No me digas que es muy tarde, ya...

"El gobierno debió actuar con la rapidez que requería un hecho tan grave como la muerte de ciudadanos …"

Formar una comisión de la verdad ante las muertes.

El pedido de información de la ONU al gobierno sobre violaciones a los derechos humanos es un asunto grave que demanda pronta respuesta.

La solicitud se ocupa de varias materias, pero lo más relevante son las 67 muertes —48 atribuidas a la reacción estatal— ocurridas desde el 7 de diciembre pasado, cuando Pedro Castillo lanzó su golpe de estado por el que fue correctamente vacado y reemplazado, según el orden constitucional, por su vicepresidenta Dina Boluarte.

Casi todas las objeciones a su gobierno carecen de solidez y se originan por un castillismo abierto o encubierto sustentado en factores ideológicos y de posicionamiento político, pero las muertes lamentables son un cuestionamiento legítimo e indispensable.

Es, también, el principal error de la presidencia de Boluarte, no solo por no organizar la respuesta ineludible del estado ante la protesta violenta con precaución de la vida, sino por no haber respondido con prontitud ante las muertes que se iban produciendo.

El Gobierno debió actuar con la rapidez que requería un hecho tan grave como la muerte de ciudadanos, por ejemplo, como se planteó en esta pequeña columna el 18 de enero, antes que en muchos sitios, para que, sin perjuicio de las investigaciones del Ministerio Público, se forme “una comisión de la verdad que, en un plazo razonable, produzca un reporte lo más cercano posible a lo ocurrido con recomendaciones para minimizar el riesgo de que en el futuro haya más muertos en protestas.

Integrada por independientes con prestigio, y con más preguntas que respuestas, alejados de los que primero opinan y luego se informan, de los poseros que se adornan para la historia, de la derecha bruta que ve toda protesta como oportunidad de muerte para el escarmiento, y de esa izquierda hiena que ve gobierno cívico militar en toda defensa de un aeropuerto, oleoducto o empresa que se quiere dinamitar.

Y que no eluda la responsabilidad del gobierno actual ni las fuerzas del orden, mafias mineras y del narcotráfico, del Movadef terrorista, ni de Pedro Castillo y sus compinches que durante más de un año prepararon estos ríos de sangre”.

¿Aún se puede? Claro que sí. Como cantaban Ismael Miranda y Willie Colón, no me digas que es muy tarde ya.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.