“Sin embargo, no están circulando nombres de reemplazo para ministerios, lo cual hablaría de la discreción de Martín Vizcarra”.,Una encuesta de Pulso Perú advierte que 80% del público quisiera ver cambios en el gabinete Villanueva. Incluso, 50% quisiera un recambio total. Más aún, 61% cree que es preciso cambiar al primer ministro. Todo esto en medio de una percepción del Ejecutivo como un alumno reprobado. No parece el equipo del popular Martín Vizcarra. Pero no debemos olvidar que el fin del año y las fiestas patrias son las temporadas para este tipo de sacrificios humanos, y cada uno tiene un ministro favorito al que quisiera dejar sin puesto. Es de suponer que el presidente tiene su propia lista de ceses, que se guarda para el momento oportuno. Quizás diciembre post-referendo y pre-navidad sea ese momento oportuno, pues allí se hará más notorio el contraste entre la marcha política de la presidencia y la administración en algunos sectores del Ejecutivo. Sería la coyuntura ideal para un relanzamiento, o por lo menos para algo que parezca una voluntad de relanzamiento. Los rumores más ambiciosos de esta hora son sobre un reemplazo del primer ministro, aunque es preciso recordar que esas versiones ya tienen un buen semestre. En uno de ellos César Villanueva sería reemplazado por Jorge Nieto. En otro por Allan Wagner, aunque este último rumor se acompaña por una resistencia del diplomático a la oferta. Luego están los cambios que no mecen tanto el bote. En las versiones que nos han llegado saldrían la ministra del Midis, el ministro de Vivienda, y el de Trabajo, pero estamos seguros de que circulan otros cambios. Algún rumor, incluso, incluye al ministro de Economía, con lo cual ya estaríamos ante palabras mayores. Sin embargo, no están circulando nombres de reemplazo para ministerios, lo cual hablaría de la discreción de Martín Vizcarra, o de la dificultad para conseguir personas idóneas, o de que los cambios podrían darse un poco más allá de diciembre. Pues en verdad no hay mucha presión para que se realicen pronto. Mientras tanto casi nadie está seguro. Al de Justicia lo fortalece la inercia del ímpetu de los fiscales. Al Canciller lo resguardan las tareas vinculadas al asilo pendiente en Uruguay. No se nos ocurre alguien más.