Renzo Serrano, Bachiller en Literatura (UNMSM)
En 1958, Mario escribió, en la revista Literatura, fundada junto a sus amigos Luis Loayza y Abelardo Oquendo, un artículo donde revela su notable autoexigencia en la búsqueda de la palabra precisa para calificar la Lettre d’Amour de César Moro. Esa obsesión flaubertiana fue una práctica que llevó luego a todos los planos de su narrativa. Su primera novela, La ciudad y los perros (1963), fue el resultado de esa obstinación: una red de historias llena de sutilezas lingüísticas y formales sin precedente en nuestra literatura. Esa misma obsesión hizo que llevara aún más lejos ese enfermizo perfeccionismo en sus dos novelas siguientes: La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969).
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Vargas Llosa a través de sus memorias
Marlon Caro Ojeda, estudiante de Literatura (UNMSM)
Si de todas las obras que he leído de Vargas Llosa tuviera que salvar una, probablemente no serían ni Conversación en La Catedral ni La guerra del fin del mundo. Estos dos monumentos hablan por sí mismos de la maestría narrativa de su autor; sin embargo, es El pez en el agua el texto con el que uno siente no solo la pasión por la literatura y las convicciones políticas de Vargas Llosa, sino también su humanidad, expresada a través de sus odios y afectos. Es un lugar común admirar al Vargas Llosa escritor y despreciar al político, pero este libro funde y explica lo mejor de ambos rostros. No hay razón para no visitarlo más a menudo.