Rescate. Alfaguara publica El cuaderno del año Nobel, que reúne los escritos del autor de Ensayo sobre la ceguera, tras ganar el Premio Nobel de Literatura.,Escribió José Saramago el 8 de octubre de 1998 en su diario inédito, ahora publicado por Alfaguara, El cuaderno del año del Nobel: “Aeropuerto de Frankfurt. Premio Nobel. La azafata. Teresa Cruz. Entrevistas”. Este hombre acostumbrado a la soledad y a la paciencia, era de párrafo largo en la escritura de sus diarios. Ese día una corriente eléctrica lo puso solo ante la noticia literaria más grave de su vida. Había ganado el Nobel y no tenía ante sí sino a la azafata que le dio la noticia. Y un largo pasillo. Acostumbrado a narrarse en cuadernos que iban publicándose a medida que los iba completando (sus cinco Cuadernos de Lanzarote, donde vivió con Pilar en 1993 hasta su muerte) en esta ocasión se quedó sólo con la anotación de un hecho: el premio y la soledad. “8 de octubre. Aeropuerto de Frankfurt...” A su alrededor, les dijo ese día a los periodistas en Fráncfort, sintió que no había “nada, nada, nada, nada”. Recibió la noticia por esa azafata portuguesa, Teresa Cruz, y salió del avión despedido a un torbellino. Mientras andaba se encontró con Isabel Polanco, su amiga, responsable del Grupo Santillana, a la que abrazó como su abuelo abrazaba los árboles, para sentir que no estaba solo en la vida. Saramago regresó a la Feria en Fráncfort. Fue abrazado allí por una multitud, de la que distinguió a su agente Ray Güde, y a su editores, el portugués Zeferino Coelho y la española Amaya Elezcano. La electricidad de la Feria se para ante Saramago. “Ha sido un portugués”. Impasible, él destaca en ese instante por la sobriedad ante el agasajo. PUEDES VER José Saramago es homenajeado con moneda conmemorativa En el diario, aquellas fechas de octubre son telegramas con los que Saramago se salvaba de la desmemoria que provoca todo tumulto. No recupera el aliento de su escritura sincopada hasta que su discurso ante la Academia Nobel. El 7 de diciembre de 1998, se registra así: “Siete entrevistas en el hotel… Escrito a lo largo del mes pasado, dejo aquí el discurso leído en esta fecha ante la Academia Sueca. Título: De cómo el personaje fue maestro y el autor su aprendiz”. Así empezó su discurso aquel día: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía ni leer ni escribir”. Era la historia de su abuelo, la que lo hizo llorar y escribir a lo largo de una vida que aquel 7 de octubre de 1998 recibió una sacudida brutal, cuyo grado se advierte en la intensidad eléctrica de su sorpresa. “La primera noche como Nobel durmió tres horas. No se sabe si soñó”, escribe Ricardo Viel. Acaba la electricidad de octubre,Saramago se disponía a ser José otra vez, escritor portugués, vecino de Lanzarote.