Siguiendo el guion esperado, la FIFA oficializó este miércoles la concesión de la sede del Mundial-2030 al trío España-Portugal-Marruecos, con tres partidos en Sudamérica, y la de la edición de 2034 a Arabia Saudita.
Las dudas generadas por las cuestiones medioambientales o por los Derechos Humanos no han alterado los planes de la Federación Internacional de Fútbol, que reunió en videoconferencia a sus 211 federaciones miembros para hacer realidad esta doble designación por aclamación.
En ambos casos, eran las candidaturas únicas para sus respectivos años, por lo que la concesión era desde hace meses un secreto a voces.
La Federación Noruega de Fútbol (NFF), muy crítica con la concesión del Mundial-2022 a Catar, explicó en un comunicado su negativa a dar su visto bueno a un proceso "defectuoso e incompatible" con los principios "de responsabilidad, transparencia y objetividad" que reivindica la FIFA.
En 2030, el 'Mundial del Centenario' unirá a seis países, un formato único en la historia del torneo, nacido en 1930 en Montevideo.
Uruguay, Argentina y Paraguay tendrán tres partidos del evento, uno cada uno, como recuerdo a esos 100 años de vida de la competición.
"El Mundial vuelve a casa", celebró el presidente de la Confederación Sudamericana (Conmebol), Alejandro Domínguez.
Esos partidos en Sudamérica serán los días 8 y 9 de junio de 2030. Los seis equipos concernidos y sus hinchas tendrán luego que cruzar el Atlántico: en España, Portugal y Marruecos se jugarán los otros 101 partidos, del 13 de junio al 21 de julio.
Con 11 de los 20 estadios propuestos, España debería ser la sede principal y acogerá el Mundial por segunda vez en su historia, después de 1982.
Marruecos, en el pasado cinco veces aspirante sin éxito a acoger este torneo, se convertirá por su parte en el segundo país africano en ser sede mundialista, después de Sudáfrica en 2010.
España y Marruecos se disputan ser el escenario del partido de apertura y de la final, proponiendo respectivamente el Santiago Bernabéu de Madrid o el Camp Nou de Barcelona por un lado, y por el otro el futuro estadio Hassan II, entre Casablanca y Rabat.
Ese recinto marroquí aspira a ser "el mayor estadio del mundo", con capacidad para 115.000 espectadores.
Portugal aporta al proyecto los dos estadios principales de Lisboa -los de Benfica y Sporting-, así como Oporto. Los lusos aspiran principalmente a acoger una de las semifinales.
"Un sueño hecho realidad. Portugal va a recibir el Mundial 2030 y nos llena de orgullo. ¡Unidos!", escribió la estrella del fútbol portugués, Cristiano Ronaldo, en las redes sociales.
Invocando el principio de rotación geográfica, la FIFA limitó en su día la sede de 2034 a las confederaciones de Asia y Oceanía.
Arabia Saudita, el país que en los últimos años se ha hecho un hueco en el mapa del deporte a golpe de talonario, se encontró ya hace meses siendo la única candidata después de las renuncias de Australia e Indonesia, y del enfriamiento de las ambiciones futbolísticas de China.
El reino ultraconservador, que ha apostado por una estrategia de diversificación económica y de mejora de su imagen, solo dispone por ahora de dos de los catorce estadios de más de 40.000 plazas que se requieren.
Más allá del reto logístico, las altas temperaturas del verano saudita podrían obligar a desplazar las fechas habituales del torneo, como ya ocurrió en 2022 con Catar. También habrá que gestionar en el caso de 2034 el ramadán, previsto entonces en diciembre.
La fórmula tricontinental de 2030 fue recibida ya el año pasado con dudas por sus impacto medioambiental y por los costes añadidos para los hinchas, pero es sobre todo la elección de Arabia Saudita la que concentra las críticas y los temores.
"Pone vidas en peligro y revela la vacuidad de los compromisos de la FIFA en materia de derechos humanos", alertaron ONG -entre ellas Amnistía Internacional o Human Rights Watch- y representantes de asociaciones de aficionados en un comunicado común.
"Hoy, las pruebas no faltan: trabajadores migrantes explotados y víctimas de racismo, militantes condenados a decenas de años de prisión por haberse manifestado pacíficamente, mujeres y personas LGBTQIA+ confrontadas a una discriminación legalizada, o también habitantes expulsados por fuerza para hacer sitio a proyectos de Estado", enumeró el texto.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, aludió a la cuestión sobre Arabia Saudita en su alocución final.
"Somos por supuesto muy conscientes de las críticas y de los temores", dijo, antes de asegurar que un Mundial de fútbol es "un catalizador singular" que puede tener "un impacto positivo sobre los Derechos Humanos".
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