Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".

El temor de los políticos mafiosos, por Jorge Bruce

Por lo pronto, las encuestas colocan, tanto a los congresistas como al Ejecutivo y las decenas de partidos políticos creados para la ocasión, en dígitos que en muchos casos no pasan de decimales. 

Es evidente que hemos entrado en un periodo de definiciones políticas. Los partidos inscritos lo saben e intentan, por todos los medios, conquistar una voluntad popular de la que están absolutamente desconectados. Por su propia decisión de privilegiar la rapiña del erario público y promulgar leyes que benefician a sus patrones, las mafias que todos hemos identificado hace un buen rato: narcotráfico, minería ilegal, tala salvaje de los bosques amazónicos, transporte informal y, como si esto no fuera suficiente desastre, las organizaciones criminales que extorsionan, roban y asesinan.

Porque pese a todos sus esfuerzos por controlar los resultados electorales, no han encontrado la manera de hacerlo sin arriesgarse a darse un soberbio porrazo. Por lo pronto, las encuestas colocan, tanto a los congresistas como al Ejecutivo y las decenas de partidos políticos creados para la ocasión, en dígitos que en muchos casos no pasan de decimales.

No es que no hayan intentado capturar los resultados electorales, mediante el copamiento de los organismos encargados de esos procesos. ¡Vaya que lo siguen buscando! El asunto es que solo en una dictadura como las de Maduro, Ortega o Díaz Canel se puede garantizar el aniquilamiento de la voluntad de las mayorías. En su incompetencia, nuestros políticos, en su inmensa mayoría, han estado “ocupaditos” en tareas de depredación y goce de sus privilegios ilegales. Viajes, cirugías, aumentos desmesurados de sueldo y una infinidad de modalidades corruptas los obnubilaron.

No es que se vengan unas elecciones limpias que constituyan una expresión indiscutible de la decisión de las mayorías. Por el contrario, es claro que serán todo lo amañadas que se pueda. Sin embargo, hasta para eso han sido incompetentes. No han conseguido asegurarse de lograr que sus candidatos prevalezcan. Hay una inmensa incertidumbre, fiel reflejo de una sociedad desvinculada, caótica y anómica. Obtener el apoyo de las mayorías en un entorno fragmentado e imprevisible, es una tremenda incógnita.

Cada día que pasa y nos acerca a las fechas decisivas, estos políticos, entregados al goce de sus prebendas y la obediencia a las mafias que los financian, constatan que han hecho su trabajo a medias. Por eso no es casual que se vean reyertas entre ellos, puesto que no hay una maquinaria orgánica que los apoye en la conquista del poder. Si hablásemos en términos de psicopatología, nos encontraríamos con una mente disociada de sus afectos, los cuales a su vez están alejados de los impulsos. Estos últimos, es decir el elemento pulsional, lo más primitivo del aparato psíquico, son los que parecen llevar la delantera.

El problema es que para ganar procesos electorales, como para cualquier desafío personal, se requiere una integración de las diferentes partes que canalizan la energía de la psiquis, o del sistema político. Y ahí vemos que reina el desconcierto. Por eso es que las fallas clamorosas del nuevo aeropuerto han sido percibidas como un síntoma del funcionamiento del Perú: improvisación, apresuramiento gobernado por la urgencia de mostrar resultados, descoordinación entre los diferentes engranajes de un sistema tan complejo como un aeropuerto internacional.

En este caso nos hemos topado con una sinergia negativa de los sectores público y privado. Para muestra una máquina: me tocó regresar de un viaje al extranjero el 2 de junio. Me enteré por azar que, a fin de poder pasar con mi pasaporte por los dispositivos de reconocimiento, era preciso llenar previamente un formulario de Migraciones. En el video todo parecía coser y cantar. Pero no bien tratamos de ingresar a la página de Migraciones que te debía llevar al sistema llamado Migracheck, comenzaron las dificultades. Tras varios intentos, logramos ingresar por un camino que no era el que indicaba el video de marras. Lo conseguimos y, al llegar a Lima, pudimos pasar por el dispositivo que te evita las colas. El problema es que es necesario hacer ese trámite cada vez que uno viaja. No se me ocurre otra manera de llamar a ese engorro que barrera burocrática.

En Europa quienes poseen pasaportes europeos pasan en segundos, sin tener que llenar formulario alguno. En el Perú estamos en manos de un gran Otro que parece empeñado en hacernos la vida insufrible. De ahí que a nadie extrañe que el acceso al “moderno” aeropuerto sea un via crucis. En particular para quienes no tienen los recursos para llegar en taxi. Y aún los privilegiados que podemos acceder a ese servicio, no nos libramos de un tráfico peor que el del aeropuerto anterior. Al llegar a Miraflores, tras haber pasado por atolladeros angustiosos en la zona del Callao, nos encontramos con que la bajada de Armendáriz sigue cerrada, gracias a la ineficiencia del alcalde Canales de Renovación Popular.

Para lo que si parecen ponerse de acuerdo nuestros políticos, es para hacernos la vida lo más ardua posible. Tras haber esperado cerca de una hora por nuestras maletas, le pedí a un trabajador del aeropuerto que interviniera y, ante mi asombro, se metió por la banda de transporte de las maletas y logró que estas aparecieran.

Se que estas molestias son nimiedades al lado de lo que deben sufrir quienes son cotidianamente extorsionados o asaltados, o deben recurrir al inhumano y violento transporte público. Para no mencionar a los niños con tos ferina por no haber sido vacunados, o bien a los que están anémicos por falta de alimentación balanceada.

Es por eso que tenemos una oportunidad de mover, aunque sea un poquito, la aguja de un destino nacional que hoy parece tan funesto.

Jorge Bruce

El factor humano

Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".