El que amaba a los suyos, en la vida cotidiana. El que extendía la mano, solidario. Recuerdo con agradecimiento que cuando a mi joven hijo, en su fase terminal de cáncer le sobrevenía sus crisis y debía trasladarlo al hospital en su silla de ruedas, yo pasaba con él casi una hora con la mano alzada en plena calle. Ningún taxista quería recogernos por su estado de gravedad. Cuando de eso se enteró el ingeniero, me dijo: “Tú hijo no debe sufrir más”. Dispuso que una unidad móvil del diario me apoye cuando tuviera esa necesidad.

Esa era su dimensión humana. Así lo recuerda Stella Mohme: “Lo que puedo decir es que recibí de mi padre un amor incondicional, que aún me perdura. Sé que con mis hermanos y mi madre ocurre lo mismo. Su presencia paterna, protectora, es permanentemente revivida en mi cuando estoy ante alguna dificultad o complicación de distinta naturaleza”.

Durante el fujimontesinismo fue objeto de implacables ataques. ¿Cómo se mantuvo de pie, qué les decía?

Acompañé a mi papá en muchos de sus momentos de desasosiego, él solía llevar todo esto en silencio, no decía nada, pero su rostro y mirada reflejaban una preocupación que no quería transmitir ni a mi mamá ni a sus hijos. Todos temíamos por su vida y pienso que el amor que él tenía hacia su familia y el nuestro hacia él lo ayudaba a sostener su fe en que el país podía cambiar para mejor. También, complementariamente, su pasión periodística lo llevó a luchar desde el diario La República por sus ideales, tratando de sortear las dificultades para publicar lo que ocurría en el país, según su perspectiva y del equipo que lo acompañaba.

En ese entonces, el panorama político era oscuro. ¿No se desmoralizaba?

Como recuerdo, como cosa general, diría que no. Por momentos se desesperanzaba, pero algo que mi papá tenía era una gran disposición a luchar por la verdad periodística, probablemente producto de su propia historia. Eso, para mí, es una maravillosa herencia, una fuente de inspiración...

Su padre mantuvo relación con los gremios y la clase trabajadora. Hasta ahora, por citar un ejemplo, por el Mercado Central, vendedores del pueblo de Yapata suelen hablarme muy bien sobre él.

Yo nací y me crié en Piura, y mi papá conocía muy bien a la gente del norte, a quienes ayudó desde siempre, desde que yo tengo recuerdos de pequeña. Cuando se encontraba con sus colaboradores e interactuaba con ellos, cundo dialogaba con los representantes de cualquier gremio u organización, desaparecían las diferencias, y hablaba de igual a igual con cada uno de ellos. Para mi papá, de verdad, las diferencias sociales no existían nunca en el trato con los demás.

En esa relación con los gremios, ¿qué hubo?, ¿interés político, interés social?

Esa opción en mi papá no existió, su interés social y su interés político estaban mancomunados. Yo de chica siempre reconocí su interés social, después apareció el político con fines sociales. Su trayectoria política demuestra cuánto defendió sus ideales sociales.

¿Qué significó fundar el diario La República en la vida de su padre?

Para mi papá fue la gran esperanza de poder dar voz a los que no la tenían, ni eran escuchados por nadie. La República se convirtió en una puerta abierta a la discusión social, a la información veraz y a la investigación periodística.

¿Cuál ha sido su gran herencia al gremio de periodistas?

En síntesis, lo que él dejó como enseñanza es el poder entender el periodismo como una tarea de servicio social, que sea honesto, buscando siempre la verdad, protegiendo y dando voz a los desprotegidos, con ideales de justicia social y libertad de expresión.

Tareas de la Fundación

En ese sentido, la fundación que lleva su nombre es la manera de vincular su memoria y sus valores éticos a la actualidad?

La fundación GMLl sigue una tradición que mi padre inaugura: trabajar para una sociedad que sea más justa para todos, a partir de la defensa de la democracia, la libertad y el reconocimiento y desarrollo político y cultural de la ciudadanía.

La fundación se ha planteado, desde su visión, una misión. ¿Cumplirla en un país como el nuestro es difícil?

No es una tarea fácil, pero siempre hay grupos de periodistas, comunicadores, estudiantes de periodismo, escuelas, directores de ellas, maestros, alumnos, instituciones públicas, instituciones aliadas y empresarios, muy dispuestos a sumar esfuerzos, a soñar con un mejor país, a dar todo lo que es posible para promover un cambio y sobre todo a perseverar, eso que ayuda cuando uno siente que las dificultades paralizan. Como usted puede ver, contamos con la colaboración solidaria de muchos peruanos y peruanas.

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Injusticias, inmoralidad, corrupción, poca conciencia ciudadana, etc., es cierto, pero usted ha dicho con la fundación “siento que me permito prolongar el legado de mi padre”...

Los contenidos expresados previamente incluyen una respuesta a estos interrogantes de síntesis final que me formula. Efectivamente, la lucha contra las injusticias sociales, las fallas éticas, en todos los niveles, y en particular la corrupción administrativa en la historia del Perú, fueron investigadas por mi padre, por periodistas de diario La República y muchos colaboradores de la Fundación Mohme, desde todos los rincones del país. Le agradezco su pregunta ya que me permite expresar públicamente mi gratitud a todos ellos.