Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".

Una libertad encarcelada , por Jorge Bruce

Mientras no olvidemos eso y votemos con discernimiento, no todo estará perdido. Por el contrario, es mucho lo que podemos ganar como ciudadanía, incluso acorralada.

El oxímoron (combinación de dos palabras de sentido opuesto, produciendo un nuevo sentido) que da título a esta nota proviene de un célebre poema de Quevedo. El propósito del poeta español del Siglo de Oro es la definición del amor. Releyéndolo, sin embargo, acudió a mi mente la conexión con la disyuntiva en la que nos encontramos los peruanos. Ese dilema es el de tener que elegir a nuestras máximas autoridades en el 2026. El dilema en cuestión es que tendremos que hacerlo en condiciones diseñadas para que nos resulte casi imposible salir del encierro en el que nos encontramos.

Este recorte de las opciones del elector es típico de los regímenes autoritarios. No estamos -todavía- en Cuba, Nicaragua o Venezuela, en donde las elecciones son una ilusión y el fraude la realidad. El genuino fraude, se entiende. Aquel en donde los resultados son groseramente amañados, zurrándose en la voluntad de las mayorías y las críticas de los observadores internacionales. Subrayo lo de fraude genuino, para resaltar el fraude imaginario que denunció la candidata derrotada Keiko Fujimori. Esto es relevante porque desde ese instante de injuria narcisística intolerable, el Perú se precipitó en el caos que ahora nos agobia.

Una de las consecuencias de esa incapacidad de aceptar la derrota en las urnas -como lo acaba de hacer de inmediato la candidata Jara en Chile-, fue la de sembrar la duda en muchos ciudadanos honestos pero incrédulos ante la victoria de un candidato tan indigerible para las élites como Pedro Castillo. Era un pésimo candidato, sin duda, pero tampoco hay duda que más peruanos votaron por él que por la hija del dictador. Con todas sus evidentes limitaciones, a muchos les pareció el mal menor. Estaban en su derecho, pero la perdedora nunca pudo aceptar que esa fuera la realidad. Por eso continuó demoliendo, desde el Congreso, la endeble institucionalidad de nuestro país.

Como psicoanalista inmiscuido en los asuntos públicos, entiendo que lo individual no es suficiente para entender los asuntos de la polis. Pero también estoy persuadido que sí ocupan un lugar en los movimientos históricos. Si Keiko Fujimori no hubiera iniciado desde el 2016, cuando salió derrotada ante PPK, un proceso de demolición de la democracia peruana, siguiendo los pasos de su padre, no estaríamos en este sádico predicamento. Si no pudo tolerar ser vencida por un candidato perteneciente a las élites como Kuczynski, imaginen lo que sintió al perder ante un maestro rural de Chota. Esa furia y ese dolor fueron claves para poner en marcha la maquinaria congresal que hoy se ha constituido en un Pacto mafioso, uniendo a Fuerza Popular con otros partidos de raigambre ideológica irrelevante, en una suerte de sindicato del crimen, como las familias italianas de las películas de El Padrino.

El rival de Quevedo, Lope de Vega, escribió otro célebre soneto acerca del amor. En ese poema que Octavio Paz consideraba el más bello poema sobre el amor jamás escrito, Lope habla de “huir el rostro al claro desengaño”. Una de las definiciones más excelsas que he leído acerca de la negación de la realidad. Pero lo que puede ser necesario para enamorarse, no es útil en el momento de elegir autoridades políticas. En particular en un contexto tan acotado como el que nos han impuesto. Por eso tenemos que procurar hacer a un lado nuestras emociones paleolíticas (“El verdadero problema de la humanidad es el siguiente: tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y las tecnologías de un Dios”. Edward Wilson). Como acaso nunca antes, tenemos un desafío gigantesco como la cédula electoral.

Rosa María Palacios, a quien cito con denuedo por su infatigable combate en favor del Estado de Derecho y los derechos humanos, ha presentado a los lectores de La República una clara y útil guía para no perderse en laberinto en el que, quienes aspiran a reelegirse, han intentando extraviarnos. Recomiendo a nuestros lectores esa herramienta de supervivencia en esta atmósfera irrespirable. Les adelanto que no les dice por quién votar. Pero sí por quién no hacerlo: el ya popular #PorEstosNo. A saber, todos aquellos que están socavando las bases de nuestra convivencia y que pretenden encadenarse para seguir mochando sueldos, emitiendo leyes en favor del crimen que ellos mismos cometen, abandonando a las niñas violadas y embarazadas con el pretexto de la alucinada “ideología de género”, etcétera.

En suma, si bien es indiscutible que pretenden encerrarnos como ratones de laboratorio para que solo encontremos la salida que ellos quieren, nuestra libertad no está del todo encarcelada. Es decir: hay amor (“quien lo probó lo sabe”, dice Lope de Vega) y hay relaciones tóxicas. Por más que intenten revestirlas en olor de santidad como el candidato del cilicio, el Sodalicio y, aquí termina la rima, el Opus Dei, el azufre del maligno es imposible de disimular. No hay que ser creyente para saber que ciertas imágenes tienen un indiscutible poder en un país en donde hay no uno sino muchos dioses. La fabulosa tradición de yuxtaposición de creencias es una de nuestras mayores fortalezas, aunque no lo sepamos: así es como funciona el inconsciente.

Así como en la idea del mal menor se suele olvidar que se está eligiendo el mal en cualquiera de los casos, también se puede argüir que en la “libertad encarcelada” yace, aunque sea en una mazmorra, la idea, el sueño de la libertad. Mientras no olvidemos eso y votemos con discernimiento, no todo estará perdido. Por el contrario, es mucho lo que podemos ganar como ciudadanía, incluso acorralada.

Jorge Bruce

El factor humano

Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".