Las redes de Internet trajeron el llamado periodismo ciudadano, un mundo aun más flotante y ubicuo que el anterior, en el que ni siquiera se precisa vincularse a un medio de prensa tradicional o establecido. ,La identidad de los periodistas es un mundo flotante. Los intentos de fijarla han sido variados, siempre sin éxito. Con una Federación de periodistas, todavía hoy base de la CGTP, se quiso privilegiar en ellos la condición de simples trabajadores (fui su Secretario de cultura por largo tiempo, y sigo afiliado, con carnet y todo). Luego vinieron los intentos de hacer de los periodistas profesionales liberales mediante un Colegio de periodistas, para que nos sintiéramos pares de, digamos, abogados y médicos. Los intentos de colegiarnos no dieron fuego. En realidad federado o colegiado correspondieron desde entonces solo a posiciones políticas. Nada de esto ha tenido mucha importancia. En algún momento se consideró que el periodista profesional liberal debía tener algún pergamino académico, y apareció un esquema que permitía doctorarse, como lo oyen, solo a partir de un cierto número de años de trabajo y una tesis, si recuerdo bien. Pronto la gente dejó de preguntarse de qué tipo de doctores se trataba. Así quedaron las cosas desde entonces, y todo el mundo siguió haciendo periodismo más allá de cualquier etiqueta, como noble profesión o como vil oficio. En general los gremios de periodistas no han prosperado. Además el periodismo ha cambiado con los avances tecnológicos, hasta volverse prácticamente irreconocible para los veteranos. Las redes de Internet trajeron el llamado periodismo ciudadano, un mundo aun más flotante y ubicuo que el anterior, en el que ni siquiera se precisa vincularse a un medio de prensa tradicional o establecido. Así el periodista ha pasado a ser también un grafico, experto en computación, y hasta un poco ingeniero de sistemas amateur. En medio de todo esto la idea misma de medios manejados exclusivamente por graduados de las escuelas de comunicación, y colegiados además, es ridícula. Lo es por arcaica, por impracticable, por contraria a importantes libertades de la Constitución. El periodismo no es lo mismo que el derecho o la medicina, y nunca lo fue. Además la cosa tiene un agrio tufo fascista. De hecho evoca la España de Franco, donde el carnet de periodista registrado era condición para trabajar en los medios de prensa. Un cepo para los periodistas, y a la vez una mordaza para los ciudadanos de todo tipo con cosas que decir a través a esos públicos que a la postre son los medios.